Ayer en la tarde el presidente del PRI, Alejandro Moreno, también conocido como el señor Alito, puso un tuit en el que decía lo siguiente: “Defender la democracia de nuestro país es el mayor compromiso que como mexicanos debemos asumir, por eso el @PRINacional estará presente en la marcha del próximo domingo 13 de noviembre. ¡México nos necesita en esta importante batalla!”.
Ese tuit es lo que se conoce popularmente como “ganas de chingar”. En efecto, no otra cosa es ese tuit que una venganza a los excamaradas de Alito en la alianza que él mismo frustró. Claro, el tuit no anuncia necesariamente la presencia del nefasto personaje en la marcha que se pretende muy ciudadana. Pero el efecto es que sus examigos, como el presidente del PAN, se manifiesten al respecto y rechacen –o no– su presencia en el evento dominical. Seguramente veremos a López Obrador defendiendo el derecho de Alito a manifestarse pacíficamente. Por supuesto, la reacción de los organizadores de la marcha puede generar decisiones políticas. Para eso es el tuit: si le dicen bienvenido a la marcha, aquí todos caben, pues don Alito va a sentir que cuenta con las credenciales democráticas para limpiar su imagen de chapopote, hará un llamado a juntarse alrededor de lo que une y no de lo que divide y cursilerías aliancistas del estilo; por otro lado, si se le hace un llamado para que no asista porque su presencia resulta vomitiva –por decirlo de alguna manera–, pues el señor Alito podrá justificar su voto a favor de la propuesta de López Obrador, no solamente por despecho, sino porque alegaría que no hay voluntad ni actitud democrática por parte de sus interlocutores.
¿Qué pasará? No lo sabemos, pero por lo pronto se puede decir que la marcha a favor del INE tiene más que preocupado al presidente López Obrador. Durante más de una década el Presidente fue el “marchista mayor” en este país. Nadie ha organizado tantas marchas y tan grandes como él; sin temor a equivocación, se puede decir que es la persona que más veces ha llenado el Zócalo capitalino. Así que a este profesional de las marchas le debe doler que se le junte la gente para protestar en su contra. Aunque sean los adversarios que tanto detesta y a quienes dedica horas de insultos semanales. Da lo mismo si son las mujeres las que se organizan para protestar que los por él llamados “conservadores”, para el Presidente toda marcha en su contra es ilegítima, tiene intereses ocultos y quienes asisten son manipulados por sus archienemigos: los amos y señores del mal.
Por eso también hay que ir a la marcha: para que se enoje. Porque le fastidia que sean muchos o poquitos, pero que lo hagan, que le recuerden que son muchos, muchísimos los que no están con él y más le irrita que se junten para gritar en su contra, porque él y nadie más es el dueño de la plaza pública. Cierto que las marchas que organiza la derecha nunca son gran cosa, pero no se trata de números, eso ya pasó hace tiempo. Se trata de la voluntad de la gente de salir a las calles y manifestarse, de empujar un proyecto, denunciar una injusticia, reclamar una política, la actitud de la autoridad o las siempre legítimas ganas de mentarle la madre al gobierno.
Ojalá se junte mucha gente en las marchas del próximo domingo en distintas ciudades y los asistentes queden satisfechos de su marcha. No se necesita más. Ojalá no vaya Alito.