Sin duda, una de las principales noticias del año que está llegando a su fin es la monumental derrota electoral que sufrió el Partido Republicano de Estados Unidos en las elecciones intermedias de noviembre. Pero no fue total. Los republicanos recuperaron el control de la Cámara de Representantes por escaso margen, y ahora el grupo de los representantes extremistas tendrá palancas para detener legislación.
Será un problema, porque sus razonamientos no buscan el bienestar de los ciudadanos a través de la creación de leyes, sino imponer sus políticas radicales, y francamente racistas. Ahora mismo, en la lucha por conseguir la presidencia de la cámara y suceder a Nancy Pelosi, está Kevin McCarthy, en aras de ganar a los “loquitos” que residen en la cámara.
McCarthy no la tiene fácil. Necesita de 218 votos de toda la cámara, incluidos demócratas, para tomar el martillo. Se ve difícil, porque los republicanos no son todos radicales, y bien podrían organizarse detrás de otro candidato más sensato, y elegirlo con ayuda demócrata. Sería el mejor escenario.
Dado que el Senado será controlado por los demócratas, se corre el peligro de vivir dos años de congelamiento legislativo, al tener ambos partidos la capacidad de detener las iniciativas del otro. Por lo pronto, y a la carrera, mientras aún son mayoría en la Cámara baja, los demócratas han propuesto iniciativas para que las agencias federales sigan funcionando hasta el otoño del 23, para continuar fondeando la ayuda a Ucrania, para obras de infraestructura y otras cosas, con el apoyo de Mitch McConnell y algunos senadores republicanos, lo que hace pensar que se convertirán en leyes antes de que termine el año.
Pero Kevin McCarthy apareció en una entrevista con Fox News expresando su total rechazo al paquete, enfrentándose directamente a McConnel, con tal de agradar a sus apoyos radicales. Será prácticamente insostenible el trabajo legislativo si los líderes republicanos de sus respectivas cámaras están enfrentados. Además, la imagen de McCarthy es pésima. Fue de los primeros republicanos en denunciar los hechos del 6 de enero de 2021, sólo para presentarse unas semanas después a rendir pleitesía a Donald Trump, y dar reversa total a su postura. Veremos qué pasa.
Por otra parte, el año termina con una actitud decididamente activa del Departamento de Justicia en lo que se refiere a los múltiples procesos en los que está envuelto el expresidente Donald Trump, ahora precandidato republicano para 2024. Merrick Garland parece que está apretando el acelerador en las investigaciones sobre los documentos de Mar-a-Lago, así como en las de la insurrección del 6 de enero.
Claro que todos estamos en espera de las recomendaciones finales de la investigación del comité especial de la Cámara de Representantes, donde, se asegura, se enviarán referencias de algunos altos funcionarios de Trump al Departamento de Justicia para procesarlos, pero por lo pronto, el fiscal especial Jack Smith ya contrató más personal experto en corrupción pública, y ha enviado una serie de citatorios a personajes cercanos a Trump. Y a esos citatorios se tiene que responder. No podrán, como lo hicieron con el Congreso, escudarse en el “privilegio ejecutivo”, como lo demuestra la investigación estatal que se lleva en Georgia, donde ya declararon Rudy Giuliani y Lindsay Graham, y donde podrían presentarse los primeros cargos criminales contra Trump por tratar de alterar los resultados de una elección.
En fin, que se viene otro año difícil en la política estadounidense, y aquí estaremos, Dios mediante, para contárselos.
Les deseo a todos, queridos lectores, unas felices fiestas de fin de año, llenas de felicidad y en compañía de sus seres queridos. Esta columna se va de vacaciones, y estará de vuelta el jueves 5 de enero de 2023.