El pasado domingo se realizaron elecciones primarias en Argentina, un ejercicio interesante de selección de candidatos con miras a las próximas elecciones presidenciales en octubre de 2023.
Estas elecciones primarias tuvieron la característica de ser abiertas, simultáneas y obligatorias (PASO); es decir, todos los integrantes del padrón –más de 34 millones de ciudadanos– en todos los territorios del país y de forma obligatoria, que agregó además sistemas de votación electrónica por primera vez. Un ejercicio interesante.
Pero lo más relevante fue el resultado. Una fuerza nueva, Libertad Avanza, con una clara orientación de derecha neoliberal, incluso con algunos rasgos de ultraderecha, arrasó en los comicios del domingo. De un total de 24 entidades federativas, Libertad Avanza venció en 18, convirtiéndose en el partido más votado.
Su líder y aspirante a candidato presidencial se llama Javier Milei y es el nuevo fenómeno en el escenario político argentino.
El precandidato del oficialismo, el continuador del kirchnerismo que gobierna Argentina hace más de 16 años, es Sergio Massa, quien salió vencedor apenas en cuatro departamentos. La señora Patricia Bullrich se anotó la victoria en dos entidades.
Milei es el nuevo fenómeno que propone iniciativas tan radicales como dolarizar la economía, desaparecer al Banco Central o liberar incluso la portación de armas.
Se autonombra un liberal libertario, que pretende, según él mismo, liberar al país de todos los obstáculos que han impedido el crecimiento de Argentina en la última década.
El sorprendente resultado ha dejado muy impactados a los actores políticos, quienes veían la expresión de Milei como una voz extrema, radical y ocurrente.
Para sorpresa de muchos, fue votada por más de 70 por ciento de los ciudadanos participantes el pasado domingo.
Según los analistas locales e internacionales, se trata del estallido del hartazgo por una economía estancada, una economía rota, incapaz de generar crecimiento y riqueza, y un sistema político circular que no ha logrado romper un prolongado ciclo de mediocridad.
Tal vez no todos los argentinos comparten las posturas “extremas” de Milei, pero lo que resulta evidente es que muchos quieren un cambio, cansados y enojados por un sistema que ha deteriorado los niveles de vida en el país.
Milei y su Libertad Avanza bien pueden significar el fin del kirchnerismo, con Cristina y el actual Alberto Fernández como presidente, y cerrar un muy extenso ciclo histórico que no consiguió provocar un auténtico cambio en el país.
Podría equipararse al surgimiento en España de aquel movimiento de Indignados que concluyó en la construcción de una fuerza política que tampoco ha conseguido grandes resultados en las urnas.
Milei capitaliza un extendido sentimiento de insatisfacción, de muchos años del mismo grupo político –20 años interrumpidos por cuatro del gobierno de Macri– que han deteriorado el ingreso medio de los argentinos, la calidad de vida, el salario, el tipo de cambio y muchas señales de descenso económico.
Las elecciones generales en octubre presentarán a los candidatos finalistas de la sesión del pasado domingo, en una contienda que, a juzgar por los resultados de antier, pudiera representar el fin de los gobiernos peronistas de Néstor Kirchner, Cristina Kirchner y Alberto Fernández.
Todo dependerá de la orientación que tome ahora Javier Milei. Si se mueve un poco hacia el centro, modera sus propuestas, se muestra con posturas más mesuradas, podría capturar un enorme sector del electorado como sucedió el domingo pasado.
Si se radicaliza con propuestas de derecha extrema, cancelación de reformas, el regreso duro al neoliberalismo, podría enfrentar una elección mucho más competida que las primarias.
El planteamiento de la derrota de partidos de izquierda, con economías disfuncionales y líderes carismáticos, abre siempre la puerta a políticos de ultraderecha que no ofrecen puntos intermedios y visiones de centro que incorporen reformas de la izquierda, y además activen la economía e impulsen la inversión. Fenómeno presente en otras regiones del globo.
Esta historia en Argentina está aún por escribirse.
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