Es la representación de todo lo que destaca en la cuatroté: corriente, majadera, cretina, vulgar, inepta, déspota, ineficiente, mezquina. Ana Gabriela Guevara ha dado muestra de su ínfimo nivel como funcionaria, de su irrelevancia como directora del deporte nacional y de su bajeza como ser humano.
Que vendan calzones, Tupperware o Avon, dijo la señora en referencia a un grupo de atletas que ganaron medalla de oro en una competencia para la cual no recibieron apoyo del gobierno. La señora Guevara, que está metida en fraudes y escándalos de corrupción, que se queja de que la auditoría le exige que compruebe todos los gastos –pues de qué cree que se trata una auditoría–, se enojó porque las triunfadoras reclamaron la falta de apoyo. Y contestó de esa manera: que por ella “vendieran calzones”.
No deja de ser interesante el que la directora del deporte piense en Avon o en Tupperware, incluso en calzones como método de financiamiento para lograr asistir a competencias internacionales. Hay algo que no entiende o que no sabe cómo hacer que se le ocurren esas medidas como ejemplo. Y es que, como es de todos sabido, las jóvenes nadadoras tuvieron que recurrir a la venta de trajes de baño para financiarse el viaje a la competencia. Eso es creatividad, pues llamó la atención del hombre más rico del país que les financió el viaje en el cual triunfaron. Se sabe que en México hay dos secretarios del bienestar: Guillermo del Toro y Carlos Slim. Asunto que se atora para ir a la conquista de algún logro internacional, sea de nado sincronizado o de olimpiada de matemáticas, ambos personajes salen al rescate de la avaricia y la ineptitud gubernamental y financian con éxito el proyecto.
Guevara, a quien ya se le puede decir la señora Tupperware, fue atleta ganadora de medallas a nivel internacional. Fue orgullo del atletismo nacional. No se hizo sola, recibió apoyos –aunque claro, más allá de los apoyos, el esfuerzo de la atleta es el que cuenta– y respondió con altura a lo recibido. Su decadencia, la de su imagen como personaje público empezó cuando se quiso dedicar a la política, en la que todo ha sido tropiezo tras tropiezo. La usó el PRI y luego López Obrador. Ya presidente, López Obrador la puso al frente de la Conade y el resultado es vergonzoso en todos sentidos. Sobre todo, para ella que triunfó como atleta pero que es un fracaso en la política.
Doña Tupperware tacha de mentirosas a las hoy ganadoras de medallas. Ellas hacen hoy lo que la corredora hacía algunos años atrás. No dudo que sea difícil para ella ver cómo las jóvenes triunfan mientras ella se hunde en el fango de la corrupción y la majadería.
Para la titular de la Conade, vender perfumería, productos para la cocina o ropa interior es algo muy bajo, algo que ella no tiene por qué hacer, que eso lo hagan las jóvenes deportistas. Que se jodan. Ella no tiene la culpa de nada, solamente es la responsable del deporte. ¿Por qué le reclaman?