Parteaguas

El pádel es acapulqueño, ¿ahora de quién es?

La propiedad de la franquicia del juego del pádel ahora mismo es un tanto difusa, pero alguien terminará dominando.

Traten de reservar una cancha de pádel para esta noche. Suerte con eso.

México de pronto parece volverse “padelero” y hay decenas de emprendedores haciendo un pequeño negocio instalando un local para que otros jueguen a cambio de una cuota. Tiene sentido, ese juego es adictivo.

¿Vale la pena fijarse en esos asuntos teniendo a Pemex o a América Móvil para analizar? Parece que sí, porque en Estados Unidos ya le pusieron el ojo. Quizás, como en otros tiempos lo pusieron en juegos que hoy son corporaciones.

En ese país mencionan a Walter Camp como el “padre” del futbol americano; él se involucró en el juego desde el año 1876; la NFL nacería en 1920. El béisbol y las Grandes Ligas también tienen origen en el siglo XIX y desde el siglo pasado, ambos son grandes negocios multimillonarios para los estadounidenses.

La National Football League vende más de 17 mil millones de dólares al año, de acuerdo con varias fuentes y sus ingresos crecen cada año. La Major League Baseball, otros 11 mil millones de dólares.

Seguramente alguien pensó en algún momento que eso de pegarle a la pelota con un palo era solamente un juego. Pero el entretenimiento es un negocio que crece, mezclarlo con deporte añade atractivo.

El pádel fue creado en Acapulco. Hay varias referencias hacia Enrique Corcuera, quien siendo joven jugó al paddle tennis, un deporte similar al tenis, pero con dimensiones más pequeñas.

Durante los sesenta, construyó en su casa de Acapulco un par de canchas similares, pero limitadas por paredes, en las que rebotan las pelotas durante el juego. Él buscaba evitar la flojera de ir a recoger bolas; inesperadamente eso le brindó continuidad al deporte.

De esas canchas improvisadas, pasemos al torneo internacional que concluyó la semana pasada en el Gimnasio Juan de la Barrera, en la Ciudad de México.

¿Quién lo organizó? World Padel Tour, que presume de ser el circuito de pádel profesional número uno, mundialmente. Sus accionistas son los mismos que los de la cervecera ibérica Damm, que ha visto en este deporte una oportunidad para anunciar marcas como Estrella.

El corporativo deportivo es dirigido hábilmente por Mario Hernando. Él y la empresa tienen su sede central en España.

La compañía refiere así la circunstancia del pádel: “Este deporte joven ha vivido para ver un gran estallido profesional en los últimos 10 años. Tras un gran estruendo en Argentina en los años 90, el nuevo siglo vio aumentar la importancia de los torneos en suelo español”.

World Padel Tour advierte que cada torneo reúne unos 20 mil aficionados en estadios con capacidad para más de 5 mil espectadores.

“Estos números sitúan al pádel como el tercer deporte solo por detrás del fútbol y el baloncesto, superando a otros deportes de larga tradición como el balonmano”, advierte la compañía.

Google con su herramienta Trends refiere que en México el número de consultas en su buscador acerca de la palabra “pádel” se multiplicó por 10 respecto a lo que ocurría hace cinco años. En Estados Unidos el cambio fue aún mayor.

Quizás por eso, el también español Marcos del Pilar hizo maletas y viajó a Estados Unidos en donde fundó la Asociación de Pádel de Estados Unidos que ya inició la exitosa promoción de ese negocio en territorio de la mayor potencia económica del mundo.

Él opina que ese deporte en el país vecino solo puede crecer.

Por supuesto que hay mexicanos atentos. Existe una Federación Mexicana de Pádel que persigue un interés deportivo y social, menos económico.

El torneo del World Padel Tour celebrado en estas tierras hasta el domingo llevó por nombre Telcel Huawei México Open 2022, con dos patrocinadores bien conocidos. Al parecer, la familia Slim ya se fijó en esa oportunidad.

La propiedad de la franquicia del juego del pádel ahora mismo es un tanto difusa, pero alguien terminará dominando globalmente ese deporte que puede redituar ampliamente. Todo empezó con un par de canchitas bardeadas en un cerro de Acapulco.

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