La cita textual es del gobierno estadounidense y la publicó ayer así: ‘Comercio de energía entre México y EU alcanzó récord de Dls. $81,900 millones en 2022′. Lo hizo por la vía de su Administración de Información Energética (EIA, en inglés).
Nunca, nunca, tanto dinero en forma de combustible había cruzado la frontera. La refinería de Tabasco iba a costar 10 mil millones, solo para que lo tengan como referencia.
El tóxico amor entre México y Estados Unidos se hace más fuerte y no solo por la energía, pero ya iremos a eso.
Ustedes, a través del recibo que les dieron en la gasolinera por llenar el tanque; de ese del gas convertido en electricidad que pagan por planchar sus camisas y recargar su celular, amén de toda la lumbre del boiler... sumando todo, todo lo que pagan por energía, desembolsaron para los vecinos 55 mil 800 millones de dólares el año pasado.
Pausa, esto merece detalle. Entre 130 millones de habitantes de este país, tocó de 429 dólares por cabeza. Unos 600 pesos por mes ya hechas las conversiones, y eso considera hasta a los bebés de la casa. Hagan sus cuentas.
En sentido contrario, Pemex (desafortunadamente no ustedes) cobró la diferencia, unos 26 mil 100 millones de dólares a cambio de petróleo crudo y algunos derivados.
“El comercio de energía en 2022 entre Estados Unidos y México totalizó 81 mil 900 millones de dólares en precios reales, un máximo histórico”, subrayó la EIA, ayer.
“Por segundo año consecutivo, el valor de las exportaciones de energía de Estados Unidos a México en precios reales fue un récord anual”, enfatizó en su informe ya como con ganas de que no se olvide.
Ustedes son el principal cliente que tienen fuera de Estados Unidos el conjunto de empresas instaladas allá: ExxonMobil, BP, Kinder Morgan, Phillips, Valero... etcétera.
No es poca cosa. Consideren que está cerca Canadá y además, desde hace algunos años, las grandes empresas energéticas exportan gas natural licuado a Europa y Asia.
“México es el mercado de exportación más grande para los productores de petróleo de Estados Unidos; casi el 20 por ciento de todos los productos derivados del petróleo de Estados Unidos se exportaron a México en 2022″, divulgó ayer la EIA.
El riesgo de dañar un negocio de más de 80 mil millones de dólares anuales ridiculiza las declaraciones de políticos de ambos lados de la frontera que, entre otras locuras, piden la intervención militar estadounidense para establecer un estado de derecho en México (carencia que tristemente seguimos padeciendo).
Un desequilibrio nacional tumbaría el índice Dow Jones. ¿Qué senador va a pagar esa friolera con sus ahorros?
Matrimonio hasta la muerte
Si quieren, dejen de lado este asunto de que los vecinos nos dan calor.
Pasen sin ver el negocio creciente que tendrán empresas como la californiana Sempra al importar gas del otro lado de la frontera, para luego exportarlo en barcos desde Baja California, al mundo.
También, ignoren que México exporta trabajo de maquila o incluso humanos que reducen el costo de hacer cosas para los estadounidenses.
Lo que esta semana explicó The Indicator, un podcast de National Public Radio, en Estados Unidos, revela otro tipo de dependencia que los de allá podrían tener de su vecino del sur: se está acabando el agua del Río Colorado.
Cerca de Phoenix, Arizona, los desarrolladores de casas ya no obtienen permisos para construir y seguir con su boom inmobiliario, pues las autoridades les solicitan garantizar por 100 años el suministro de agua que no venga de la misma zona.
Algunos proponen una idea que nadie descarta: solicitar a México un permiso para instalar un sistema de desalinización en el Mar de Cortés, para llevar agua dulce desde esa zona hasta Arizona, cruzando Sonora.
Estos dos países lucen más juntos que una sandía con sus semillas y háganle como quieran.