Parteaguas

En Monterrey tienen 3 veces más posibilidades de salir de la pobreza

Quien nace en un hogar pobre en el norte tiene tres veces más posibilidades de salir de la pobreza que quien nace en el sur en la misma situación.

Además de la Ciudad de México, no hay otra capital que brinde un dinamismo económico como el de Monterrey en esta nación.

Pueden discutirse razones que, a decir de los regios, se resumen en la instrucción inscrita en las puertas de todos los Oxxo: jale.

Los oriundos de esa ciudad presumen que “jalan” tan pronto bajan el primer pie de la cama. Su relación con Texas los hizo pragmáticos en los negocios y a diferencia de otras regiones del país la convivencia la dejan para la “carnita asada” de los sábados, o acaso uno que otro “juevecito” de dominó. Entre semana, “se jala”, hay que trabajar. Esa consigna deriva en un resultado:

“Alguien que nace en un hogar muy pobre en el norte, tiene tres veces más posibilidades de salir de la pobreza que quien nace en el sur en la misma situación”.

La cita proviene de una presentación que hizo ayer Beatriz Coll, CEO de Inroads de México, una organización sin fines de lucro que se encarga de conectar oportunidades de empleo interesantes con jóvenes talentosos que regularmente carecen de éstas.

En este país, la mayoría (74 por ciento) entre quienes nacen en un entorno de carencias se quedan en la misma situación durante toda su vida. Pero hay contrastes fuertes: En el norte, 46 por ciento sí salen de esa trampa. En el sur, sólo 14 por ciento de ellos escapan, de acuerdo con esta organización nacida hace 26 años.

Los que se sacuden ese lastre dependen en gran medida de que sus padres tengan algún grado académico, de lo contrario, es casi imposible salir de la miseria.

Un último dato sobre el tema: imaginen una escalera de 100 peldaños en la que cada uno representa un nivel socioeconómico de México. Quien nace en Nuevo León en el escalón 25, puede alcanzar el nivel 46 cuando sea adulto. En Guerrero, a lo mucho subirá dos escalones.

Hay muchos factores que inciden en ello, pero la situación puede cambiar no solo por las recientes inversiones en infraestructura de transporte en el sur de México, sino también por un posible ajuste en la percepción de la sociedad.

Hay temas tabú en México y uno de ellos tiene que ver con la discriminación social, advierten en Inroads. ¿En donde vives? ¿Cómo hablas?

¿Cómo discriminamos acá? ¿A quiénes? En todo caso, sabemos que quien caiga en cualquiera de las definiciones de “naco” está casi condenado. Si esa clasificación subjetiva se combina con el origen étnico de quien recibe el adjetivo, no hay mucho más que hacer para una persona en su propósito de ascenso.

Vean los datos del Inegi: la principal razón de discriminación general es la del arreglo personal. Peinados, ropa, tatuajes… Entre las que le siguen están: su peso, opiniones políticas y, ojo, la forma de hablar o la zona en la que viven. ¿Qué falta aquí?:

“En cuanto a población indígena de 12 años y más, 28.1 por ciento de mujeres y 27.9 por ciento de hombres refirieron haber sido víctima de discriminación en los últimos 12 meses”, advierte la Encuesta Nacional sobre Discriminación, Enadis 2022, publicada en mayo de este año.

A quien es indígena no le clasifican por color, el racismo mexicano es más sutil. De acuerdo con el reporte, los argumentos son cualquier otro: sus zapatos, sus pantalones. Los mexicanos solemos darle la vuelta a las cosas.

En los hechos practicamos a diario la discriminación y eso impide el ascenso social particularmente en la economía formal. ¿Conocen a algún director general o un secretario de estado que no sea blanco o mestizo?

La movilidad social depende del reconocimiento del talento, venga de quien venga, en una era que se caracteriza por pagar bien las habilidades cognitivas independientemente del origen de la persona. Mañana les contaré detalles que no caben en esta columna.

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