Conviene evitar los dogmas al menos en este tema. El presidente tiene razón. Pemex puede ser una empresa rentable. Lo es, hasta un límite.
Quedó ya muy atrás uno de los principales argumentos sobre los cuales Cuauhtémoc Cárdenas basó su oposición a la apertura petrolera desde el siglo pasado: el gran problema de Pemex es su carga impositiva.
Es tan caro lo que vende Pemex comparado con lo que cuesta producirlo, que casi es imposible perder dinero.
Dependiendo de a quién le pregunten, los expertos dirán que producir un barril de petróleo en México cuesta entre 15 y 25 dólares, según la ubicación del pozo y del costo de transportarlo. El viernes pudo venderlo a 70 dólares, de acuerdo con el precio de cierre de la mezcla mexicana de exportación.
En el peor de los casos, cada barril de petróleo representa una ganancia bruta de al menos 45 dólares. Visto de otro modo, por cada dólar que cobra en ese negocio, la empresa que es de ustedes se queda con unos 65 centavos.
Pero Pemex no solo vende petróleo crudo, sino “cocido” en forma de gasolina, turbosina o materia prima para plástico. ¿Ya combinados todos sus productos cuál es su ganancia bruta? El margen antes de pago de impuestos y deudas es de 30 centavos por dólar, de acuerdo con datos a septiembre (EBITDA).
¿Cómo usa la compañía ese dinero? Pagando impuestos que le exige el gobierno y deudas nuevas y heredadas durante años. Por eso el año pasado cerró con una pérdida de casi 20 centavos por dólar cobrado. Todavía no revela resultados del cierre de 2022.
¿Hay que quitarle a Pemex la responsabilidad de pagar impuestos para que pueda salir del hoyo? Aquí empiezan las discusiones.
El presidente Andrés Manuel López Obrador dijo la semana pasada que su gobierno prepara un plan para disminuir esa carga y para que Hacienda pague parte de las deudas con dinero que ustedes pagan al SAT en su recibo de nómina, o en productos como cada litro de refresco o de gasolina encarecidos por los impuestos.
¿Se quedaría sin dinero el gobierno si Pemex no paga? La empresa aporta un 12 por ciento de los ingresos tributarios del gobierno, el resto lo ponen otras empresas, trabajadores y ciudadanos en general con el ISR, el IVA y el IEPS que pagan en casi todo. Juzguen.
Habrá que ver los mecanismos legales. Pero si Pemex paga su deuda al gobierno, estaría confirmando algo que inversionistas dan por sentado: que el Estado mexicano, al final, pagará las deudas de la empresa. No cambian mucho las cosas en los hechos.
Si además reducen la carga fiscal de la empresa, podrían darle algo de oxígeno para operar y pagar sus enormes deudas, lo que la beneficiaría de algún modo. Faltan los detalles.
Pero darle dinero por cualquier vía a Pemex tal como está administrada es cuestionable, por decir lo menos.
Empresas latinoamericanas que operan en el mismo sector entregan mejores resultados desde las ganancias brutas.
La colombiana Ecopetrol entrega 46 centavos por cada dólar que cobra antes de pagar impuestos y deudas (EBITDA), ese rubro en el que Pemex da 30 centavos. La brasileña Petrobras, ofrece 56 centavos. Lo de la petrolera mexicana es mala suerte o mala administración.
Es bueno que el presidente López Obrador traiga nuevamente a discusión el esquema fiscal que pesa sobre esta compañía. Conviene hacer una pregunta ante la polémica que se aproxima: ¿para qué?
¿Es para generar empleos? Pemex cada vez ofrece menos y la intención es seguir reduciendo el número. ¿Entonces, para ‘independizar’ energéticamente a los mexicanos? Este país cada vez es más dependiente del gas natural estadounidense convertido en electricidad. Habría que acelerar la producción de ese hidrocarburo.
Ojalá no se trate de salvar a Pemex por salvar a Pemex. Ese dinero serviría más aumentando la ayuda a los más pobres, que es una meta de este gobierno.