Muchos soltaron el sofisma de que MORENA era la cuarta etapa del PRI, hoy moribundo y en el triste espectáculo del lucro de las ruinas y del cascajo de lo que fue. El un texto argumenta una serie de diferencias enormes más allá de los vicios que engendra el poder, vicios que se convierten en arenas movedizas por el natural desgaste de gobernar, fenómeno que no escapa ningún partido político histórico o de reciente creación, lo mismo en democracias encumbradas que en formación.
El PRI y sus antecesores crearon vicios y demonios como hoy los está creando la nueva hegemonía política que los engendra desde su propio cuerpo sostenido por el vértice del personalismo de un nuevo caudillo. Si en 1929 se decidió transitar al país de las instituciones, en el 2018 el regreso al poderoso líder de carne y hueso, enciende las alarmas en un franco retroceso. Muy lejos del México que apenas lo habitaban casi 16 millones de mexicanos al México actual con 130 millones en territorio nacional y más de 20 millones de mexicanos en el vecino del Norte.
Desde la creación del PNR, su sucesor el PRM y el PRI, si algo se distinguió el otrora partido hegemónico, fue por la creación de instituciones, muchas comandadas por ilustres mexicanos que contribuyeron al desarrollo de México. José Vasconcelos, Jaime Torres Bodet, Agustín Yáñez, Guillermo Soberón, Jesús Kumate, Fernando Solana Morales, Jesús Reyes Heroles, Rosario Green Macías, entre muchos mexicanos más, que no necesariamente con militancia de partido, dieron fortaleza a ese andamiaje institucional que contribuiría al primer tramo del Estado mexicano que conjuntó transmisión pacífica del poder, crecimiento económico y la transición de un país rural a uno urbano.
MORENA, sin discusión interna y obsequiosa con el Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, está desapareciendo instituciones por decreto, pero sin propuesta de algo nuevo. Entre la creación de instituciones que fortaleció al PRI a la amputación de instituciones de López Obrador, el retroceso es grande como preocupante que las decisiones después de tres alternancias presidenciales sigan siendo de una sola persona, el habitante del Palacio Nacional. Sin debate, sin control desde el Legislativo y secuestrados por las fobias e ignorancia del Ejecutivo Federal diversas instituciones están desapareciendo.
Las instituciones pasan por tres períodos: el del servicio, el de los privilegios y el del abuso.