Empieza a calentarse la lucha interna de los republicanos de Estados Unidos por agenciarse la candidatura presidencial para 2024. Llegó la hora de empezar a conocer mejor a los contendientes.
El primero, hasta ahora prohibitivo favorito para llevarse la nominación es, sin duda, el expresidente Donald Trump. Sumergido en incontables problemas legales, acusado, juzgado y sentenciado en un caso de difamación y acoso sexual, me rebasa el motivo por el que un delincuente de esa calaña puede ser tan popular, pero no debe ser tan raro, pues aquí ganó Delfina Gómez el Edomex, en otra decisión inexplicable de los votantes.
Pero de Trump ya hemos hablado mucho en los últimos ocho años, y lo conocemos bien.
El Partido Republicano tiene enfrente un problema serio. Si Trump se convierte en candidato, ¿es capaz de ganar una elección general? Difícil. Entre más adopta sus tradicionales posturas conservadoras y radicales, más votos pierde entre los indecisos. Y siempre será identificado como el presidente que provocó la prohibición del aborto, así que tampoco cuenta con el voto femenino.
Pero su principal rival, el gobernador de Florida, es peor. En su estado, ya prohibió libros en las bibliotecas de las escuelas, impide que se enseñe la historia de los afroamericanos en los textos escolares, y está peleado a muerte con Disney. ¿Se imaginan un comercial político con el ratón Miguelito atacando a DeSantis? Es un suicidio.
Luego, está Mike Pence, el vicepresidente de Trump, quien se rehusó a violar la Constitución para cambiar el resultado de la elección de 2020 para favorecerlo. Siempre ha sido tibio, su mensaje es bastante débil, y su único apoyo está entre los evangélicos, que no tienen la fuerza como para hacerlo factor.
Ya anunció también Nikki Haley, exgobernadora, exembajadora de Estados Unidos en Naciones Unidas, y cuyo principal tema de campaña es la edad de los contendientes. Trump ya se acerca a los 80 años, y Joe Biden ya los cumplió. Haley está pidiendo que los candidatos se sometan a un examen de competencia mental.
Sigue Tim Scott, senador de Carolina del Sur, y el único afroamericano participante. Trump hasta lo felicitó cuando presentó su candidatura, así que no lo considera viable. Nadie lo considera viable.
Hay otros cinco precandidatos, pero sólo comentaremos a uno más: el exgobernador de Nueva Jersey, Chris Christie.
Todos los demás precandidatos son muy cuidadosos al hablar de Trump. Tratan de criticarlo de manera muy suave, porque no quieren enfurecer a la base radical trumpiana, que es extremadamente eficiente en elecciones primarias.
El exgobernador Christie abrió su campaña con un extendido y detallado ataque sobre las políticas de Trump: lo llamó corrupto, ratero, inmoral, sólo atendiendo a sus intereses personales, y lo declaró responsable del déficit trillonario que padece Estados Unidos.
Christie, pues, está utilizando una estrategia distinta a los demás, apelando a los republicanos moderados. Tiene la ventaja de haber pasado unos meses siendo muy cercano a Trump, así que le sabe cosas. Antes de llegar a la gubernatura, Christie fue fiscal federal, y sabe cómo meter en problemas a cualquier rival en un debate. El asunto es que llegue.
Hasta ahora, Christie no pinta en las encuestas. Y para acceder a los debates, hay una serie de requisitos que hay que cumplir, entre los cuales está recolectar 45 mil firmas. Ojalá las consiga, porque sería altamente interesante ver a Christie cuestionando a Trump.
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Un sentido adiós a mi amigo y colega de 50 años, Ricardo Rocha. Periodista hasta el final.