Autonomía Relativa

El pleito, el INE y la Corte

En tiempos normales y civilizados la SCJN y el INE harían su trabajo con toda normalidad sin ser sujetos de mayor disputa pública.

En medio de un ambiente polarizado, enrabiado como el que vivimos, dos instituciones están en el jaloneo de uno y otro lado. Es un escenario en ocasiones incendiario: de este lado lanzan una antorcha prendida, del otro rompen los cristales y arrojan cerillos, y el presidente de la República, siempre presente en la gresca, la que anima derramando gasolina para que el incendio nunca termine.

Atrapadas en este incendio se encuentran dos instituciones: el INE y la SCJN. Todos sabemos las causas. La Corte porque quien la preside ya no está al servicio de la causa lopezobradorista y porque una de las ministras impulsadas por el Presidente cometió fraude para titularse. El Instituto Electoral porque quiere ser cooptado por el gobierno para ser ellos los jugadores, el árbitro y hasta el público en esa competencia que llamamos elecciones.

En el caso de la Corte hay que decir que las cosas están llegando a niveles muy preocupantes. El presidente López Obrador en persona ha decidido encabezar una campaña contra la presidenta de ese poder: Norma Piña. La ministra no había terminado de ver los pendientes de su escritorio y el habitante de Palacio ya clamaba que había una corrupción en el Poder Judicial que hace apenas unas semanas no se veía. Absurdos los dichos presidenciales, pero también preocupantes porque autorizan a sus seguidores a ahondar esos ataques. Uno de ellos subió una amenaza de muerte a la ministra en las redes sociales. Es el ambiente que genera el Presidente.

Cierto que apenas tomó posesión de su encargo la ministra fue objeto de pleito entre los dos bandos que protagonizan la bronca nacional. Que no se haya levantado de su asiento para aplaudir al Presidente para unos nos pareció un gesto de altísima dignidad que devolvía el decoro a un puesto asfixiado en la más ramplona lambisconería y para otros una increíble majadería al titular del Ejecutivo y una muestra de la llegada de los conservadores a la presidencia del Poder Judicial. Nadie se cuestionó si le dolía un pie y no se podía levantar o si simplemente no supo qué hacer y ya no le dio tiempo de pararse. Lo comento porque, en efecto, no hay espacio ni para los actos involuntarios: todo es interpretado de inmediato.

En medio de esto, la ministra Yasmín Esquivel se mantiene hasta arriba del escándalo por tercer mes consecutivo –un verdadero récord nacional–. No importa ya qué haga o deje de hacer la señora, mientras permanezca en su cargo es un escándalo. Es muy probable que el Presidente la convenciera de mantenerse en el puesto sin importar las críticas y reclamos, le haya refrendado su amistad y le dijera que la golpean para dañarlo a él. En el fondo el Presidente sabe que, mientras siga Yasmín en la Corte, quien pierde en imagen es la SCJN porque el desprestigio de Esquivel es para la institución en la que está.

Mientras tanto en el INE la demolición ha comenzado. Como dato de cruel paradoja, dos representantes de Morena en ese instituto responden a nombres de alta alcurnia en la historia de la humanidad: Hamlet y Eurípides. Tragedia sin duda que estos dos chacales lideren el proyecto de destrucción de lo que tanto esfuerzo costó construir. La batalla por el INE no ha terminado y será la Corte la que decida.

En tiempos normales y civilizados la SCJN y el INE harían su trabajo con toda normalidad sin ser sujetos de mayor disputa pública. Pero la presidencia de López Obrador no es precisamente normal y mucho menos civilizada, así que el pleito seguirá.

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