Esa frase detonó ayer un relajo en esa plaza pública virtual que llamamos Twitter. El provocador fue el escritor neoyorquino Peter H. Diamandis, quien recibió respuestas hasta de Elon Musk.
La frase completa es la siguiente: “Nos estamos acercando a un periodo de salud dramáticamente extendido en el que 100 son los nuevos 60. ¿Qué crearás, qué explorarás y cómo pasarás tu tiempo si puedes agregar 40 años saludables a tu vida?”, propuso Diamandis.
Reflexionen. En unos cinco años podrían comprar productos para quitar a sus células aquello que las envejece y con ello, regenerarlas, de acuerdo con una revelación salida de la Universidad de Harvard este miércoles. Eso es un nuevo gran mercado.
Ustedes que gozan la ventaja de tener un empleo formal, podrán retirarse a los 65 años. Bajo la lógica de la conversación expuesta, estarán fuertes, bien alimentados y jubilados en una condición de salud probablemente mejor a la que tuvieron a los 40.
¿Qué harían 35 años teniendo tiempo y dinero? ¿Tendrán dinero? ¿Qué país aguantaría los gastos de pagar pensiones a millones y millones de viejos rejuvenecidos?
Los limitados conocimientos que nos ofreció la educación latinoamericana y particularmente la emergida del matrimonio de la CNTE y el SNTE en México nos ponen a la defensiva…
¡No, hombre! ¿100 años? Sí, cómo no.
La verdad, Musk tampoco fue muy receptivo y aportó una dosis de escepticismo durante la conversación vespertina de mitad de semana, que pueden leer aquí.
En defensa de la narrativa de una muy cercana longevidad salió a la luz, también ayer, un hombre llamado David Sinclair, científico de la Escuela de Medicina de Harvard y autor del libro Lifespan: Why We Age-and Why We Don’t Have To.
Convenientemente, coincidió con (o aprovechó) la ola para revelar resultados de una investigación que probaría que Diamandis está en lo correcto, que el sueño de revertir el envejecimiento está muy cerca.
Investigadores lograron mejorar de forma segura la función de los tejidos sin inducir cáncer, mediante la manipulación de la expresión de factores de transcripción clave, lo que demuestra una tentadora visión del potencial de una “copia de seguridad” de elementos que regulan los genes.
El equipo de investigación utilizó un sistema informador NCC, que destacó estos cambios celulares para detectar moléculas que podrían revertir el envejecimiento epigenético. Probó 80 y seleccionó seis cócteles. ¿Resultado? Restauraron juventud en células envejecidas.
El efecto fue espectacular. Tres cócteles redujeron la edad cronológica celular en más de tres años en solo cuatro días de tratamiento.
La investigación continúa allanando el camino hacia aplicaciones potenciales para el tratamiento de enfermedades relacionadas con la edad, anunciando una nueva frontera en la medicina regenerativa.
Japón se llena de ancianos, Europa va en el mismo camino, en China los nacimientos ya no reponen a los muertos, con todo y a la eliminación de normas que limitaban la cantidad de hijos. México llegará a ese escenario probablemente durante la siguiente década.
Hasta hoy, el problema es conseguir suficiente gente que trabaje para mantener a los de mayor edad.
Es posible que la próxima década surjan oportunidades y un reto que hoy solo podemos suponer: Un nuevo mercado conformado por ciudadanos que puede disfrutar más años paseando sin trabajar, mientras que los jóvenes exigirán a esa parte de la sociedad que trabaje para ayudar a pagar las pensiones… y los gastos en la casa. ¿Subirá la edad de jubilación?
La inteligencia artificial acelera exponencialmente las investigaciones genéticas al permitir un análisis rápido y masivo de datos. Los mexicanos parecen expuestos una vez más a pagar cara la importación de estos potenciales tratamientos, ante la ausencia de proyectos de investigación genética nacional, prohibida incluso para actividades como la agricultura.