Parteaguas

Orgullosamente fracasado

Todos ellos son orgullosamente fracasados, pero no permanentemente fracasados. Conviene aprender a abrazar el fracaso como maestro.

Era su gran oportunidad para mostrarse. Lionel Messi portaba por primera vez la playera albiceleste de la selección argentina, entró al campo en ese partido contra Hungría y cometió un error que le costó una expulsión… al primer minuto. Fracasó.

Recién egresada, Giovanna Abramo hizo negocios en el campo del turismo médico en Monterrey. Se topó con que ella sabía mucho de biotecnología, pero poco de negociaciones. Rápidamente, fracasó.

El primero mutó en semidiós del futbol. Ella fundó hace meses Plenna, una empresa de servicios médicos para mujeres que ya recibió inversiones de fondos de capital internacionales. El público de ambos crece.

Al fracaso hay que darle tiempo de enseñar, me advirtieron ayer Giovanna, Tania Pimentel y José Eduardo García, durante Game Changers, un foro organizado por El Financiero y Bayer.

Plenna ofrece un servicio muy puntual: atención médica integral solo para mujeres, incluso antes de que padezcan algún síntoma o enfermedad.

“¿Cómo tener sexo en mi periodo y disfrutarlo al máximo? Es momento de cambiar las narrativas y decir que sí, sangramos y es completamente natural hacerlo”.

“¡El sexo en la menstruación incluso tiene ciertos beneficios! Algunas personas notan mayor apetito sexual durante su periodo y también hay evidencia anecdótica de que las hormonas que se liberan durante el orgasmo pueden ayudar a disminuir los cólicos menstruales”.

Ese tipo de discurso sin prejuicios está presente en su website, pero también en la conversación con la fundadora de la compañía, cuya oferta se basa en diagnósticos que incluyen más que el resultado del laboratorio y su interpretación. También el tratamiento sicológico necesario en cada proceso. Todo en un ambiente más parecido al de un spa, que al de un hospital.

Otro caso. Tania inició con un proyecto de reuniones para mujeres. No le fue bien. Falló a la hora de conseguir a panelistas y terminaba constantemente subiendo al templete a hombres, que no era necesariamente su intención.

Pero entendió el problema. Se convirtió en una “cazadora” de talento femenino. Usó todos los medios a su alcance para conseguir nombres, ubicación, datos de contacto de mujeres con habilidades excepcionales.

Su plataforma se llama Women Index. ¿Su eslogan? “Porque sabemos que sí hay expertas”.

Ahora entre sus servicios está el de ofrecer el talento femenino, por ejemplo, a empresas que necesitan una “CTO” o Chief Technology Officer.

Contó el caso de una mujer que trabajaba para una empresa; ella negoció mal su salario al inicio, pero luego con la ayuda de Women Index, aplicó para otro puesto dentro de la misma compañía, ganó la plaza y ahí sí, mejoró sus condiciones.

Tania cobra membresías y el negocio prospera, a diferencia de aquel de las reuniones presenciales que intentó comercializar en un inicio.

En el pasado, conseguir el disco de un artista nuevo costaba, además de dinero, paciencia. Lo mismo pasaba con documentos que contuvieran investigaciones de mercado interesantes.

Hoy estamos conectados permanentemente. La gente obtiene información en segundos con un mensaje de WhatsApp del amigo que vio algo interesante en Tokio o en Buenos Aires.

Esa es mi hipótesis, pero fracasé con la misma. José Eduardo García me recordó las jornadas de 12 horas diarias de muchas personas que trabajaron fuera de la ciudad para producir el tipo de comida que desayunaron esta mañana. No todos están conectados.

Él los conecta por medio de su proyecto Earth IoT que brinda y vende tecnología a asesores agrícolas, como sensores de humedad o temperatura. Su negocio evoluciona y pronto podría revelar la creación de una suerte de “Uber para asesores” de ese sector.

¿Cómo empezar a innovar? Pregunté a este trío de talentos: “escuchando mucho”, me respondieron, es a través del reconocimiento de necesidades de la gente, como es posible entender y atenderle con un proyecto.

Todos ellos son orgullosamente fracasados, pero no permanentemente fracasados. Conviene aprender a abrazar el fracaso como maestro.

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