El Globo

Ucrania: alerta máxima

Europa y Washington le comunican con claridad al Kremlin: no estamos jugando, si ustedes invaden territorio de Ucrania, las represalias y consecuencias para Rusia serán enérgicas.

En una semana, la situación de tensión entre Rusia, la Unión Europea y Estados Unidos no ha disminuido, sino todo lo contrario. La OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) y el Pentágono, en Washington, decretaron alerta máxima a contingentes militares listos para potenciales despliegues en plazos máximos de cinco días. Esto quiere decir que Estados Unidos y la Unión Europea están contemplando una escalada militar rusa en territorio ucraniano en esta semana.

Ayer lunes, el presidente Biden, de Estados Unidos, sostuvo videoconferencia simultánea con los líderes de Francia, Alemania, Italia, Polonia, Reino Unido, la OTAN y la Unión Europea para detallar preparativos, fuerzas y contingentes en posición de despliegue ante una eventual invasión rusa a Ucrania en el más corto plazo.

Según Biden, existe unanimidad: “Responderemos ante la más mínima agresión militar por parte de Rusia”.

Estados Unidos colocó 8 mil 500 efectivos en alerta para despliegue inmediato. Estas tropas americanas, según el Pentágono, se integrarían a la Fuerza de Respuesta de la OTAN (NRF –NATO Response Force–), por sus siglas en inglés, integrada por 40 mil efectivos de los países miembros del tratado) en territorios de Europa del Este.

Los aliados han ofrecido y movilizado, hasta el momento: Francia envió tropas a Rumania; Dinamarca, Jets F16 a Lituania; Holanda, Jets F35 a Bulgaria; España, fragata al mar Negro.

La movilización del presidente ruso, Vladimir Putin (127 mil efectivos y contando), ha alcanzado los niveles máximos de alerta. Ya no se trata de una bravuconada, de un acto de fuerza para demostrar su poderío y resolución, hoy se trata de un potencial conflicto bélico en Europa, un escenario conocido para la humanidad y que todos, todos, quisiéramos evitar una escalada global.

Los Estados miembros de la Alianza Atlántica que hacen frontera con la Federación Rusa enfrentan condiciones adicionales de riesgo y vulnerabilidad: Polonia y los Estados bálticos (Lituania, Letonia y Estonia). Por ello, la OTAN y sus integrantes han decidido fortalecer sus defensas con patrullajes aéreos, defensas tácticas terrestres y despliegue de tropas en tierra.

Europa y Washington le comunican con claridad y transparencia al Kremlin: no estamos jugando, si ustedes invaden territorio de Ucrania, las represalias y consecuencias para Rusia serán enérgicas.

La Unión Europea anunció este lunes ayuda financiera de entre 1.2 y 1.3 billones de euros para Ucrania, como recursos que contribuyan a enfrentar la crisis.

Desde la Segunda Guerra Mundial no se había presentado una escalada y tensión militar de esta magnitud en Europa. Los conflictos cíclicos del Medio Oriente (Líbano, Siria) o los árabes con las guerras e invasiones en Irak y Kuwait, si bien contemplaron, en diferentes momentos y circunstancias, contingentes multinacionales de combate y también de paz, no alcanzaron la gravedad que este escenario presenta.

Irónicamente, Ucrania no es un Estado miembro de la OTAN; esa sola idea es el detonador de la furiosa respuesta rusa desde 2014. Putin rechaza el crecimiento de la OTAN hasta fronteras rusas; ya sucedió con los bálticos y con Polonia, y el Kremlin no está dispuesto a permitir que un solo Estado más de la antigua esfera soviética caiga bajo el paraguas del Tratado Atlántico.

La invasión de 2014, que concluyó con la anexión de Crimea a la Federación Rusa, es un error a los ojos de Occidente, que, en palabras del propio Biden, “no volveremos a repetir”.

Rusia eleva la apuesta al enviar tropas adicionales y tanques a territorio de Bielorrusia, bajo el inverosímil anuncio de ejercicios militares previamente acordados. Y por si faltaran elementos, navíos de la Armada rusa realizan igualmente ejercicios navales en el mar del Norte, frente a Irlanda, como una velada amenaza de cercanía amenazante a costas británicas.

Todos los intentos de diálogo reciente entre Antony Blinken, secretario de Estado americano, y Lavrov, ministro ruso de Asuntos Exteriores, han conducido a un callejón sin salida. Cero avance, poco diálogo, nula comprensión.

Esta crisis geopolítica sucede en el peor momento para el gobierno estadounidense, con un presidente Biden debilitado ante la constante ofensiva republicana y trumpista. Putin lo sabe. En opinión de muchos, es el autor intelectual del debilitamiento democrático estadounidense, desde la intervención digital en el proceso electoral de 2016.

Esta semana será crucial por el despliegue de aviones, tropas europeas, barcos de la OTAN en zonas amenazantes para Rusia. Moscú tendrá la dimensión clara de que, esta vez, Europa y Estados Unidos no se quedarán en las simples sanciones comerciales y económicas. Habrá combate de por medio. El cálculo para Putin radica en si este nacionalismo ruso, marcado por la aguda nostalgia soviética, le servirá para cerrar filas entre simpatizantes y detractores, además de distraer la atención de graves problemas domésticos.

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