El Globo

Cuba no aprende

El gobierno cubano, tan anquilosado y vetusto como sus respuestas viejas y sus acciones primitivas: te encierro en tu casa para que no salgas a gritar lo que todos sabemos.

La protesta multitudinaria convocada para ayer 15 de noviembre (15N) fue neutralizada por un férreo control policíaco. Vigilancia sobre líderes, más de 30 a quienes les impidieron abandonar sus viviendas, una fuerte presencia policíaca en las principales avenidas, además de una extensa campaña de desacreditación en contra de la protesta: que si Estados Unidos está detrás de todo, que si el imperialismo y la vieja cantaleta de los agentes externos.

Las fechas se suceden como códigos: 27N (noviembre 2020) u 11J (junio 2021) fueron estallidos espontáneos, sorpresivos, sin planeación previa ni convocatoria extendida. Arrojaron a miles a las calles en demanda de derechos y libertades, críticos al régimen que demandan mayor apertura en la isla, la existencia reconocida de oposición política, el fin a la represión y la censura. Alto a los arrestos ocasionales y a las detenciones ‘preventivas’.

Este 15N fue distinto, porque hubo planeación, se hizo una masiva convocatoria a salir en camisas blancas a la calle, con ramos de flores, con un mensaje de apertura y de pluralidad. Ni siquiera señalamientos enérgicos en contra de las eternas carestías, los cupones inservibles, las filas interminables y la persecución de toda voz crítica o disidente.

Era una marcha pacífica que fue controlada a la perfección por los aparatos de inteligencia y seguridad. Nadie salió a la calle de entre los líderes convocantes, sometidos a vigilancia personalizada y control de movimiento. Arresto domiciliario en los hechos.

Una poderosa y repiqueteante campaña en medios para descalificar la protesta, para ligarla a los viejos enemigos del pasado y de siempre: Washington, el imperialismo y otras patrañas.

El resultado: muy pocas personas se atrevieron a salir con su camisa y caminar por el Malecón o por la 26 de Julio.

El presidente Díaz-Canel salió exultante a presumir el regreso presencial a clases y otros aniversarios sin sentido, mientras hierve un malestar social al que el gobierno pretende marginar y minimizar.

Estos nuevos gobernantes, herederos de los anteriores, de los Castro, sus héroes y profetas, parecen no entender que ya no es igual. Que hay nuevas generaciones, inconformes, insatisfechas, dispuestas a salir y dar la cara y pelear por principios básicos. Todo régimen autocrático en la historia se estrella con su propia ceguera, con la incapacidad de ver y entender los movimientos sociales, la cambiante sensibilidad popular, los deseos extendidos y justificados de una mejor vida, mayores derechos y libertades, una auténtica democracia.

Para este gobierno cubano de hoy, tan anquilosado y vetusto como sus respuestas viejas y sus acciones primitivas: te encierro en tu casa para que no salgas a gritar lo que todos sabemos. Como si el encierro cambiara el pensamiento, trocara el ímpetu libertador en miles de jóvenes.

Los viejos métodos de control, represión y censura se han gastado tanto que los jóvenes cubanos de hoy, nietos y, en algunos casos, bisnietos de los revolucionarios, ya no aceptan la respuesta maniquea del imperialismo y la maldad de los traidores.

Quieren libertad para viajar, para hablar, para pensar sin estructuras preestablecidas o cartabones definidos hace 60 años, cuando no sólo no habían nacido, sino tal vez sus padres tampoco. Libertad para asociarse sin explicaciones, para postular candidatos, para construir una nueva realidad que no sea la del partido y las de los héroes barbudos de hace seis décadas. ¡Basta de vivir instalados en el pasado! Vamos hacia delante, reclaman muchos.

Cuba no entiende, o su gobierno por lo menos, qué pasó en la Primavera Árabe hace justo 10 años, y cómo se fueron Mubarak, Kadhafi o tantos otros que se pensaban dueños de la patria y sus destinos.

Cuba no entiende que los tiempos cambiaron y las nuevas generaciones reclaman el derecho a decidir su destino, sin Consejos de Ministros impuestos por generales o fuerzas de seguridad que te espían en el baño y la cocina. ¡Basta de vivir arrinconados, perseguidos, hostigados…! De aquel viejo orgullo revolucionario ya pasaron 60 años, y el mundo es otro.

El 15N fracasó, pero vendrán otros 20D, 7E, 14F y sume usted los códigos del calendario que prefiera. Flota una caliente insatisfacción que parece no será sometida como muchas otras veces en el pasado. ¡Se acabó!

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