Es pública la afinidad de ciertos miembros del partido político Morena con ideas propias del socialismo. Ahora tendrán el poder político necesario para llevar a México en una nueva dirección económica e influir en el modo en que hacemos negocios todos.
¿Qué sistema construirán? La duda que todos tenemos me hizo pensar en los chinos.
Es muy curioso. En China uno puede comprar fierros, hacer bicicletas y venderlas a todo el mundo, formar una empresa y hacerse rico. Todo, en un sistema económico socialista.
Pregúntenles. Cuestionados al respecto, los funcionarios chinos se sorprenden de que no entendamos sus reglas basadas en un “socialismo con peculiaridades chinas”. Esas características permiten a un individuo hacer casi todo lo que permite el capitalismo, salvo por una gran excepción: controlar la política. Eso es para el partido, el Partido Comunista, claro, cuyos gobernantes no viven precisamente en una austeridad franciscana.
En ese régimen laico existe el pecado de acumular capital al punto de pensarse por encima del presidente.
Si alguien se aproxima a ese nivel de poder, inmediatamente topa con barreras de resistencia ¿Hace cuánto que no escuchan del extrovertido líder de la china Alibaba, Jack Ma, cuya influencia ascendía hasta antes de la pandemia?
En la cultura mexicana, cualquier persona que estrena casa y carro es blanco de sospechas. Aquellos cuya fortuna les brinda acceso a una mansión propia, un Ferrari y una vida mundana, reciben condena social: es un delincuente, que pruebe lo contrario.
Esa lógica está plasmada en El Chavo del Ocho y en el guion de Nosotros los Pobres, Ustedes los Ricos y Pepe El Toro, la vieja trilogía de la época del Cine de Oro mexicano. ¡Torito! Si la prosperidad es ajena, resulta incómoda.
Esa narrativa resultó útil al PRI durante 70 años de gobierno. No atacó la pobreza, la dignificó en un sistema económico cerrado que gozaron ‘los amigos’ con medios, fábricas de ropa, de dulces, hasta la apertura provocada por el Tratado de Libre Comercio (TLCAN).
¿Qué buscará Morena? ¿Podría intentar una suerte de ‘socialismo con peculiaridades mexicanas’? ¿Cómo sería eso?
Hay señales. “¡AMLO es Winston Churchill!”, me repite un empresario argentino, asesor de medios masivos mexicanos, respecto a la lógica económica del presidente Andrés Manuel López Obrador. ¿El lopezobradorismo es keynesiano? ¿El gobierno, como motor de desarrollo?
El “socialismo con peculiaridades chinas” lo es. El Estado te apoya y te deja manejar, siempre y cuando ‘el partido’ conserve las llaves del coche.
Funcionarios de ese país asiático explican que ese término peculiar acuñado por primera vez por Deng Xiaoping en 1982 y apoyado por su actual mandatario, Xi Jinping, representa una combinación pragmática de socialismo y economía de mercado, adaptada de manera única al contexto de China.
¿Por qué incluye una economía de mercado? Por la pobreza en la que el comunismo hundió a China. De ahí emergió la necesidad de flexibilizar el control económico y permitir que la gente tuviera más libertad de producción.
¿Quieres hacer una empresa de bicicletas? Ven, el gobierno te presta dinero para que exportes y brindes crédito a tus clientes.
Tú, inversionista extranjero trae tu fábrica. Te damos crédito, tendrás tierra y mano de obra barata, voltearemos hacia otro lado cuando contamines el agua y el aire, a cambio solo queremos saber cómo haces tus coches y los smartphones. Luego los haremos con nuestras propias marcas y te ganaremos.
Bajo esa práctica, el PIB de China pasó de 150 mil millones de dólares al inicio de los ochenta, a casi 18 billones (trillions) de estos días.
El PIB mexicano alcanzó los 1.4 billones este año luego de crecer mediocremente a un ritmo menor al 2 por ciento desde las tecnocracias ortodoxas y a veces mezquinas del PRI y del PAN. El paso no mejoró con Morena.
Ningún partido ha tenido desde 1997 las llaves del coche mexicano para llevarlo a donde quiera. Los resultados de las elecciones del 2 de junio parecen brindar esa opción a la hueste de la futura presidenta Claudia Sheinbaum. Tiene el poder Ejecutivo, y todo indica que también el Legislativo. ¿A dónde vamos, mexicanos?