Es triste, desoladora, patética y trágica la manera como Estados Unidos se ha transformado desde la llegada de Donald Trump a la escena política en 2016. Muchos piensan que la regresión comenzó mucho antes de Trump. Desde que se abolió la esclavitud, han seguido existiendo grupos radicales y criminales, como el KKK. Pero operaban en la oscuridad. Trump les dio ventana, y se envalentonaron no sólo ellos, sino también los supremacistas blancos, los antisemitas y demás grupos racistas.
Este renacer de la parte más tenebrosa del estadounidense común ha provocado una división sin precedente en la población general. Es una situación algo parecida a la de México.
La pregunta más importante sobre Trump es: ¿sobrevivirá el trumpismo sin Trump? Porque Trump, ahora sí, y como lo vengo diciendo hace años, tendrá que enfrentar a la justicia.
Estos días han sido negros para el expresidente. Finalmente, el fiscal especial Jack Smith presentó cargos formales contra Trump. Son 37 delitos distintos, todos graves. Se declaró inocente. Y a los tres días, se presentó en una entrevista con Bret Beir, en Fox News, donde se hace verdaderamente bolas. Acabó aceptando que sí sabía que había documentos confidenciales que no devolvió al Archivo de la Nación, aun después de haberle asegurado a las autoridades que ya había entregado todo.
Después de esas declaraciones, la mayor parte de la comunidad jurídica no atina a dar con una defensa plausible para Trump. Muchos dicen que deben argumentar senilidad, y que se le olvidan las cosas, y que por eso se confundió tanto con los documentos, como en sus respuestas durante la entrevista.
Luego, por otra parte, no encuentra quién lo quiera defender. En el último mes le han renunciado cuatro abogados. Trump le insistió con urgencia a uno de ellos, quien aceptó volver, pero sólo si le pagaban por adelantado. A como va, tendrá un defensor de oficio.
La juez encargada del caso, Aileen Cannon, quien fue nombrada por Trump, y quien sufrió una llamada de atención del 11º Circuito de Apelaciones por su participación en las mociones de fiscalía y defensa para tener acceso al contenido de los documentos, parece que quiere enmendar su conducta. Informó que el juicio comienza el 17 de agosto, y puso fechas límites previas para que la defensa y la fiscalía presenten sus mociones.
Lo cierto es que difícilmente se cumplirá la fecha de inicio, pero parece que la juez Cannon hará que este proceso sea expedito.
Por si fuera poco, parece que el fiscal especial Jack Smith está casi listo para presentar acusaciones formales contra Trump y otros por la rebelión de 6 de enero de 2021, y el ataque al Capitolio.
Aquí el cargo más grave sería insurrección sediciosa, aunque en el otro proceso ya aparece espionaje. Vamos, el propio Bill Barr, su ex fiscal general, por mucho tiempo su incondicional y un tipo que cometió delitos para proteger a Trump, ya dice en la televisión que su exjefe es pan tostado. No tiene salvación.
Trump será juzgado en una corte federal en Florida. Esto le favorece notablemente. La corte convoca a un grupo grande de personas, y la juez los cuestiona sobre lo que saben, o han leído del caso, para confirmar si tienen una preferencia especial por el acusado o una aversión al mismo. Si la juez queda satisfecha con las respuestas, se convierte en uno de los 12 miembros del jurado. También escoge a otros 12, que escuchan toda la evidencia, y se quedan como jurados suplentes, por si alguno de los titulares tiene que dejar su asiento. El veredicto de “culpable” tiene que ser unánime. Con un trumpiano que haya en el jurado, Trump se salva. Y es Florida, un estado republicano hasta las cachas.