Todo parece indicar que Claudia Sheinbaum quiere llevar la iniciativa en el proceso electoral. Está bien, de eso se trata una campaña: hay que estar diario porque uno nunca sabe qué puede pasar. Seguramente Sheinbaum sabe que los 15 o 20 puntos que le lleva a Xóchitl de ventaja no son una cosa fija, que las campañas tienen vida propia y que los imponderables, los imprevistos, son los que pueden dominar un proceso electoral. Tan sólo este fin de semana que acaba de pasar nos quedamos sin tercer lugar que, según la encuesta del periódico Reforma, ya traía 14 puntos, mismos que vuelven a estar en el aire.
Sheinbaum no es una buena candidata, pero sabe disciplinarse y hacer lo que tiene que hacer y decir lo que tiene que decir. A diferencia de Xóchitl, que sí podría ser una buena candidata pero que es evidente que no se disciplina y ni siquiera sabe lo que tiene que decir o no lo quiere decir. Son diferencias importantes. En las campañas las repeticiones son cosa de todos los días, la improvisación es para salir del apuro.
Hay señales que indican que Claudia ha decidido, por lo menos en términos de su campaña, salir del círculo radical y primitivo del que se rodea López Obrador y ha querido darle un toque personal a algunos nombramientos en su campaña. Un acercamiento más a sus maneras: algo más de socialdemocracia, algo más de academia y un poco de basura política.
No otra cosa fue el nombramiento de personas destacadas en distintas áreas –que pueden tener la ideología que quieran, pero eso no les quita su especialización– para realizar foros para el desarrollo de su plan de gobierno. Expertos, perfiles técnicos que no necesariamente han estado de acuerdo con determinadas políticas del gobierno lopezobradorista, forman parte de ese grupo. La basura política corre a cargo de Javier Corral. Este hombre ocupó casi todos los cargos posibles en el PAN: directivo estatal, secretario, vocero del CEN, miembro del Comité Ejecutivo Nacional, consejero nacional, diputado federal, senador, vuelta a ser diputado federal y vuelta a ser senador, gobernador... más de tres décadas de militante. Ahora que ya no tiene chamba se acercó a la candidata Sheinbaum. ¿Qué pensaba Javier Corral de López Obrador al inicio de este gobierno? “El presidente López Obrador no está pensando en un gobierno de seis años. Está pensando en la construcción de un nuevo régimen político para varias décadas” (El País, 13/03/19). Poco tiempo después le horneaba un pan de piloncillo al Presidente y ahora forma parte de ese modelo de “régimen político para varias décadas”. Por su parte, López Obrador ha opinado de Corral lo que cualquiera que lo conozca lo suficiente: “Es un vulgar traidor”. Pero bueno, es época de levantar cascajo y doña Claudia no es la excepción. Allá ella.
Lo que llama la atención es el pleito que ha tenido Sheinbaum con una buena parte de su banda, concretamente la parte radical, que la combatió fieramente en la CDMX para que se quedara Clara Brugada como candidata, a pesar de perder por 14 puntos. Ellos ni están en esos grupos, ni en ningún otro de la órbita claudista. Incluso la señal que manda a sus compañeros con lo de Corral es que, para ordenar a los morenistas corruptos, les va a mandar un expanista. Curiosa decisión con olor a revancha.
Por lo pronto, lo que podemos ver en esa campaña es el intento de correrse hacia el centro, de calmar el ambiente enturbiado por el Presidente con sectores en la ciencia y la academia. Habrá quien le crea, seguramente, pero también se puede recordar que el ánimo conciliador y de centro después de las elecciones de 2018 a AMLO le duró como dos semanas.