El Globo

Trumpistas mexicanos

Los trumpistas mexicanos, jubilosos en mesas de café y restaurantes, afirman la cascada de beneficios que traerá el impulso a la primera economía del planeta.

Pululan. Lo hacen de forma discreta –la mayoría de ellos–; de bajo perfil, dirían. No deja de ser políticamente incorrecto respaldar a un criminal, mentiroso, misógino y tantas cosas más ¡Pero les encanta!

Tienen esa falsa percepción de que será como el Chapulín Colorado y “llegará a defenderlos” de los abusos y excesos de la ‘4T’.

Están tan lejos de preocuparse de si la democracia se debilita o se fortalece o si, en los hechos, llegará a la Casa Blanca una edición moderna de un dictador reloaded que pueda “ordenar al mundo”, que expresan el secreto entusiasmo de que Trump represente un freno al socialismo chabacano de Morena.

La esperanza mejor cimentada radica en atacar y contener a los cárteles del narcotráfico. Trump lo ha anunciado y prometido durante toda la campaña, y tengo la personal certeza de que el día 20 de enero –después de tomar posesión como el 47º presidente de Estados Unidos– declarará la persecución directa en contra de los narcotraficantes mexicanos.

Lo ha dicho, no hay sorpresas: “Han envenando nuestras ciudades; iremos por ellos”.

El mecanismo para hacerlo consiste en declarar “terroristas” a los traficantes de sustancias y narcóticos –no vaya a ser también que a los de personas– para poderlos perseguir, arrestar, combatir y atacar en cualquier rincón del planeta donde se encuentren. Eso dice la Ley de Seguridad Interna de Estados Unidos, creada, reformada y fortalecida a partir del 9/11.

El 20 de enero Donald Trump firmará un rosario de decretos en nuestro lenguaje político-jurídico: para ellos serán órdenes o acciones ejecutivas. En los hechos, la misma cosa.

La instrucción concreta y específica del títular del Poder Ejecutivo para instrumentar una acción inmediata de gobierno.

La probable lista de decretos ese día, incluirá:

- La conclusión y extensión del muro fronterizo.

- La deportación masiva, colectiva, de inmigrantes ilegales –sin documentos– en Estados Unidos, cualquiera que sea su procedencia.

-Un golpe duro, frontal, a la frontera, que haga sentir el cambio enérgico de reglas y la sensación de que hay un nuevo hombre a cargo: puede ser el cierre temporal de puntos fronterizos, para forrzar a México a establecer muy estrictos controles y contención de corrientes migratorias. Puede ser sólo un cierre de dos o tres días, pero un golpe de fuerza que haga sentir su poderío.

-El anuncio, la amenaza de aranceles punzantes y dolorosos a productos y artículos mexicanos muy concretos –todo lo que tenga capital, inversión o partes de origen chino–.

Y puede haber más.

Pero los trumpistas mexicanos, jubilosos en mesas de café y restaurantes, afirman la cascada de beneficios que traerá el impulso a la primera economía del planeta.

El miércoles 6, al día siguiente de las elecciones y ya confirmada la devastadora victoria republicana, varios índices de inversión se fueron al alza. Bolsa, fondos, etcétera, que subieron 10 por ciento ese mismo día.

Qué feo es apoyar al criminal, misógino, racista que insulta a México continuamente… Pero calladitos, muy sonrientes por los resultados de sus inversiones.

Y cuando se aborda el tema de seguridad, ahí sí ya como gorda en tobogán.

Trump planea enviar comandos de Seals, Delta Force, Marines y otros de los muchos cuerpos antiterroristas especializados de las Fuerzas Armadas estadounidenses a detener, eliminar o neutralizar cúpulas y líderes del narco mexicano.

¿Qué va a hacer el gobierno de México? ¿Se envolverá en la bandera y volverá a la cantaleta inútil de la investidura y la soberanía? O será que tal vez, tan sólo tal vez, ante la inminencia de las misiones y la estrategia busque algún resquicio de negociación.

Está por verse. Pero lo que resulta un hecho es que atacarán a los cárteles, y no van a esperar a las insulsas promesas de arrestos locales.

El discurso del gobierno mexicano (saliente y entrante) con la detención del Mayo resultó patético. El antecesor y Claudia se convirtieron en “abogados” del criminal. Ninguna voz gubernamental salió a felicitar el arresto del capo. “Las formas…”, dijo la Presidenta.

Pues prepárense, porque las formas serán atropelladas sin recato alguno en los meses y años por venir.

Y esto produce un sentimiento de esperanza y pecaminosa alegría entre las élites mexicanas. ¡Que ya por fin vengan los gringos y se lleven a los narcos!

Pues le adelanto: eso no resolverá el problema. Bajarán los envíos de droga y la producción de fentanilo por un tiempo, pero el narcotráfico es un problema sistémico de oferta y demanda. Se llevarán a unos, matarán a otros, pero como la noble y bella hoja de la mariguana, reverdecerá después de un tiempo.

Finalmente, en el comercio, tan esperanzados como ilusos los que se les llena la boca con el nearshoring: la baja de impuestos de Trump se llevará mucha inversión a su territorio y nos quedaremos, por lentos y torpes, entre reformas absurdas y descalabros institucionales, mirando una vez más.

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