Parteaguas

Revivir la marca Acapulco

Sin seguridad y buen gobierno, Acapulco no recuperará el valor de su marca y con ello una poderosa razón para que su gente más talentosa no emigre a donde encuentra dinero.

El sol tostaba a niños que intentaban hacer figuras en la playa de Diamante, vigilados de lejos por sus padres. Varios repentinamente corrieron para cargar a los más pequeños y subirlos a la zona de albercas del Hotel Princess. Muchos dejaron ahí zapatos y toallas.

Noté entonces la razón. A unos metros de los juguetes regados en la arena, habían llegado unos cuatro individuos sin uniforme, cargando lo que parecían rifles de asalto. También refugié rápidamente a mi familia en el hotel. Eso ocurrió hace más de 10 años.

En este 2023, Acapulco necesita agua, Acapulco necesita medicinas. Eso, antes que nada requiere su gente. Para que eso llegue, Acapulco demanda seguridad, misma que no ha tenido desde hace décadas.

Sin ésta, Acapulco no recuperará el valor de su marca y con ello una poderosa razón para que su gente más talentosa no emigre a donde encuentra dinero. En esas estamos.

Una narrativa que promueva el renacimiento de la marca Acapulco puede revitalizar el puerto para beneficio de su propia gente. Quizás a un ritmo inesperado, acelerado por emprendedores, y no necesariamente con el dinero escaso del gobierno.

Esa ciudad no requiere una campaña publicitaria, sino mensajes claros de que el gobierno va a estabilizar la zona y ahí provocará la viabilidad de una nueva vida próspera.

Es necesario regresar 76 años para comprenderlo. La infraestructura más reconocida de la ciudad es tal vez la avenida Costera, inaugurada en 1947 por el presidente Miguel Alemán Valdés, por donde pasearon luego Elizabeth Taylor o Frank Sinatra, con una fama equivalente entonces a la que hoy tienen Taylor Swift o Leo DiCaprio.

Una primera Reseña Internacional de Cine en 1959 empujó la inercia y ocurrió un efecto dominó que atrajo a más individuos verdaderamente famosos que requerían hospedaje. Nacieron casas lujosas y los hoteles Pierre Marqués, Las Brisas, Hilton, Elcano, Presidente y Boca Chica.

La Costera no fue la única infraestructura que detonó Acapulco, antes fue necesaria una carretera impulsada por Álvaro Obregón en los veinte; otros presidentes procuraron más caminos pavimentados, electricidad, una red de agua potable y un ‘nuevo’ aeropuerto.

Pero fueron las inversiones privadas las que impulsaron el glamour y la efervescencia mundial de la marca Acapulco, que en su momento brindaron riqueza distribuida a sus pobladores. Nada de eso habría sido creado si la zona hubiese tenido un nivel de inseguridad como el actual, que provoca que sean sus ciudadanos quienes resguardan cada casa durante las noches.

Por esa falla como la más visible, de esa prosperidad a este siglo llegó casi nada, al punto de hacer de Guerrero uno de los estados más pobres de México. Sus habitantes tienen un PIB per cápita promedio de 100 mil pesos anuales (unos 5 mil 400 dólares); los de Nuevo León, de 350 mil (casi 20 mil dólares).

Datos de Google revelan que antes del huracán Otis, la marca de Acapulco ya estaba rebasada por Cancún, Cabo San Lucas; incluso por ciudades como Querétaro y Mérida, que merecen más búsquedas de los internautas.

¿Cómo podría revivir la marca Acapulco después del desastre? Pregunté a un experto en comunicación.

“Acapulco necesita una estrategia de seguridad, necesita una estrategia de infraestructura, necesita una estrategia de digitalización, necesita una estrategia de generación de riqueza y bienestar para los acapulqueños”, me contestó a pregunta expresa Alejandro Romero, CEO de la consultora global LLYC.

“Si tú no trabajas los básicos de una ciudad, es difícil luego trabajar una marca destino. Por lo tanto, Acapulco lo que necesita es un buen gobierno, necesita un buen alcalde, necesita un buen gobernador de Guerrero, o sea, necesita no ser uno de los estados más pobres de la federación. Luego vendrá la comunicación. La comunicación no hace milagros”.

Aquí expuse hace unos días ideas adicionales para generar ingresos ajenos al turismo que en México, para colmo, paga poco.

Acapulco necesita atención, cariño y una nueva narrativa basada en buen gobierno que tienen la oportunidad histórica de brindar su alcaldesa y la gobernadora. Con eso, sobrarán inversionistas que provoquen su renacimiento.

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