Gran expectación causó el solo anuncio de la publicación del libro El rey del cash (Grijalbo, 279 págs.), que lleva como sugerente subtítulo el siguiente: ‘El saqueo oculto del presidente y su equipo cercano’, en obvia referencia a López Obrador y su gente, escrito por la periodista Elena Chávez. Se puede suponer que primero su preventa y luego finalmente su aparición lo hicieron convertirse en un claro éxito de librería.
Como algunos columnistas dispusieron previamente de su texto, fueron numerosas las reseñas del libro que aparecieron en los medios, o bien comentarios sueltos sobre aspectos específicos contenidos en el mismo. Prácticamente todos han sido en torno a la obtención francamente inescrupulosa, ilegal, inmoral de recursos, invariablemente en efectivo, de ahí lo de cash, para no dejar huella y su aplicación o gasto del mismo modo, en efectivo —en sobres y sobresotes billeteros— y sin rendir cuentas a nadie.
Sin embargo, hay en el libro pasajes sobre otros temas que no han recibido mayor atención y por lo mismo no han sido objeto de análisis o comentarios. Uno de esos aspectos es el relativo a las elecciones presidenciales de 2006 que perdió López Obrador y que desde entonces, faltando a la verdad, ha sostenido que le fueron robadas. Miente a sabiendas. Durante más de tres lustros se ha hecho la víctima de un fraude electoral que sólo existió en su imaginación y fue, como lo afirman algunos de sus entonces colaboradores, una derrota producto de sus errores.
En efecto, Guadalupe Acosta Naranjo, de la dirigencia nacional del PRD cuando la elección presidencial de 2006, en entrevista con la autora Elena Chávez le comentó a ésta que López Obrador, fiel a su estilo, se empeñó en crear una estructura paralela al partido, que denominó “Redes Ciudadanas”, con el propósito de tener el control absoluto de la situación. Seguramente porque ya se sentía presidente de la República.
“Ante esta decisión —dice Acosta Naranjo— le metí un escrito, junto con el secretario general del partido, para decirle que no lo hiciera. Era un error, no escuchó y por eso perdió la elección. Al no conseguir el triunfo se enfermó de odio. Y todo el odio y resentimiento que hoy trae viene de aquel momento”. “Sí, odia y ejerce venganza contra quienes cree que tuvieron que ver en el fracaso electoral de 2006″ (pág. 214).
Escribe también Elena Chávez en su libro que “Acosta Naranjo recuerda cómo en la campaña de 2006 la estructura paralela que hizo López Obrador costó una millonada. Fue dinero público tirado a la basura [que él calcula entre 120 y 140 millones de pesos] por su necedad y desconfianza hacia el PRD”. Tratando de conciliar, el dirigente perredista le propuso una fórmula intermedia. “‘No’, fue su respuesta”. La consecuencia fue que “alrededor del 40% de las casillas no se cubrieron. Fue un error estratégico de él por su desconfianza. Hasta donde habíamos ganado no nos dejó cuidar (las casillas). Fue un error suyo, no de nosotros”, dijo Acosta Naranja en la entrevista.
Pues bien, la formación y operación de esa estructura paralela “Redes Ciudadanas” se la encomendó AMLO al tabasqueño Alberto Pérez Mendoza, titular del Registro Público de la Propiedad en el DF, quien ante su fracaso “llegó a conocer la ira de su paisano cuando perdió la elección presidencial” (pág. 61).
Agrega la autora que “con la derrota en la elección, se dañó la amistad con Pérez Mendoza, a quien López Obrador acusó directamente del fracaso, pues no logró llevar a la gente necesaria para votar, cuidar las casillas y vigilar que se contaran bien los votos… Después de 2006 no se supo nada de Pérez Mendoza; decían que se había regresado a Tabasco a seguir su vida familiar” (pág. 63).
“Fue hasta el 13 de marzo de 2013 (dice la autora del libro que se enteró) que había fallecido en un hospital de la Ciudad de México. López Obrador quiso visitarlo cuando estaba internado; pero cuando llegó el otro ‘hermano’, de los muchos que ha tenido el tabasqueño, ya había muerto. Fue la única vez, me comentaría después César (Yáñez, a la sazón pareja de la autora del libro y personaje entonces muy cercano a AMLO), que vio llorar a López Obrador y pedirle perdón a un hombre que ya no podía escucharlo ni responderle agravios” (pág. 63).
Aunque no es el tema central de El rey del cash, el libro incluye otros datos y pasajes sobre aquellas elecciones presidenciales de 2006 que López Obrador perdió, aunque él insista en sostener lo contrario, a sabiendas de que miente, como veremos después sobre otro aspecto relacionado directamente con esos comicios.