Estados Unidos enfrentará una de las más grandes confrontaciones sociales de los últimos 50 años. Esa es justo la edad –un poco menos– de la resolución histórica de Roe vs. Wade que estableció el derecho garantizado al aborto en ese país.
Tal vez desde los movimientos por los derechos civiles en los años 60, la lucha por la igualdad afroamericana y el propio aborto, la Unión Americana no había vivido lo que se avecina.
En los próximos meses seremos testigos de multitudinarias movilizaciones públicas, protestas, pancartas, presiones sociales y políticas en múltiples estados de la Unión.
La decisión reciente de la Suprema Corte de Justicia (6 votos en contra de 3) por eliminar el derecho constitucional al aborto (la postura conocida como prochoice, a favor de la decisión individual de cada mujer por dar a luz o no a un bebé) y dejar en manos de cada legislatura en cada estado la decisión legislativa final, ha arrancado ya con un choque frontal entre conservadores y liberales.
Esta división profunda, religiosa e ideológica es la que está partiendo al país a la mitad.
Hay muchas otras expresiones en lo político y lo social, como la migración, las minorías, los derechos electorales en disputa, los servicios médicos siempre incompletos e insuficientes para segmentos menos favorecidos.
Pero de fondo, lo que sucede es la transformación demográfica del país. En la última década, por su crecimiento, las poblaciones hispana, asiática, afroamericana (lo que se conoce aún como minorías) han dejado de ser los segmentos menos numerosos. Hoy, juntos, son mayoría.
Esto significa que la población blanca-anglosajona, quienes se consideran a sí mismos los auténticos americanos, descendientes de los padres fundadores de la nación, están siendo desplazados –lo serán más en los años por venir– de las posiciones de mando y poder.
El control del país se le está escurriendo entre los dedos de las manos, ante la implacable curva demográfica que apunta hacia arriba el crecimiento de esos otros segmentos de la población.
Lo que presenciamos es la lucha descarnada de grupos anglosajones por reducir derechos y garantías a los otros, para impedir lo que resulta inevitable: serán la mayoría dominante del país (para algunos, lo son ya).
En los últimos dos años han impulsado piezas legislativas en los estados para impedir el voto de comunidades minoritarias; han rediseñado distritos donde los demócratas tenían mayoría; han retirado prestaciones y servicios para que ancianos, discapacitados y otros segmentos minoritarios puedan emitir su voto. Es una amplia conspiración para mantener el control conservador de los blancos.
Disculpe usted si suena a película de ficción, pero los tres jueces designados por Trump a la Suprema Corte de Justicia rompieron el equilibrio entre liberales y conservadores.
El resultado está a la vista. Para atrás el derecho que otorga a las mujeres la posibilidad de decidir sobre tener un embarazo completo y un parto, en contrasentido al aborto libre y protegido por la ley.
Miles de mujeres han salido a las calles en los 14 estados donde la legislación local ha avanzado ya muy rápidamente para prohibir todo tipo de aborto. Dakota del Sur, Alabama, Mississipi, Florida, estados con una fuerte orientación conservadora y gobernados por republicanos enfrentan ya protestas y movilizaciones públicas de mujeres que exigen mantener el derecho constitucional al aborto sin restricciones.
California se ha visto obligada a emitir medidas cautelares para que las clínicas de aborto no sean objeto de violencia y persecución hasta que el Congreso local determine su resolución final.
Existen analistas políticos americanos que sostienen que haber tocado el polémico, pero sacrosanto derecho al aborto, puede convertirse en el error político más grande para conservadores y republicanos. La causa radica en que pueden haber provocado la inmensa movilización activista del voto liberal más grande en la historia, que eventualmente se expresará en las urnas el próximo noviembre para renovar la totalidad de la Cámara de Representantes.
Pueden haber activado a miles, a millones de votantes, quienes no están dispuestos a que se les retiren derechos y libertades.
Lo veremos en noviembre, mientras tanto, la batalla por el aborto se librará en cada tribunal, en cada Congreso local y en cada juzgado de todo el territorio americano.