Con el PRI a la baja como nunca, queda claro que la heredera de ese partido no es la que está postulada como candidata de ese partido, sino la candidata del gobierno –lo cual es muy priista–. En efecto, Claudia Sheinbaum es la más clara heredera del PRI en las elecciones de este año.
Claro, ella lo niega. Alega una historia propia, que la tiene, pero que todos sabemos que no cuenta. Ella está ahí no para resaltar su trayectoria en las filas de la izquierda mexicana, sino para defender un proyecto de expriistas, como el que ha encabezado, desde 2018, López Obrador y sus amigos, como Manuel Bartlett, Ignacio Ovalle y otra runfla de exmilitantes del PRI. Ella, Claudia Sheinbaum, que seguramente creció despreciando ese PRI y, por ejemplo, a ese par de personajes en concreto, es ahora su heredera y le toca representarlos. No hay manera de negarlo. Aunque la apoyen algunos elementos de lo que fue la izquierda mexicana, ella representa la nueva y a la vez vieja versión del PRI.
Héctor Aguilar Camín lo dijo puntualmente en su texto el día de ayer (Milenio 25/01/24): “El linaje histórico más cercano de lo que Claudia Sheinbaum encabeza hoy es la escisión del PRI encabezada en 1987 por Cuauhtémoc Cárdenas, a la que siguió la fundación del PRD. Una historia borrada en su discurso”.
La izquierda en México desde hace tres décadas solamente ha tenido dos candidatos. Dos expriistas: Cuauhtémoc Cárdenas y Andrés Manuel López Obrador. Ambos fueron candidatos a la Presidencia en tres ocasiones. Claudia Sheinbaum es la innovación de esta elección; sin embargo, pocos, ella y unos cuantos, pueden decir que es postulada como candidata de la izquierda. Tanto Cuauhtémoc Cárdenas –'el ingeniero’, como pomposamente le dicen– como López Obrador se encargaron de llenar de expriistas las filas de lo que fue el PRD y, con la fundación de Morena, llegó un movimiento –que no un partido– con todas las prácticas priistas posibles y con todos los priistas posibles. De ese movimiento es candidata Claudia. Pero no solamente eso. Es sabido que el PRI de Salinas de Gortari creó el PT como partido satélite para ser auxiliar del priismo. Una vez que el PT se convirtió en un monstruo capaz de caminar solito para ir a otro lugar a exprimir presupuesto, el priismo también echó a volar al tucán: al Partido Verde. Un engendro que también cobró vida propia y ahora está en la órbita de Morena, tal y como estuvo con Peña o con Fox, siempre dispuesto a cobrar en efectivo, en cheque, en bitcoins o en especie. El Partido Verde durante años ha sido conocido por su capacidad para la bajeza, la estupidez y el entreguismo más ramplón. Bien, pues Claudia Sheinbaum también es candidata de esas creaciones del priismo: el PT y Partido Verde.
Como hemos visto –y comentado en este espacio–, los eventos de la señora Claudia son absolutamente priistas: la cargada, el acarreo, las tortas, los billetes, los líderes, el templete lleno de inútiles, los discursos que son porras y elogios para la candidata y las palabras huecas de ella. Eso sí, cada vez está más rodeada de priistas. Tiene más priistas en su equipo que Xóchitl.
Quizá por eso se desgañita diciendo que su movimiento es heredero del 68 y de las luchas progresistas, cosa que también decían los priistas progres. Claudia no se ha dado cuenta, pero, poco a poco, está mutando en priista. Bien revolucionaria la heredera.