Son las 2:00 de la tarde en un pueblo moderno que acaba de nacerle a Naucalpan.
En la cima de un cerro solitario, la más emblemática empresa automotriz americana acaba de construir la avenida Henry Ford.
Llegar ahí conlleva un trayecto de media hora desde Polanco, sin tráfico.
Ya en la ubicación, en el corazón de un gran edificio nuevo de oficinas, de unos ocho pisos de altura, los restaurantes del lugar están a tope sirviendo órdenes esta tarde de lunes. Por ahí hay uno que se llama Buon Appetito; por allá, el Taquito Tun Tun. Parece una de esas terrazas que Liverpool y El Palacio de Hierro construyeron para atraer comensales. Pero Ford la construyó para atraer empleados.
Ese “comedor” enorme se ubica junto a un área en la que instalaron una cancha de fútbol y un circuito de un kilómetro de longitud para corredores que pueden terminar la jornada yendo al gimnasio, para luego pasar por un Gatorade a la tienda de conveniencia y finalmente, dejar la ropa en la tintorería, antes de irse a su casa.
¿Quieren ustedes regresar a la gente a la oficina después de la pandemia? Les toca competir con eso.
Sucede que ahora quienes sí brindan valor a las empresas ya pueden trabajar casi en dónde y desde donde quieran, si tienen las habilidades correctas y dominan el inglés. Es necesario atraerlos con algo más que un salario.
Ford pretende albergar en este “campus” a unas 9 mil personas de esas. Lo llaman Centro Global de Tecnología y Negocios y en éste invirtió 260 millones de dólares. Es similar a uno que tiene en Hungría y otro, en India.
¿Por qué lo construyó? Porque Ford compite con Tesla. Sí, claro con el resto de las automotrices también, pero seamos honestos, la empresa de Elon Musk fue la primera en lanzar la oferta correcta para atrapar la atención de empleados y clientes que buscaban trabajar en, o comprar un nuevo tipo de coche.
¿Y qué van a hacer ahí los de Ford? Eso es lo más divertido e inevitablemente me llevó a una analogía.
Al inicio del siglo, en los diarios de México las noticias las armaban, generalmente, un reportero que escribía la nota, un fotógrafo que la ilustraba y un editor que revisaba el paquete para publicar en el papel.
Conforme el internet robó atención, junto al editor debió sentarse un diseñador para generar imágenes y portadas más llamativas.
Luego se les unió un desarrollador, y más editores responsables de que todo funcione en el sitio web; posteriormente se sumó el “community manager” que debe llevar todo a redes sociales y ahora prosperan los editores de audiencia, que detectan si la gente anda en el TikTok o en el WhatsApp.
En Ford hacen algo similar, solo que en lugar de hacerlo en la redacción de una ciudad, lo hacen en oficinas de todo el planeta, sin parar. De ahí la razón de instalar estos tres centros globales de tecnología en tres países de Europa, Asia y Norteamérica… (los tres, de bajos salarios, casualmente). Tienen cubiertos todos los horarios.
Ustedes cambian de gustos casi cada mes y alguien debe entregarles en la agencia lo que están pidiendo. El coche que quieren, como lo necesitan, digamos… para llevar ahora de viaje un perrito de manera segura y algunos puertos de carga para la PC, por ejemplo.
Eso requiere de acomodar gente hábil y dispuesta a cambiar de rol, para adaptar cada producto de manera constante a la sociedad. Esa gente es escasa y deben tratarla bien. Es una manera de darle la vuelta a las pérdidas como las que enfrentó la empresa estadounidense en 2019 y 2020, con resultados netos negativos por 74 y mil 341 millones de dólares, respectivamente, de acuerdo con datos de Bloomberg.
Estas instalaciones nuevas ubicadas en Naucalpan, construidas cerca de Lago Esmeralda y la Presa Madin, ejemplifican también a dónde están yendo las nuevas inversiones extranjeras directas. Noten que no requieren potentes plantas de energía, pues no funden ahí hierro o vidrio. Tampoco necesitan los 500, o mil millones de dólares indispensables para una fábrica de coches.
Son inversiones, empero, que generan salarios más altos y claro, el sexy complemento de un Taquito Tun Tun.