El Globo

Las mentiras de los medios

Aunque en general la libertad de expresión ha sobrevivido, la persecución, el denuesto, la descalificación y hasta las acusaciones directas también se han propagado como nunca.

Rupert Murdoch, el magnate mediático de origen australiano con poderosa presencia en Gran Bretaña, Europa, Australia, Nueva Zelanda y, por supuesto, Estados Unidos, compareció frente a un jurado.

La demanda en contra de su cadena, Fox News, proviene de la firma Dominion Voting System, de Estados Unidos, contratada para realizar conteos, mediciones y verificación de resultados en procesos electorales. Es una corporación muy reconocida por su transparente expediente en el recuento de votos.

En la muy competida y controversial elección presidencial de 2020 en Estados Unidos (noviembre 2020) en la que se midieron Donald Trump (quien pretendía reelegirse) y Joe Biden, quien resultó vencedor, Trump alegó fraude electoral. Afirmó sin prurito ni evidencia alguna que le habían “robado las elecciones” por conteos fraudulentos, por números manipulados y modificados a manos de sus oponentes demócratas.

Esta intensa campaña de desprestigio encabezada por el propio presidente de Estados Unidos concluyó en los trágicos eventos del 6 de enero de 2021, cuando el Congreso, en su función de Colegio Electoral, debía validar el resultado de los comicios y reconocer al ganador.

Como es hoy ampliamente conocido y consignado por un Comité Especial del Senado, hubo un intento real de golpe de Estado, por parte de miles de manifestantes que asaltaron el Capitolio –causando la muerte de cinco agentes de seguridad– y tomando la sede de ambas cámaras por algunas horas. Las vidas de muchos congresistas corrieron peligro, entre ellas las del propio vicepresidente Mike Pence –que encabezada la sesión en su calidad de presidente pro tempore del Senado– y de la señora Nancy Pelosi, en su calidad de presidenta de la Cámara de Representantes.

Ambos tuvieron que ser desalojados por pasadizos subterráneos de la sede del Capitolio para proteger sus vidas.

La cadena Fox News –de corte marcadamente conservador y, más aún, republicano– dio amplia cobertura a los hechos y, especialmente, a los resultados electorales durante todo noviembre y diciembre de 2020.

Fox News acusó a Dominion Voting System de haber manipulado los resultados y de haber modificado conteos finales en distritos y regiones para beneficiar a Biden.

Es decir, la cadena televisiva perdió –como es su costumbre– toda imparcialidad en la cobertura noticiosa y se inclinó por defender la versión trumpista y conservadora del fraude nunca comprobado.

Dominion Voting demandó a Fox News por difamación de su nombre, marca y firma con base en hechos y señalamientos falsos. La demanda tiene un monto de 1.6 billones de dólares, una cifra enorme que tal vez alcanza a buena parte de la fortuna de su dueño, el señor Murdoch.

Después de los hechos consignados por el comité especial del Senado y del veredicto del gran jurado de Georgia, que determinó la inexistencia –en su estado– de fraude electoral, Murdoch tuvo que reconocer que su empresa, conductores y cobertura habían mentido.

No pudieron sustentar con evidencias sólidas el hipotético fraude de la empresa.

Faltan días aún para saber cuál será la sentencia del juez, o si las partes –como sucede con frecuencia en un juicio en Estados Unidos– buscarán un acuerdo fuera de la Corte.

Pero lo cierto es que se sienta un precedente. Una cadena nacional de televisión americana, con millones de seguidores en su audiencia, que mintió deliberadamente sobre un hecho por alimentar una tendencia ideológica, por convicción o por presión política y gubernamental.

Fox será sancionado y Murdoch tendrá que pagar una cifra millonaria.

Y, tal vez, en el futuro, se cuidará más de la difusión de actos de propaganda que distorsionan la realidad.

Para México, enfrascados en los espectáculos matutinos diarios, con una continua e interminable campaña gubernamental encabezada por el propio Presidente, desde donde se ha ejercido presión a medios para eliminar o disminuir la crítica adversa al mandatario, en primer lugar, o para otorgar difusión y cobertura extensa a las barbaridades de sus funcionarios, los hechos del vecino obligan a una reflexión.

Sería importante decir que, en general, la libertad de expresión ha sobrevivido, subsisten medios libres –como este– que ofrecen una diversidad de opiniones y lecturas de análisis. Sin embargo, la persecución, el denuesto, la descalificación y hasta las acusaciones directas y personales también se han propagado como nunca antes. Muchos medios han recibido la presión directa de la Presidencia para “acallar” algún crítico o para invitar a programas de radio a defensores del aparato de la propaganda y la “mal llamada” transformación.

Tal vez un día se hagan investigaciones precisas de aquellos que difundieron las campañas de propaganda, los datos falsos del Tren Maya o del fracasado AIFA.

Y, tal vez, también se lleve a juicio, con evidencias sólidas, a quienes sigan defendiendo que la concentración del domingo fue para defender a García Luna.

La propaganda constante y repetida pasará por la báscula de la historia y, tal vez, algún día también por el de la justicia.

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