El Globo

Luces de esperanza

El radicalismo de ultraderecha fue derrotado en la Unión Americana –por ahora– y se abren posibilidades para una representación más plural en las cámaras.

Contra todo pronóstico, los demócratas se alzaron con varias victorias que apuntan a un escenario más equilibrado en la contienda política estadounidense.

Si bien ya confirmaron 50 asientos en el Senado –con el triunfo en Nevada de la senadora Cortez Masto–, lo que les otorga la mayoría por el voto de la vicepresidenta, Kamala Harris, aún está por definirse el asiento senatorial de Georgia, que por su estatuto local celebrará segunda vuelta el 6 de diciembre. Si gana el demócrata Raphael Warnock frente al impresentable exfutbolista profesional Herschel Walker, los demócratas habrán resultado no sólo los vencedores de las elecciones intermedias, sino recuperado más asientos de los que tenían.

En la Cámara de Representantes es otra historia. Ahí aún hay distritos en recuento y revisión, pero hoy los números le otorgan 212 representantes a los republicanos, mientras que son 204 para los demócratas. Hacen falta 218 para la mayoría, pero parece que se inclinará a favor del partido conservador.

Sin embargo, la jornada dejó varias lecciones muy ilustrativas rumbo a 2024.

Una creciente ola de votantes jóvenes y mujeres acudió a las urnas, impulsadas esencialmente por su defensa del derecho al aborto, que se convirtió, al final de la jornada, en la fuerza motora del voto demócrata.

Para aquellos quienes consideran que la victoria de Donald Trump y su regreso a la Casa Blanca en 2024 es un hecho consumado, las elecciones del martes pasado probaron que esas afirmaciones están muy lejos de la realidad. En primer lugar, por la aplastante derrota de buena parte de sus candidatos. Muchos de los ‘palomeados’ y respaldados por Trump resultaron vencidos en las urnas, ciertamente por márgenes muy reducidos, pero perdedores. Pero, además, la enérgica victoria del gobernador Ron DeSantis, en Florida, lo catapulta hacia la candidatura republicana que ambiciona con fervor.

Trump es el gran perdedor de la jornada, no sólo porque no consiguió una victoria sonora y aplastante como esperaban, sino, además, porque no existen señalamientos de desviaciones electorales. Es decir, su tendencia a desacreditar el proceso ante las derrotas tuvo que reducirse a declaraciones medianas ante la evidente victoria de los demócratas.

El daño a la democracia norteamericana que esta jornada podría haber significado se diluyó para beneficio de Estados Unidos, sus ciudadanos y el mundo entero. Ganó la democracia cuando millones de votantes acudieron a las urnas y emitieron su voto.

Ganó la democracia cuando millones decidieron defender un derecho que jueces conservadores arrebataron en la Suprema Corte de Justicia.

Pero hay más.

Mike Pence, exvicepresidente con Donald Trump, se atreve ahora a criticar a su exjefe, al señalarlo como corresponsable de los sucesos del 6 de enero 2021, el ataque al Congreso.

Otros republicanos parece que están empezando a tomar distancia del todopoderoso Trump, que mantiene –todavía– al partido en un puño. Es decir, el discurso y la narrativa radical de los ultraconservadores en contra de las minorías, los inmigrantes, las libertades religiosas y abortivas, pueden muy bien haber recibido un golpe que provoque la moderación entre los sectores más radicales del movimiento republicano.

Es aún temprano para afirmarlo. Trump tenía previsto anunciar su candidatura este martes, y hasta anoche a las 10 pm de México y 11 pm de Florida, no estaba confirmado ningún acto del expresidente.

Los resultados del martes, la mayoría demócrata en el Senado y las derrotas de varios de sus candidatos a gobiernos estatales, pueden muy bien haber reducido la fuerza de sus expectativas.

Una ligera, tenue, luz de esperanza brilló después del martes en Estados Unidos. El radicalismo de ultraderecha fue derrotado –por ahora– y se abren posibilidades para una representación más plural en las cámaras.

La “paliza” que esperaban en Representantes (Cámara baja) puede terminar con una muy ligera diferencia de seis u ocho curules. Muy relativa mayoría.

Esto, por lo pronto, prefigura una contienda interna en el Partido Republicano por la candidatura, cuando Trump no sea el único aspirante, sino que DeSantis y tal vez otros –como el propio Pence– se atrevan a desafiarlo.

Mucho está aún por escribirse en la política partidista estadounidense después de estas intermedias, pero los presagios más oscuros se han disipado. Habrá batalla, contienda, debate, pero nadie está totalmente derrotado, como pretendían aplastar a los demócratas.

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