La industria automotriz es fundamental para la economía de Norteamérica representando una parte significativa del Producto Interno Bruto (PIB) en los tres países y generando miles de millones de dólares en ingresos contribuyendo así a la estabilidad económica.
La industria automotriz en Norteamérica es probablemente la más altamente integrada en la región con cadenas de suministro intensamente relacionadas fomentando una colaboración estrecha entre los tres países y maximizando eficiencias.
Sin duda alguna, el Tratado México-Estados Unidos-Canadá (T-MEC) y su antecesor (TLCAN) han fortalecido la integración de la industria automotriz en la región, facilitando el comercio y la inversión, siendo complicado hoy en día distinguir con claridad automóviles canadienses, estadounidenses o mexicanos, siendo en este orden de ideas más que plausible referirnos a vehículos norteamericanos.
En un encuentro virtual reciente organizado por esta casa editorial, los líderes gremiales de la industria (Rogelio Garza, presidente Ejecutivo de la Asociación Mexicana de la Industria Automotriz; Guillermo Rosales, presidente Ejecutivo de la Asociación Mexicana de Distribuidores Automotores y Francisco González, presidente Ejecutivo de la Industria Nacional de Autopartes), proporcionaron datos duros por demás reveladores acerca de la importancia de esta industria en el contexto regional y nacional, y el peligro al amparo de los aranceles anunciados por la administración Trump.
En este sentido, en nuestro país, la industria automotriz es crucial para el desarrollo, contribuyendo con el 3.6 por ciento del PIB y una tercera parte de las exportaciones totales nacionales de manufactura.
Su participación en las exportaciones la convierte en la industria más relevante, superando en términos de ingresos de divisas a las remesas y al sector petrolero.
La industria automotriz mexicana ha impulsado la competitividad en las regiones donde se ubica, generando empleos mejor remunerados y promoviendo el desarrollo del capital humano, con más de cincuenta armadoras de 11 países operando en México y cerca de un millón de empleos directos.
Las armadoras que operan en la región, incluyendo en nuestro país, enfrentan riesgos derivados de los aranceles que pretenden imponerse por el gobierno de los Estados Unidos y las empresas evalúan cómo mitigar el impacto de posibles aumentos de precios y ajustes en sus cadenas productivas.
El sector de autopartes es un importante motor económico en nuestro país generando cerca de 108 mil millones de dólares anuales.
Cerca de cuatro millones de vehículos fueron fabricados en México en 2024, de los que aproximadamente tres millones fueron exportados a los Estados Unidos, lo que significa que alrededor del 20 por ciento de los vehículos ligeros adquiridos en los Estados Unidos provienen de México.
En este contexto, México es el principal proveedor de vehículos para Estados Unidos, enviando el doble de vehículos que Japón y Corea juntos.
Por otra parte, el 43 por ciento de las autopartes que compra Estados Unidos lo compra en México y otro 10 por ciento en Canadá, para un total de 53 por ciento.
De toda la manufactura especializada de autopartes en Latinoamérica, el 51 por ciento se fabrica en México.
En cuanto a la producción mundial de vehículos, el 59 por ciento de los vehículos se fabrican en Asia y más de la mitad de dicha producción ocurre solamente de China.
América del Norte ocupa un segundo lugar produciendo el 17.3 por ciento y la tercera región es la europea con 16.4 por ciento de la producción mundial de vehículos.
La aplicación de aranceles en una industria tan integrada y tan fuertemente regulada en la región como la automotriz (ningún otro tratado comercial exige un contenido regional del 75 por ciento como al amparo del T-MEC) es sencillamente impensable si lo que se pretende es competir de manera sólida en el concierto internacional.
La integración existente entre las industrias automotrices norteamericanas y las eficiencias logradas y probadas en las cadenas de suministro sugieren que la sensatez deberá prevalecer sobre agendas electorales y argumentos proteccionistas que a la larga acabarían lastimando fuertemente a la industria en las tres economías.
Los riesgos están, sin embargo, más presentes que nunca, y es necesario que los agentes económicos involucrados en una industria de como la automotriz, de gran relevancia en los tres países, trabajen de manera coordinada ejerciendo el peso y la presión que la situación amerita.