¿Cómo los dejó el debate? ¿Felices? Quizás ustedes, no. Pero datos confiables que permiten comparar qué tan contentos están los mexicanos indican que sí están entre las poblaciones más complacidas del mundo. Tienen el lugar 25 entre 143 países, lo que indica que la mayoría está relativamente feliz con su situación.
Aquí pueden ver datos del World Happiness Report, de Oxford y Gallup, que he citado en otra ocasión.
Otros datos, los del Inegi, dan pistas acerca de lo que aún limita nuestra felicidad: la inseguridad está entre los asuntos pendientes. ¿Qué podría hacer la presidenta para girar en la dirección correcta?
Los especialistas en seguridad apuntan a detener en las aduanas la importación ilegal de armas. Si una persona sin opciones obtiene una pistola, tiene una vía criminal para obtener ingresos. Depende de su decisión el dañar o no a otros para beneficiarse.
Nadie ha podido detener ese flujo de norte a sur. ¿Lo conseguirían Xóchitl, Claudia o Jorge?
Otro camino está en dar opciones a la gente que puede caer en redes criminales.
Hasta ahora, México se inclinó por apostar a los bancos y el sector financiero, al comercio y las fábricas para ofrecer opciones y probablemente ese esfuerzo ha permitido que la economía y la sociedad del país sigan funcionando relativamente bien, en una atípica situación.
Pero las empresas manufactureras tienen un límite. A menos de que se trate de Apple o Nvidia y que diseñen y vendan aparatos sofisticados a los que les sacan enormes ganancias, difícilmente podemos aspirar a salarios relevantes.
Comparen. El margen neto de utilidades de la fabricante de GPUs o procesadores Nvidia es de 55 por ciento, el EBITDA, antes de impuestos y pago de deuda, es de 64 por ciento; el de Apple, es de 28 y 36 por ciento. Nvidia y Apple no fabrican ni diseñan en México.
¿Las armadoras de coches? Ford, 2.2 y 15.6 por ciento; Volkswagen, 15 y 6 por ciento. No hay mucho de dónde sacar para aumentos de salarios y por eso ven ustedes los pleitos entre sindicatos y empresa cada año. El estira y afloja, que brinda más fricciones que emociones.
¿A dónde nos llevarían Claudia o Xóchitl?
Ustedes sacarán sus conclusiones después del debate, pues esta columna cerró antes del encuentro entre candidatos presidenciales de coaliciones encabezadas por Morena, el PAN y Movimiento Ciudadano.
Lo deseable es que en su primer mensaje alumbren un camino para quienes hoy deciden qué van a hacer con su vida de aquí en adelante. Ahí cabemos todos, no solo los jóvenes.
Salvo por excepciones, se acabaron los tiempos de una antigüedad laboral formidable en una empresa que jubila a Don Panchito después de 30 años de esfuerzo.
Hoy cada persona debe estar consciente de que su trabajo evoluciona de una manera impensable para nuestros padres.
¿Ya visto en conjunto, hacia dónde van las naciones que encabezan al mundo?
Estados Unidos y Corea del Sur, países que exportan alta tecnología, se inclinan crecientemente hacia los servicios.
De acuerdo con datos del Banco Mundial, el 58 por ciento del PIB del país asiático proviene de esa actividad. Eso es más que en 2015, cuando aportó 55 por ciento. En Estados Unidos el ascenso fue del 76 al 77 por ciento.
México está en una tendencia opuesta. Los servicios se redujeron del 61 al 59 por ciento.
Vaya, ahí están los bancos, las tiendas, los supermercados, los hoteles y los restaurantes, el problema es que esas actividades pertenecen, como las armadoras, a economías muy viejas en las que hay mucha competencia y los márgenes de utilidad se reducen; también su aportación al PIB y a los salarios.
De ahí la relevancia de que la futura presidenta o presidente, en caso de un resultado imprevisto, involucre a su equipo de trabajo en un análisis serio de la ruta económica que va a seguir el país para traer rápidamente opciones tecnológicas a los jóvenes.
Hay bases. Ahí está la propuesta que lanzaron la semana pasada representantes de la UNAM y el CCE, unidos por el Instituto para el Desarrollo Industrial y la Transformación Digital, que dirige Arturo Oropeza.
Vaya, es un asunto sólo de decisión el que puede traer mejores opciones que un empleo en el súper. Quizá con ello podríamos ponerle trabas a la delincuencia y ser aún más felices.