Vistas desde arriba, las manchas urbanas de sus zonas conurbadas ya tienen una forma y dimensión similar. Unos 15 kilómetros de diámetro.
Pero no es algo que uno revise todos los días. Sucedió ayer que la candidata a la alcaldía de Mérida, Cecilia Patrón Laviada, hizo notar esa equivalencia territorial durante un evento de campaña política, durante el cual destacó también que al menos hasta 2020 –año del último censo– la capital de Jalisco albergaba una población cuatro veces más grande.
Es importante que una de las aspirantes a la presidencia municipal tenga clara la dimensión del reto de cuidar la última ciudad de más de un millón de habitantes en México en la que una clara mayoría de la gente dice vivir en paz. ¿Puede durar eso?
La campaña de Patrón Laviada representa la continuidad de un proyecto de políticos panistas iniciada en 2012 por Renán Barrera Concha, quien cedió el lugar a Mauricio Vila Dosal, abogado que en 2018 obtuvo la gubernatura del estado y ahora, en un capricho del destino, podría entregar el puesto a Barrera en 2024.
Antes, Barrera Concha debe vencer el 2 de junio a sus adversarios en la contienda electoral: el morenista Joaquín Huacho Díaz Mena y a Vida Gómez, de Movimiento Ciudadano. Por su lado, Cecilia Patrón compite principalmente con el clavadista Rommel Pacheco, de Morena, pero también con Gerardo Ocampo, de MC.
Hasta ahora, el intercambio de estafetas entre panistas derivó en la estabilidad social de la capital yucateca, a decir de datos del INEGI.
En diciembre de 2023, solamente 22 por ciento de la gente en Mérida dijo sentirse insegura, una mejora respecto al 29 por ciento de 2022 (Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana).
Pero la vecindad se complica. En ciudades de estados colindantes esos números fueron notoriamente más grandes al cierre de 2023: Campeche, 52 por ciento; Ciudad del Carmen, 47 por ciento; Cancún, 74 por ciento.
El crecimiento económico yucateco
La economía yucateca es 35 por ciento más grande respecto a su tamaño de 2012.
Es impulsada por un auge inmobiliario, la inversión en comercio de empresas como Mercadolibre, Amazon y Walmart, amén de compañías manufactureras que ahora producen desde cerveza, carne de cerdo y cocinas prefabricadas, hasta partes para coches y aviones.
Un nuevo ferrocarril viene en camino, literalmente. Los meridanos muestran entusiasmo por el servicio de carga que ofrecerá el Tren Maya cuando se una con el corredor transístmico, que conectará a la península del sur con el océano Pacífico.
Esas vías pueden llevar suministros asiáticos a Mérida, y una vez transformados, ser enviados al noreste de los Estados Unidos por el puerto de Progreso, que será ampliado. Eso promete más inmigración a una ciudad en la que casi el 10 por ciento de la gente nació en otro lugar.
Se habla menos del trato sísmico que hace dos semanas firmó la CFE con la francesa Engie.
Ésta ampliará el antiguo gasoducto Mayakan para duplicar la capacidad de transporte de gas natural a 567 millones de pies cúbicos diarios.
Con ello, la CFE alimentará dos grandes plantas de generación: Mérida IV, con capacidad de 499 megawatts y Rivera Maya en el municipio de Valladolid, de mil megawatts, que duplicarán la capacidad actual. Gas y electricidad anuncian más manufactura.
Una deuda del estado con su gente tiene que ver con los salarios, reconoce Patrón. Estos crecen a un ritmo más alto que en el resto del país, pero aún no alcanzan a equipararse con los que ofrecen Guadalajara o Monterrey. Las fábricas prometen mejores sueldos.
También, más tráfico, fricciones (¿y delitos?) que la panista quiere atacar con la mejora de seguridad, iluminación, infraestructura para peatones y bicicletas.
Ojo, que, bajo el radar, una parte de los locales persigue negocios de software, lo que puede acelerar el incremento de los ingresos. Eso y las campañas de candidatos, los abordaré aquí en estas semanas de definición política.