El pasado jueves 20 de mayo, El Financiero publicó dos columnas alusivas al riesgo de violencia política, electoral y de seguridad en el municipio de Valle de Bravo. Una de ellas fue, en este mismo espacio, “Valle de Bravo, en riesgo”; y la otra, la columna Estrictamente Personal que firma mi colega Raymundo Riva Palacio. En ambos espacios, como se ha consignado, se refiere y da cuenta del secuestro y amenaza a la candidata Zudikey Rodríguez (PRI-PAN-PRD). Los textos refieren con precisión la cerrada competencia con la candidata Michelle Núñez (Morena) y el sustancial apoyo recibido por el experimentado político morenista Horacio Duarte –pareja sentimental de la candidata– y administrador general de Aduanas del SAT.
Estos textos provocaron la furiosa reacción de la pareja Duarte-Núñez, que ha realizado múltiples acciones desde la semana pasada. Entre ellas, una denuncia por violencia política de género ante el INE en contra de Riva Palacio y de este reportero.
La denuncia por violencia política de género no aplica –según opinión de expertos–, carece de sustancia jurídica y no tiene evidencia alguna, puesto que ninguno de los textos referidos hace señalamiento alguno de género en torno a la candidata Núñez, puntera, por cierto, hasta ese momento de la contienda.
Desde entonces y ante la amenaza en contra de su vida, la candidata Zudikey Rodríguez se ha mantenido bajo la protección del gobierno mexiquense en locación desconocida, sin realizar eventos de campaña y habiendo sufrido el retiro de su propaganda en Valle de Bravo.
En contraste, la Dra. Michelle Núñez, candidata de Morena, ha desplegado una consistente actividad. Ha redoblado sus mítines diarios, encuentros en diferentes comunidades, en los que reportes locales consignan una voluminosa entrega de despensas, material de construcción y cantidades en efectivo. Esa campaña –puede ser un método extendido en otras regiones– tiene el sistema denominado como ‘seccionales’, donde designan a un líder de comunidad que recibe un “apoyo económico de 4 a 6 mil pesos por su activismo y movilización al voto”, más 100 pesos adicionales por cada voto conseguido. En los últimos días a los ‘seccionales’ en la circunscripción en Valle de Bravo, se les han ofrecido ‘apoyos’ de 16 mil a 18 mil pesos, más 400 pesos por cada voto asegurado.
Ya sugeríamos a la autoridad electoral mexiquense una auditoría sobre estos excesivos gastos de campaña. El presupuesto autorizado es de 187 mil pesos para el municipio.
¿Cuánto habrán costado las 200 tabletas electrónicas entregadas por Michelle Núñez a 200 maestros en acto público? Tal vez incluso, más que los 187 mil pesos totales autorizados.
Más aún, el señor Duarte y la Dra. Michelle Núñez tomaron la decisión de borrar todas las imágenes en sus redes sociales donde aparecían juntos –y no eran pocas– fotografías, textos, mensajes de apoyo y ánimo electoral. Fotos abrazados, en el mismo mitin, descendiendo del estrado, etcétera. Llama la atención que ambos políticos consideren la posibilidad de borrar los hechos, o la realidad, con el acto básico de eliminar imágenes. Hay videos, hay fotos de campaña, hay medios que consignaron la presencia compartida.
Hoy jueves un grupo de asociaciones civiles en Valle de Bravo lanza una campaña de concientización del voto, convocando a la ciudadanía a defender la plaza en contra de lo que apunta a una ofensiva frontal del crimen organizado de Guerrero, de Michoacán y del propio Estado de México. Posters y folletos múltiples serán desplegados hoy en la comunidad. Uno muy emblemático –al parecer de propuesta partidista, de la alianza que apoya a la candidata de PRI-PAN-PRD– que reza #TodosSomosZudikey.
Según varias organizaciones locales, Zudikey guardada y sin hacer campaña, ya rebasó por más de ocho puntos a la candidata de Morena. La estrategia de bajarla, asustarla, amedrentarla mediante el secuestro y la amenaza –consignadas en declaración de la propia candidata ante Ministerio Público– se revirtió en apoyo y simpatía por parte de la ciudadanía.
Una última estrategia de Morena apunta al establecimiento de dos casillas especiales, cuando en esa localidad históricamente existió sólo una con 400 boletas electorales. Cuentan los operadores políticos locales que ahora se instalarán dos –sin razón o motivo aparente– con mil boletas cada una. Y más aún, corren versiones de que trasladaron a votantes de Texcoco, a quienes dieron de alta con credenciales locales, para que participen en la jornada del 6 de junio. Dos mil votos bien pueden ser la diferencia que incline la balanza en Valle de Bravo.