Hay un lado muy positivo. El gobierno salió a promover México o dicho más corto, a una labor de proméxico. También salió un aspecto aún más positivo, pero vamos con lo primero.
Así lo comunicaron ayer: La Secretaría de Relaciones Exteriores y la Secretaría de Hacienda finalizaron una serie de visitas a cinco países miembros del Consejo de Cooperación para los Estados Árabes del Golfo: Kuwait, Arabia Saudita, Omán, Qatar y Emiratos Árabes Unidos.
Como en la comitiva incluyeron al subsecretario de Hacienda, Gabriel Yorio, nadie podrá salir con que no alcanzaron los viáticos. Al final es a él a quien le toca cuadrar las cuentas.
¿Y qué fueron a hacer allá funcionarios complementados por la subsecretaría Carmen Moreno, de la SRE?
Ya saben ustedes: “Fortalecer las relaciones con los países del área y promover oportunidades comerciales y financieras de interés mutuo”, divulgó el gobierno por escrito. Pueden copiar eso y pegarlo en un comunicado oficial dentro de cinco o diez años.
Hubo también detalles quizá novedosos para quienes habitan esa frontera asiática entre África y Europa. Trilladísimos por cierto, para quienes han escuchado una “mañanera”:
“La delegación mexicana expuso la política económica del presidente López Obrador y los proyectos de infraestructura en desarrollo en el sureste del país, enfocados en mejorar la movilidad, facilitar el comercio y la energía. Entre estos proyectos se encuentran la posibilidad de inversión en el Tren Maya, el Corredor Interoceánico, el Aeropuerto Felipe Ángeles y la Refinería Olmeca”.
¡Zas! Fuimos allá a presumir que ya tenemos dos nuevos trenes y que vamos a inaugurar una refinería.
Imagínense las caras de aquellos habitantes de Arabia Saudita tercos con desarrollar motores que funcionen con hidrógeno, como lo fue a presentar Aramco en mayo a la Offshore Technology Conference, algo así como el Super Bowl petrolero en Houston.
“¡No inventes, Farid, ya se nos acabó el negocio!”. “¡Te dije, Hakim, que le apostáramos al combustóleo!
Lo que habrá pensado el ministro de Estado de Qatar, Soltan bin Saad Al-Muraikhi, cuando platicó con la embajadora Moreno. “Caray, y nosotros haciendo negocio vendiendo gas natural a los europeos que se quedaron sin suministro ruso”.
Quienes vieron el Mundial, recordarán cuánto repitieron en Televisa y en TV Azteca que allá no pagan impuestos y que los estadios y todo el lujo lo pagaron vendiendo gas natural licuado. Pobres, la endeudada que se van a poner y aún no lo saben.
Ahí está lo doblemente positivo, el enriquecimiento cultural mutuo. Lo que los nuestros vieron allá como las “nuevas tendencias” y la sensatez mexicana que les compartimos de poner el capital del gobierno en la sana inamovilidad y permanencia perpetua del mercado de la gasolina.
¿Y esa, ‘La Línea’, qué?
No uno, sino dos trenes fuimos a presumir. Uno, el que conecta dos océanos: el Atlántico y el Pacífico por la vía del istmo mexicano. Ya les dije en otra columna que no detengan ese proyecto. Germán Larrea hizo muecas y ya vieron cómo le fue.
También el peninsular en una ruta que podría crear justamente el “Mayaland” del futuro.
Triste, el tren de Arabia Saudita que recién licitaron y que cruzará el desierto. ¿Cómo estará esa ruta que pidieron que el tren lo hagan de alta velocidad para que los pasajeros no alcancen ni a darle de comer a los camellos?. A 230 kilómetros por hora viajarán los pobres.
Connector, es un ferrocarril que conecta Oxagon, el centro de industrias limpias y avanzadas del futurista proyecto Neom, con La Línea, una ciudad libre de gasolina y diésel y alimentada con energías limpias. Volvemos a lo mismo, qué inocencia la de aquellos.
Proyectos buenos, los de este lado. Pero hay que darles por su lado, por eso, el comunicado del gobierno incluyó algo de optimismo:
“Se detectaron espacios propicios de cooperación en rubros cruciales del cambio climático, como la transición energética justa y la producción del llamado nitrógeno verde y fertilizantes del mismo tipo”. Debemos quedar bien con los anfitriones.