Faltan 14 días, dos semanas exactamente, para que Donald Trump se convierta nuevamente en presidente de Estados Unidos.
Si cumple sus promesas, en un par de semanas tendremos la frontera cerrada y un 25 por ciento de arancel o sobreprecio en los productos mexicanos que serán muy caros allá y como consecuencia, muchos dejarían de venderse. Puede cumplir esas amenazas, pero no gratis. Y no es solamente un asunto de inflación en su país. Ahí está la clave.
Por eso difiero con los pesimistas, Donald Trump no va a desviar el rumbo de una nación como la suya, que en 2025 tendrá uno de los mejores que ha tenido su economía.
Sí tendremos algunos aranceles este año, es la marca de la casa Trump, y posiblemente enfrentaremos también el cierre de sus fronteras al tránsito de ciertas personas rumbo al norte. Debe atender a su público. Pero se equivocan quienes esperan escenarios catastróficos en la relación con ese país.
Conviene guardar los rosarios y moderarse, las medidas a aplicar por su gobierno serán todas aquellas que alimenten la narrativa para sus seguidores, con un límite: todo aquello que no dañe a sus empresas, que dependen de suministros mexicanos que no deben interrumpirse. Vamos al caso.
Vean lo que leen esta semana los miembros de la más poderosa organización empresarial de ese país:
“Salvo que ocurra un acontecimiento imprevisible, la economía debería crecer incluso mejor en 2025 que en 2023 y 2024, lo que significa una tasa de crecimiento superior al 3 por ciento y con ganancias que serán ampliamente disfrutadas. Esto contribuirá a que haya más oportunidades para que los trabajadores y las empresas alcancen su sueño americano”, expuso Curtis Dubai, economista en jefe de la Cámara de Comercio de los Estados Unidos (US Chamber of Commerce), una organización que suele mover muchos hilos de la política estadounidense.
“La mayoría de los demás países, incluidos los altamente desarrollados e industrializados, crecen más lentamente que la economía estadounidense. Les encantaría acercarse siquiera a una tasa de crecimiento del 3 por ciento”, agregó.
Tiene razón. Alemania batalla con la recesión, Francia apenas supera el uno por ciento; Canadá y México luchan por alcanzar al menos dos por ciento anual. Estados Unidos se distancia rápidamente incluso de las potencias europeas y asiáticas, y lo que México exporta es parte de la maquinaria que permite ese crecimiento de los vecinos.
¿Quiénes sí pueden ver problemas serios?
La industria automotriz está arraigada en la cultura estadounidense. Ese país no permitirá que sus compañías del sector pierdan más terreno en el mundo frente a los chinos. Que BYD venda más coches eléctricos que Tesla es un insulto para la manufactura estadounidense.
China necesita el crecimiento de sus empresas de autos por varias razones. Una de ellas es la caída de su sector inmobiliario que obliga a esa nación a buscar otras fuentes de riqueza. Otra, es la excelente vía de obtención de datos en la que se convirtieron los nuevos coches, tan conectados con las personas. A los vecinos no les gusta eso.
Robert Lighthizer, el representante comercial de los Estados Unidos que negoció con el secretario de economía mexicano, Ildefonso Guajardo, el actual tratado comercial (TMEC), fue enfático en denunciar lo que él percibió como abusos de México en contra de la industria automotriz de su país. Por eso destruyó el TLCAN original.
Pero el mismo Lighthizer reconoce en su libro No Trade is Free, que no vio problemas con el resto del comercio. En la nueva administración de Trump, un acólito de Lighthizer, Jamieson Greer, ocupará la oficina del US Trade Representative. Va a revisar toda la cadena automotriz.
Si ellos comprueban que México sirve de puente hacia el norte para coches o autopartes automotrices chinas, quienes están en el negocio verán más problemas que solo aranceles.
¿Quiénes pueden ver un montón de oportunidades?
Los demás. Fabricantes de máquinas, equipo médico, computacional, tecnológico, y aún más quienes proveen servicios a los estadounidenses, que en la era de la inteligencia artificial generativa deben entrar en un momento de aceleración sin precedentes.
Ya hay un montón de mexicanos haciendo marketing, software, servicios contables, servicios de arquitectura para clientes estadounidenses. Del otro lado están felices con la calidad y los precios. Platico con esos exportadores frecuentemente y celebran que ahí no hay y no habrá aranceles. Ya les platicaré de Product Latam.
Este año inicia, enhorabuena para los que siguen vivos. Ocupémonos en lo que podemos controlar: seguridad, energía limpia y educación, por ejemplo.