Nuestro mundo ha cambiado radicalmente a partir de Internet. Lo que hace años se veía en películas de ciencia ficción, como comunicación inmediata entre personas y países, compraventa de productos y servicios por medios digitales y acceso a información que no se encuentra ni en la biblioteca más grande del mundo, con solo oprimir un botón, es posible gracias a la red.
Resulta imposible frenar la era digital y la conectividad que conlleva; los denominados GAFAM (Google, Amazon, Facebook, Apple y Microsoft), cuentan con millones de usuarios registrados, que día a día dan acceso irrestricto a sus datos personales y a información íntima sin tomar en cuenta su seguridad.
De acuerdo con la Real Academia de la Lengua Española, una de las acepciones de seguridad se refiere a la cualidad de seguro; esto es: libre y exento de todo peligro, daño o riesgo; no sospechoso; lugar o sitio libre de todo peligro, entre otros.
En el mundo real, los seres humanos conocemos y somos conscientes de los lugares o entornos que no son seguros, ya sea por instinto o por experiencia los evadimos o evitamos; nadie en su sano juicio se adentraría por la noche, en una calle oscura del barrio más peligroso de la ciudad, ni permanecería en un edificio en llamas; ninguna mujer ingresaría sin ropa en un país musulmán; no hay persona que tome sus vacaciones en un país asolado por la guerra.
Sin embargo, este instinto de supervivencia se desdibuja en el plano virtual; los usuarios que transitan o navegan por plataformas y aplicaciones electrónicas lo hacen sin el menor resquicio de temor; de manera efusiva comparten y difunden su información personal, tal parece que la vida a través de medios digitales y las nuevas tecnologías estuviera blindada con un escudo protector que nos guarda de todo mal.
Si bien, el estar sentados detrás de computadoras o smartphones brinda una falsa sensación de confianza y seguridad, nada más alejado de la realidad, lo cierto es que en que el mundo virtual hay tantos o más peligros que en el mundo real, además de todos los delitos que se cometen al usar plataformas o a través de medios electrónicos, diariamente los periódicos dan cuenta de innumerables crímenes cometidos por personas que las victimas conocieron en Internet: robo, secuestros, violaciones, extorsiones, etc.
En el INAI, por ejemplo, como organismo autónomo responsable de la protección de los datos personales, hemos recibido una cantidad significativa de denuncias presentadas por particulares en contra de empresas que realizan préstamos de dinero a través de aplicaciones; las personas detrás de estas apps tienen acceso a la información alojada en los teléfonos celulares de los solicitantes, como contactos y galería de fotos, y la utilizan para exigir el pago de manera realmente intimidatoria, enviando mensajes con amenazas e insultos no solo a los titulares sino a sus contactos.
El cibercrimen se ha convertido en un problema crítico para el sector público y privado, gobiernos y empresas se ven seriamente afectados, por lo que de manera conjunta deben instrumentar medidas para combatirlo. Uno de los esfuerzos que se han puesto en marcha para concientizar sobre la importancia de protegernos al transitar por la red, hoy en día celebrado por más de cien países, es el Día Internacional de Internet Seguro (Safe Internet Day), que surgió en el año 2004 en un afán de crear conciencia de la importancia de un Internet seguro, especialmente para niños y jóvenes al ser la población más vulnerable.
Es un hecho, la primera barrera o muro de seguridad al que deben enfrentarse los ciberdelincuentes es al personal, cada usuario debe tomar las medidas adecuadas para proteger su información y sus datos personales, así como tomamos precauciones y cuidados en nuestro entorno para asegurar nuestra vida e integridad en el plano real, es apremiante que como humanidad aprendamos a cuidarnos en este universo digital que nos tocó vivir.