Hace unas semanas comenté en este espacio la necesidad de que quienes compiten por la candidatura presidencial del Frente opositor declinaran en favor de Xóchitl. Sostengo lo dicho y creo que éstas pueden darse en cualquier momento antes de que se lleve a cabo el proceso de elección que, por los resultados de organización en esa instancia, no se puede suponer que será algo tremendamente exitoso. Las declinaciones sí lo serían. Tanto Enrique de la Madrid como Creel y Beatriz Paredes tienen ya un lugar ganado en la lucha que viene. Sus partidos se los deben garantizar, han hecho un esfuerzo meritorio en circunstancias adversas y deben estar en la arena política nacional.
En el lado de Morena parece suceder lo mismo. Los competidores hombres lo son más entre ellos que con Sheinbaum, que es la que lleva una amplia ventaja según todas las encuestas. Marcelo ya bailó –literal– hasta las de Caballo Dorado y nomás no levanta con sus planes de robotizar al país una vez que se concluya la militarización emprendida por este gobierno.
Se sabe. Marcelo y Claudia se odian. Así son las cosas en los partidos, la animadversión entre compañeros de causa siempre es terrible, como las guerra civiles en las que predomina la saña y la crueldad. En el PAN, calderonistas y creelistas es fecha que no se hablan, con agravios de 2005; Chong y Alito han jurado venganza entre ellos, colosistas y salinistas nunca fumarán la pipa de la paz. Así que claudistas y marcelistas destilarán su odio recíproco en las semanas y meses por venir. Pensar que Ebrard pueda declinar por Claudia no parece ser algo que vaya a suceder. El excanciller está dispuesto a todo para ganar la candidatura que ha soñado por décadas y Claudia está dispuesta a hacer lo que sea para que Ebrard no cumpla con ese sueño. Sabemos también que Sheinbaum es “la consentida del profesor” y que le ayudará a conquistar la candidatura en juego. De cualquier modo, la competencia entre ellos dos le ha dado cierta visibilidad a ambos y les ha sido de ayuda. Pero cabe la pregunta, ¿las otras corcholatas, Adán y Monreal sobre todo, qué caso tiene que estén en una supuesta campaña que nada más no prende?
El caso de Adán Augusto es ya un contrasentido. Dejó la relevancia del puesto político más importante del país para improvisar una campaña que va escándalo tras escándalo. Chismes burdos de alcoba verdaderamente desagradables, la muerte de un colaborador en un avionazo, el supuesto asesinato de otro personaje de su campañas, sus relojes, el dinero de los espectaculares, todo es un verdadero despropósito. La imagen que tenía de hombre con mano izquierda, de político avezado se ha desmoronado en escandalitos y frivolidades. ¿No sería que mejor declinara por Claudia o por Marcelo si le parece? Eso le daría un gran impulso al aburridísimo proceso de Morena.
El caso de Monreal es similar. El año pasado era un político de altura que tomaba decisiones y hacía declaraciones fuertes, sabía colocarse entre el autoritarismo del Presidente y los balbuceos opositores. Este año, él mismo anunció que prefería no ser nada que llevarle la contra al Presidente. Y, bueno, pues ha sido muy exitoso en su cometido porque su campaña es como si no existiera, una entrevista aquí, un evento allá, un tiktok más allá. ¿Para qué sigue en la contienda?
Tanto a Adán como a Monreal el Presidente les prometió puestos al terminar la contienda interna, ya no tienen por qué seguir haciendo el oso. Sería mejor que declinaran por Claudia que es, de cualquier modo, la que va a ganar.