La frase se la atribuyen a Tin Tán: “Dios, no te pido que me des, sino que me pongas en donde hay”. Hay en los bancos mexicanos y podría venir más en camino.
¿Trabajan para uno? ¿Cómo se vive en la paz de sus oficinas? Los bancos parecen caer para arriba. El más grande entre los mexicanos, Grupo Financiero Banorte, se enfila a tener un año récord con más de 200 mil millones de pesos en ingresos y sus acciones ya valen 14 por ciento más que hace cinco años, con todo y una pandemia de por medio.
Ahora viene una oportunidad inimaginable por un golpe del destino. Los mexicanos podrían enseñar sobre negocios financieros a sus vecinos estadounidenses. Vaya, es como ir a enseñarles a jugar béisbol.
Pongan atención a esta frase que tiene términos técnicos, pero valiosos. Los autores son de NewPort Beach, California, y administran 1.79 billones de dólares (trilliones). Algo saben de finanzas.
“Tras el colapso de Credit Suisse y las quiebras –y las engorrosas resoluciones– de Silicon Valley Bank, Signature Bank y First Republic Bank, pensamos que los llamamientos a repensar y rediseñar la arquitectura financiera en la que operan los bancos acabarán ganando apoyo”, dijo PIMCO hace un mes.
“Esto se traducirá, al menos en Estados Unidos, en una regulación más estricta que exigirá que las entidades cuenten con mayores niveles de capital y liquidez. Es probable que el rol de los bancos como intermediarios de liquidez se vea reducido y que algunas actividades tradicionales se deriven a los mercados privados y los préstamos no bancarios. Vemos una oportunidad para intervenir como prestamista sénior en áreas de las que antes se ocupaban los bancos regionales, como los préstamos al consumo, el crédito hipotecario y diversas formas de financiación respaldada por activos”, agregaron los expertos de esta administradora de dinero de bancos y fondos de pensiones más grandes que las Afore.
Hay que ponerlo fácil: Los vecinos parecen estar a punto de ‘descubrir’ el negocio de las Sofomes mexicanas.
Después del ridículo que hicieron con las quiebras surgidas a partir del Silicon Valley Bank, van a ponerse rudos con las reglas para sus bancos. Consecuentemente, es bien probable que compliquen y encarezcan los préstamos que estos otorgan.
Eso pasó en México y por eso surgieron “prestamistas”, personas que legalmente prestan directamente su dinero a quienes quieren comprar una casa… un coche… bajo una figura de feo nombre: Sociedades Financieras de Objeto Múltiple (Sofomes).
Operan paralelamente a los bancos. No toman dinero de ahorradores, sino de inversionistas privados, de millonarios que quieren poner a trabajar sus fortunas para recibir el pago de intereses. Ustedes, el público, ganan con más variedad y competencia de créditos y eso puede bajar las tasas que pagan por comprar lo que quieren.
El negocio resultó tan atractivo que incluso los bancos abrieron sus Sofomes, al margen de las sucursales.
No sería la primera vez que los estadounidenses ‘estrenen’ productos existentes en México.
De unos años a la fecha, los bancos de aquel lado de la frontera presumen como fórmula salvadora el sistema de ‘buy now, pay later’, que enloqueció recientemente a inversionistas. De este lado ese esquema tiene el humilde nombre de “meses sin intereses”. Te lo llevas y luego lo pagas.
¿Podrían varios mexicanos brincar el río y comerse un pedacito de ese mercado gigante?
Ya le saben al negocio. Hay que esperar las nuevas reglas de ese país. Esas normas, por cierto, muy probablemente tendrían que estar abiertas a inversionistas extranjeros, a decir del tratado comercial de Norteamérica, el T-MEC en su capítulo 17.3. Ya dirán los abogados.
Hay más de 200 Sofomes asociadas en la Asofom. Varias de ellas vinculadas con accionistas de bancos. Y sí, claro, Banorte tiene su Sofom y varios de sus directivos conocen el mercado estadounidense. Es posible que quieran revancha, luego de salir de allá en 2017.
¿Quieren saber en dónde hay? Hay en los bancos y pronto podría haber en las Sofomes.
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