Para Donald Trump, cada relación comercial es una suma cero: lo que la otra parte pierde equivale a lo que él gana, por lo que los déficits en la balanza comercial son inaceptables. Además, para algunos de sus asesores más cercanos, como Pete Navarro –quien será su asesor principal en Comercio y Manufacturas a partir del 20 de enero – la balanza comercial es un reflejo del poderío de la nación, por lo que resulta inadmisible que Estados Unidos tenga, hasta principios de noviembre, un déficit de 73 mil 800 millones de dólares, de acuerdo con los datos de la Oficina del Censo de ese país. Incluso Trump ha utilizado como un argumento para demostrar la debilidad de la economía estadounidense bajo el gobierno de Biden, el que, de los diez principales socios comerciales de la Unión Americana, sólo se tiene un superávit con el Reino Unido, que es el número nueve en la lista, que representa 2.8 por ciento de su comercio total frente al 15.9 por ciento que representa México.
Trump no ha querido reconocer que la razón principal por la que México, Canadá y China tienen un superávit en la balanza comercial es porque más de 62 por ciento de las exportaciones de cada uno de estos tres países son bienes intermedios, materias primas y energía que se utilizan en la elaboración de otros productos, muchos de los cuales se exportan. La balanza comercial es un reflejo de las condiciones internas de la economía, por lo que la negociación de un acuerdo como el de Fase Uno con China, o la renegociación de los tratados con México, Canadá y Corea del Sur, agregando medidas más restrictivas al comercio, no solucionaron los déficits con ninguno de estos países. Si un país no cuenta en su territorio con la tecnología o con los insumos que requiere, las barreras comerciales no tienen un efecto importante, reducen la competitividad y la innovación y generan inflación, como sucedió en México en los 70 a raíz de las medidas adoptadas por el gobierno de Luis Echeverría.
Al igual que los mercantilistas del siglo XVI, Trump considera que la manera más eficiente de corregir un déficit en la balanza comercial es por medio de aranceles. En su último día de campaña, en un discurso en Raleigh, Carolina del Norte, hizo la primera amenaza de aplicar aranceles a las importaciones mexicanas si el gobierno de Claudia Sheinbaum no tomaba medidas para detener la migración ilegal y las exportaciones de fentanilo. Posteriormente, durante la Convención Republicana, en Milwaukee, habló de un arancel general de 10 por ciento a todas las importaciones y de un arancel adicional de 50 por ciento a las importaciones chinas como una medida para revertir del déficit comercial y promover el empleo y la inversión en su país.
A petición del senador Chuck Schumer, líder del Senado, y de los presidentes de los comités de Presupuesto y Finanzas, la Oficina de Presupuesto del Congreso elaboró este mes una estimación de los efectos de los aranceles propuestos por Trump en la economía estadounidense, que son congruentes con otros estudios menos extensos del FMI, OCDE y de diversas instituciones académicas. Los resultados muestran que inicialmente habría una reducción en el déficit de 2.9 billones (millones de millones) de dólares. El aumento en el precio de los insumos produciría un aumento en el índice de precios al consumidor de 1 por ciento. Además, el aumento en el costo de los insumos importados y el aumento en el precio de los bienes finales generaría una contracción del PIB de 0.6 por ciento. Esta contracción podría ser mayor aún conforme cayera la demanda por productos de Estados Unidos en el exterior, tanto por el aumento en sus precios como lo que se espera sería una apreciación del dólar en los mercados internacionales. Además, se darían efectos redistributivos entre la población en perjuicio de las familias de menores ingresos.
El Instituto Peterson de Economía Internacional estimó que los sectores de maquinaria y equipo, autopartes, vehículos en general, productos químicos, combustibles, acero y otros metales, textiles, alimentos procesados, frutas y hortalizas y calzado serían los más afectados en el caso de México. En acero, autopartes, vehículos en general, productos procesados, frutas y hortalizas, México es uno de los dos principales proveedores de Estados Unidos, por lo que una contracción de la economía de ese país tendría efectos adicionales sobre estos sectores. Y la contracción de la economía estadounidense sería aún mayor, de acuerdo a las represalias que tomaran China, la Unión Europea y otras de las economías más importantes.