El gobernador de Texas lo volvió a hacer. Una nueva medida enérgica, brutal, en contra de inmigrantes en su territorio, sólo que esta vez alcanzó niveles legislativos.
Ayer lunes en Brownsville, Texas, Greg Abbott, gobernador de ese estado, promulgó la Ley SB4, que faculta a todo oficial de la ley en Texas (Policía Estatal, Fronteriza, sheriff, etcétera) a detener –sin ninguna orden judicial de por medio– a toda persona “sospechosa de haber cruzado ilegalmente” la frontera y estar en territorio del estado de Texas sin visa ni permiso.
Es decir, por el sólo hecho de tener la apariencia, la fisonomía, la vestimenta o, en suma, el perfil de un inmigrante ilegal, los oficiales locales podrán detener a cualquier persona.
Más aún, están obligados, según dicha SB4, a deportarlos de forma inmediata.
Este último precepto de la ley viola derechos constitucionales en Estados Unidos, que otorgan a inmigrantes un proceso jurídico para apelar toda deportación, explicar las causas de su estancia en Estados Unidos e iniciar procesos jurídicos diversos: asilo político, permiso de trabajo, visa temporal, etcétera.
Esto significa que la ley texana rompe con la Constitución de Estados Unidos en esta materia, asume funciones federales ajenas a su jurisdicción –la deportación– y elimina todo proceso jurídico de atención a los inmigrantes.
Un auténtico atropello que manifiesta la radicalización antiinmigrante en plena temporada electoral.
Hemos ya señalado en múltiples ocasiones que el tema se volverá uno de los ejes republicanos hacia las elecciones de 2024.
En primer lugar porque existe una crisis migratoria entre México y Estados Unidos. No solamente por el aumento significativo de inmigrantes que desde nuestro país intentan diariamente cruzar la frontera, sino porque ahora a los mexicanos se suman miles de centroamericanos, sudamericanos y provenientes de otras regiones del planeta.
Esto ha producido un número récord de la Patrulla Fronteriza en sus reportes de detención y deportación exprés.
Con todo, no es suficiente.
El servicio que la Guardia Nacional mexicana presta al Servicio de Inmigración de Estados Unidos al contener, detener, desviar y empujar de regreso a miles de migrantes centro y sudamericanos no ha sido suficiente para disminuir el creciente número de intentos.
Están rebasados, y así lo reporta la policía texana.
Abbott y su gobierno de republicanos ultras impone dos leyes para combatir este fenómeno: la primera es la SB4, con los permisos, facultades y responsabilidades a fuerzas locales del orden; la segunda es la SB3, que otorga mil 500 millones de dólares a dichas fuerzas locales para ejercer estos programas, además de seguir construyendo los llamados muros de Trump para contener a los inmigrantes.
Todo experto coincide en señalar que vendrán múltiples recursos legales en contra del estado de Texas, del gobierno de Abbott y en contra del gobernador en persona por atropellar y violar la ley federal americana.
Algunos de esos recursos pudieran provenir de México, por el grado de impacto que esto representa: te pueden detener sólo por tu aspecto, por tu apariencia, y exigirán la demostración física de que cualquier persona, ciudadano americano o no, tiene una estancia legal en Texas.
Esto presupone un clima de persecución, de amenaza y hostigamiento contra la ciudadanía en general, pero especialmente en contra de hispanos, mexicanos y ciudadanos de otras nacionalidades.
Si usted tiene previsto ir a Houston próximamente, a Austin, a Dallas para una cita o negocio, le recomiendo lleve consigo su visa y pasaporte en todo momento. No vaya a ser víctima de un abuso.
A los connacionales que buscan recurrentemente esas rutas para internarse en territorio americano, especial cuidado y prevención. Van a estar muy duros, porque ahora una ley local les faculta para hacer funciones de la Guardia Fronteriza.
El clima antiinmigrante se incendia en Estados Unidos, y alcanzará niveles de infierno total a medida que se acerquen las elecciones.
Trump es el ‘campeón’ de esta causa a nivel local, y todo acólito republicano pretenderá emularlo. Es el caso de Abbott, que, eventualmente, buscará reelegirse en Texas.
Sin embargo, más allá de lo electoral, hemos alcanzado un nivel de ‘crisis permanente’, donde el tema deja de ser estacional por procesos internos y elecciones, para convertirse en premisa estable de gobierno. Muy delicado.