¿Un ‘depa’ en la Roma? A ver si encuentran uno por debajo de los 5 millones de pesos; en Polanco, un millón… de dólares. Las casas en Monterrey ya están por arriba de los 5.5 millones y en ciudades como Mérida, otrora accesibles, sería raro dar con algo por debajo de los 2.5 millones en una zona bien comunicada.
El mercado mexicano de casas y departamentos es oficialmente de millonarios.
Sabíamos que los precios siguen subiendo. Lo que es menos sabido es que en el mundo las viviendas están bajando.
La tendencia global de abaratamiento comenzó en 2022 y al menos hasta el cierre del año pasado no se había detenido. Los precios bajan a un ritmo de 2 por ciento desde hace un par de años, de acuerdo con datos del Banco de Pagos Internacionales, el BIS, institución a cargo del mexicano Agustín Carstens.
Sus estadísticas indican que incluso en Estados Unidos el aumento de los precios cedió un poco el año pasado.
En México eso no ha ocurrido, suben por arriba del 5 por ciento anualmente en promedio. Por supuesto hay zonas que superan ese número.
Mala suerte para quien quiere comprar. Otros ganan con la plusvalía.
Ese patrimonio parece todavía resistir la prueba de los apagones de la CFE y el fenómeno presenta una oportunidad a quien tenga proyectos disruptivos.
Ayer estuve en una exposición de productos de decoración llena de potenciales clientes que lucían descorazonados ante propuestas que parecen ancladas. ¿Acaso no hay más que muebles de parota que describen pedazos de selva devastada?
Hay varias razones en las que se sustenta el aumento de precios de casas que no para y la mayoría evidencia cierto auge económico, al menos para una parte de la población que en México tiene ingresos superiores a los 50 mil pesos mensuales y que representa a unos 25 millones de personas.
Eso incluye también a un puñado de extranjeros.
Busquen en internet la lista de los mejores países para retirarse. Encontrarán a México entre los primeros 10.
Un buen número de jubilados foráneos buscan abaratar su vida en esta región que desayuna chilaquiles verdes o rojos.
Luego está la llegada de ‘nómadas digitales’, trabajadores remotos que se acomodan alrededor de los parques y en las playas de casi todas las ciudades grandes.
Revisen las estadísticas de remesas, pero de las que México manda a otros países. El año pasado superaron los mil millones y este año avanzan a un ritmo mensual superior a los 100 millones que habitantes de esta nación envían a amigos y familiares en países como Estados Unidos, Colombia y Argentina.
Obviamente, la razón que más influye en los precios de vivienda es el crecimiento de la población nacional. La generación de los millennials mexicanos nacidos en los ochenta y noventa, es más grande que la generación X que la antecedió. Ahora los centennials que nacieron durante este siglo representan la más grande que ha tenido y posiblemente tendrá México.
Todos, nacionales y extranjeros ahora aprovechan o lidian con el nearshoring, de acuerdo con la ficha que le tocó jugar a cada quien. Hay más negocios y en Yucatán, Querétaro y Guanajuato, cada vez mejores salarios.
La ‘gentrificación’ se convierte en la nueva polémica urbana, promovida en buena medida por los más jóvenes, obligados a compartir vivienda si quieren vivir cerca de las zonas donde hay trabajo.
¿Cuál es la perspectiva? No hay avisos de cambio en la tendencia nacional.
Falta más gente que aproveche las oportunidades. Ya hablaba de decoración. En la feria que visité este domingo no había una sola propuesta para digitalizar la iluminación o las cortinas.
¿Y para quienes tienen una constructora, qué vivienda de buena calidad es posible ofrecer a un precio accesible?
La vida en comunidad es particularmente aceptada tanto por jubilados solitarios, como por aquellos en sus veintes que prefieren no casarse ni tener hijos.
¿Ya vieron esos departamentos de 41 metros cuadrados que venden como loft’? ¿Qué incluyen?
Hay juego nuevo en este mercado de millonarios.