Hasta el momento de redactar estas líneas, el expresidente de Estados Unidos Donald Trump no había recibido notificación alguna de la presentación de cargos en su contra en Manhattan. Pero eso puede cambiar en un instante. Todos los analistas jurídicos y de política afirman que un arresto es inminente.
Esto no quiere decir, por supuesto, que lo van a meter a la cárcel. Le van a ordenar presentarse ante la Corte en Manhattan, donde el fiscal general, Alvin Bragg, presentará cargos formales contra Trump, que incluyen falsificación de documentos, pagos indebidos a una actriz porno y violaciones a la ley electoral, al considerarse el monto pagado en efectivo de 130 mil dólares, como un gasto de campaña ilegal.
Si Trump acepta presentarse voluntariamente, le tomarán fotos, huellas dactilares y pagará una fianza que le permitirá salir libre bajo caución. Si no se presenta, será arrestado.
Este proceso, desde luego, no es el único que enfrenta Trump, aunque es el que más avance tiene. En Georgia, los cargos serían más graves. Ahí sí hay delitos federales importantes, como el tratar de influir indebidamente en el conteo electoral y tratar de alterar el resultado de una elección ya legalmente procesada.
Y luego están las investigaciones que continúan bajo el fiscal especial Jack Smith en torno a los documentos clasificados que se encontraron en Mar-a-Lago, residencia personal de Trump, y la más grande de todas, conspiración para invalidar una elección federal debidamente avalada por todas las autoridades estatales. De ahí nació la gran mentira de que le robaron la elección.
Increíble, por cierto, que el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, comentara en su mañanera que él comprende a Trump. Afirmó, de manera verdaderamente audaz y, por supuesto, sin una sola prueba, que el motivo de los cargos contra Trump es político, y sólo es para bajarlo de la boleta electoral. Agregó que él padeció una persecución similar en la campaña de 2006. El tabasqueño se refería al famoso caso del desafuero. El entonces candidato presidencial y exjefe de Gobierno de CDMX claramente violó una orden judicial, y jurídicamente estaba más que merecido el desafuero, pero pesaron más, ahí sí, consideraciones políticas, y el desafuero no prosperó.
Además, arremetió contra los documentos del Departamento de Estado dados a conocer en Estados Unidos, que describen una realidad mexicana que todos padecemos, pero que Morena y su líder se niegan a aceptar. “Son unos mentirosos”, dijo López Obrador. Hasta en la conferencia de prensa diaria de la Casa Blanca, la vocera Karine Jean Pierre desmintió categóricamente al presidente mexicano.
Pero volviendo al caso Trump. Por lo menos cinco veces en la historia de Estados Unidos, un candidato presidencial ha participado desde la cárcel, así que en ningún caso Trump estará impedido de continuar su candidatura. Incluso, hay muchos analistas políticos en Estados Unidos que piensan que un arresto le convendría enormemente en términos electorales. Yo no estoy tan seguro de ello. Algunos de sus más fervientes seguidores, aun cuando siguen simpatizando con Trump, están ya cansados de tanto drama, y si sus cuatro años en la Casa Blanca fueron un circo, si regresa, el caos envolverá inevitablemente a la, todavía, nación más poderosa del planeta.
Reitero: es posible que cuando usted lea esto ya se hayan presentado cargos formales contra Trump, y la más grave preocupación de las autoridades es que el arresto produzca reacciones violentas entre los supremacistas blancos y otros grupos de ultraderecha. Se están tomando todas las medidas posibles, pero la sombra de la insurrección de 6 de enero de 2021 persiste. Ya nos enteraremos.