Parteaguas

El ‘chavo’ que Musk no puede comprar

El multimillonario Elon Musk no ha podido comprarlo. Quiere que publique sus famosos videos en su plataforma X, antes de hacerlo en YouTube. Mr. Beast se niega.

¿Ya probaron los dulces de tamarindo de Xile Chile? Los vende Eugenia Rodríguez. Es la hermana de Mariana Rodríguez, excandidata a la alcaldía de Monterrey y esposa de Samuel García, gobernador de Nuevo León.

Eugenia tiene 777 mil seguidores, solo en Instagram. Con el resto de las redes sociales suma más de un millón. Chile Xile es uno de sus negocios. También promueve cosméticos de la marca Keerlab; administra una agencia de relaciones públicas llamada Prpl.management y Femmi, su marca de ropa.

Dudo que esté preocupado Bernard Arnault, de LVMH, dueño de firmas de alta costura y de los cosméticos Sephora. ¿Debería comenzar a hacerlo? No, siempre y cuando sean Eugenia y tres o cuatro más. Siempre y cuando sean pocos los competidores. ¿Y siempre serán pocos, verdad?

La generación que va de salida vio el mundo al revés. Primero el producto, la producción, la marca y ya después, contratar modelos y una campaña de marketing para promoverlos.

En la era de las redes sociales y la democratización de la comunicación, una mujer inteligente y simpática como Eugenia Rodríguez creó su marca y a partir de ahí derivó negocios. La gente busca algún producto que le conceda cercanía con su ídolo.

En México hay más ejemplos de individuos como Juanpa Zurita o Yuya que abrieron brecha en la venta de productos de consumo, uno, camisetas, la otra cosméticos.

¿Qué tan poderosa puede ser esa ola? El ejemplo máximo de la creator economy o economía de creadores lo representa quizás Mr. Beast. Jimmy Donaldson tiene apenas 26 años, pero es el personaje más influyente en las redes sociales en Estados Unidos. Nació en una familia de escasos recursos y comenzó publicando en redes videos hechos con su teléfono celular.

Su actual poder se describe fácilmente: el multimillonario Elon Musk no ha podido comprarlo. Quiere que publique sus famosos videos en su plataforma X, antes de hacerlo en YouTube. Mr. Beast se niega.

“Hacer mis videos cuesta millones, incluso si estos obtuvieran mil millones de visitas en X, no financiaría ni una fracción”, respondió Donaldson recientemente en su cuenta de X a la insistencia de Musk.

Ese mismo día de diciembre, Donaldson publicó otro tweet dando a entender que había subido un nuevo video, pero a YouTube, indicando a los usuarios de X que abandonaran esa plataforma y se movieran a la otra. “Lo subí, ve a verlo o te patearé”, escribió.

Su relación con Musk no se detuvo ahí. En su más reciente publicación en YouTube, reunió en una cabina de cristal a 50 de los más populares creadores de contenido, prometiéndoles un millón de dólares a quien fuera capaz de durar más tiempo que el resto encerrado en ese lugar.

Paulatinamente empezó a ofrecer a los participantes otros premios durante la competencia, por ejemplo, uno de 10 automóviles eléctricos Cibertruck, de Tesla, a quien fuera capaz de encestar en una canasta de basquetbol. Seguramente, Musk tuvo algo que ver en eso.

Mr. Beast dice que gana lo suficiente para producir sus videos a través de las transferencias que le hace YouTube por la publicidad vendida durante el show.

Pero ya encontró otra fuente de ingresos: Feastables, su marca de dulces y chocolates que ya tiene una distribución internacional.

El exesposo de Shakira, Gerard Piqué, creó un negocio a partir de su marca personal y una idea: torneos simplificados de futbol de salón, adornados con luces de colores y promovido… por creadores de contenidos que asumen el rol de ‘dueños’ de cada equipo. Se llama King’s League, en la que aparentemente ya invirtió Emilio Azcárraga, de Televisa.

No está claro cómo esta nueva economía digital que golpeó el modelo de negocio de los medios masivos, los hoteles y los taxistas, habría de impactar a empresas gigantes de consumo que venden chocolates, cosméticos o ropa:

¿Ya conocen la marca de ropa española Nude Project? Un grupo de amigos en sus veintes comenzaron creando contenido y ahora tienen en Europa pequeñas tiendas de ropa diseñada en una casa que alude tímidamente las fiestas de Hugh Hefner. Si yo fuera Bernard Arnault, buscaría una cita con ellos o con Eugenia.

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