El Globo

Frontera ‘electoral’

2024 es un año electoral y los republicanos, incluyendo a Donald Trump, por supuesto, han convertido el tema migratorio en uno de los ejes del proceso.

Sabíamos desde hace meses que el tema de México en general, con énfasis en la migración y el fentanilo, sería central en la campaña presidencial en Estados Unidos.

La repetida retórica republicana, construida desde los gobiernos estatales de Florida y Texas, principalmente, teniendo como abanderados a los respectivos gobernadores: Ron DeSantis y Greg Abbott, quienes elevaron continuamente el tono, las acusaciones y, con mayor gravedad, las medidas impuestas por cada uno.

DeSantis tuvo la osadía –en franca violación de derechos de los migrantes, pero sobre todo de los derechos humanos– de obligar a indocumentados en su territorio a abordar autobuses y enviarlos –en contra de su voluntad– a estados más receptivos a los inmigrantes, como Nueva York o Illinois.

Greg Abbott, por su parte, ordenó instalar alambre de púas para impedir el cruce de personas a territorio estadounidense a través del estado de Texas.

Más aún, colocaron en distintos segmentos del río Bravo (río Grande) boyas flotantes anaranjadas y esféricas, enlazadas mediante alambres estables, y con navajas cortantes como de serrucho o de sierra eléctrica entre cada esfera. El propósito no sólo era impedir el cruce, sino incluso dañar y herir a personas que intentaran sujetarse de las boyas en el río para evitar ahogamiento.

Absolutamente criminal e inhumano.

Una Corte local ordenó al gobierno de Abbott retirar las boyas en muy pocas semanas.

Y un tribunal federal de apelaciones ordenó retirar, apenas la semana pasada, el alambre de púas. El fallo estableció, como señala la Constitución americana, que el cuidado y protección de las fronteras es una facultad y responsabilidad federal, no de los estados de la Unión, ya sean fronterizos o no.

Esto quiere decir, sólo para subrayar, que únicamente Washington, la Casa Blanca y el Departamento de Seguridad Interna (Homeland Security) pueden tomar medidas para controlar el flujo fronterizo y establecer políticas migratorias.

Pero 2024 es un año electoral. Y los republicanos, incluyendo a Trump, por supuesto, han convertido el tema migratorio en uno de los ejes del proceso.

Trump llegó al exceso, hace unas semanas, de declarar que se convertiría en “dictador por un día” después de ganar los comicios federales de noviembre, y ordenar el cierre de la frontera.

El problema es que esta retórica se ha inflamado con discursos, señalamientos y acusaciones. Trump acusa a Biden del peor manejo fronterizo de la historia al permitir flujos incesantes de inmigrantes indocumentados.

Al mismo tiempo señalan a la administración como incapaz y débil para imponer medidas en contra de México por la crisis del fentanilo y los cientos de miles de muertes que ha provocado en los últimos dos años.

Este dardo envenenado al corazón de los votantes ha provocado que los demócratas y el propio Biden “se corran” a la derecha. Apenas el viernes, Joe Biden declaró que si los republicanos firmaban el acuerdo suspendido en el Congreso, el presidente en funciones de Estados Unidos estaba dispuesto a cerrar la frontera.

¡Inaudito! ¡Increíble! Arrastrado por la narrativa del “todos los males vienen del sur, y eso quiere decir de México”, Biden cedió y pronunció la promesa-amenaza.

Tal vez sus asesores electorales, desesperados por ganar simpatías entre los electores, están dispuestos a una medida extremadamente radical, como cerrar la frontera con México.

De tal forma que la frontera ha dejado de ser geográfica, política, migratoria, de seguridad binacional, del mayor intercambio comercial en nuestra historia –récord de exportaciones de México a Estados Unidos en 2023 con 593 mil mdd– concentrado esencialmente en la industria automotriz y otras manufacturas.

Ahora la frontera es también electoral, será botín de disputa y combate entre Biden y Trump.

Pareciera concurso entre ambos, para ver quién se atreve a cerrarla primero, y cobrar con ello algún beneficio en las urnas.

Para México implicaría una auténtica tragedia por las implicaciones comerciales, financieras y económicas.

López Obrador, ayer por la mañana, ridiculizó la propuesta y al propio presidente Biden:

“Cualquiera que tenga un poquito de luz en la frente sabe que es imposible”, dijo AMLO, a quien sólo le faltó decir que Biden era un estúpido, o lo implicó.

Sí reconoció que tanto el demócrata como Trump en su momento se han portado bien con México.

De Trump dijo “muy respetuoso”. Imagínese nada más el ‘debraye’ de Andrés Manuel, al llamarle respetuoso al que acusó a los mexicanos de criminales, malos, delincuentes.

Lo cierto es que la frontera será el tema central de la campaña: medidas enérgicas, regulación, revisión del tratado, cierres intermitentes.

En los hechos, la administración Biden ha realizado más visitas a México con funcionarios de alto nivel como ningún otro gobierno en la historia: han venido Mayorkas –secretario de Seguridad Nacional–, Blinken –secretario de Estado–, los jefes de la DEA, la CIA, el fiscal general de Estados Unidos, congresistas y otros muchos.

Esto puede representar un grave problema para México, para el cual no parece que el gobierno esté preparado ni tomando medida preventiva alguna.

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