Este 2023 cumplió 25 años la ‘cuauhtemiña’, esa jugada con la que Cuauhtémoc Blanco resolvió una salida frente a dos jugadores que lo tenían acorralado en la esquina del campo, durante el Mundial de 1998.
En esos días, la economía mexicana era mucho más grande que la coreana. En este 2023 es completamente al revés. Corea del Sur presume un PIB de 1.8 billones de dólares, mientras que México, uno de 1.2 billones, de acuerdo con datos del Banco Mundial.
Ustedes conocen marcas como Hyundai, Kia, LG o Samsung. En Corea probablemente no recuerdan ni al futbolista Blanco.
Lo que hicieron los coreanos es relativamente conocido pero se resume en entrenamiento… técnico, más que deportivo y toma de riesgos, particularmente de empresarios.
¿Será México el próximo Corea del Sur? ¿Podrá contar una historia similar de superación nacional? Puede ser absurdo o perfectamente posible.
Si confiamos en que el nearshoring, los bancos y otras empresas basadas en concesiones gubernamentales (Pemex, incluida) generen la riqueza que no han generado en años, no vamos por buen camino.
Es necesario dar el beneficio de la duda a dos mujeres que aspiran a la Presidencia y ambas fueron entrenadas en habilidades técnicas, en el caso de Xóchitl Gálvez, o de ciencia, en el de Claudia Sheinbaum.
Independientemente de sus filias y fobias políticas, lo que sea que ocurrió durante este sexenio que ya casi acaba, dejó a México con orden en sus finanzas públicas y en vías a aumentar el tamaño de su poder manufacturero. Nuevos trenes, ductos de gas y plantas energéticas elevan ahora la posibilidad de que Oaxaca, Puebla, Veracruz y Yucatán atraigan fábricas.
Son positivas, pero esas plantas de coches o de máquinas no pagan bien, porque a eso vienen las inversiones de sus compañías, a ahorrar dinero, y no cambiarán la perspectiva mexicana. Para Corea, el orden en sus finanzas y las fábricas fueron un punto de partida. ¿Qué hicieron luego, allá?
Invirtieron intensamente en su plan de Educación Técnica y Formación Vocacional (TVET) y en educación STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas).
Brindaron acceso educativo universal y altamente competitivo, garantizando a todos el acceso a entrenamiento de calidad para elevar salarios y visión de su fuerza laboral.
Realizaron inversiones enfocadas en investigación y desarrollo, en inventos de productos y servicios dentro de instituciones académicas e incentivaron la colaboración entre profesores y empresarios.
Enfatizaron el aprendizaje continuo y la adaptabilidad a nuevas tendencias tecnológicas. Como la que representa hoy la ola de inteligencia artificial, por ejemplo, o las que vienen en camino.
Provocaron una estrategia para enviar estudiantes al extranjero para asimilar conocimientos y tecnologías avanzadas, que serían aplicados y adaptados al regresar. ¿Para cuántas becas de esas alcanzaría un pedacito de lo invertido en la refinería de Tabasco?
El ITESM presume ser la mejor universidad del país y suele compararse con otras universidades de Latinoamérica. Una competencia global es menos afortunada; aparece después del lugar 600 en en ranking de Times Higher Education, en el que Corea del Sur tiene 17 universidades por delante de la institución regiomontana, tres de ellas (Seoul National University, Yonsei University y Korea Advanced Institute of Science and Technology) en el top 100.
La popular Samsung nació de una tienda de abarrotes. Mucho podría esperarse entonces de FEMSA o de América Móvil, en México. Una ambición positiva puede guiar a los mexicanos y el gobierno no tiene que hacer mucho, acaso labores de coordinación y no estorbar; amén claro, de poner orden y evitar que criminales tomen el control de regiones enteras.
¿México podría tener su propia historia de éxito? Es una fantasía o una emocionante tarea por cumplir.