De unas semanas a la fecha, la actitud y el estilo de comunicación de la jefa de gobierno capitalino se ha transformado sensiblemente. De ser conocida en medios políticos e informativos como ‘La Esfinge’, siempre seria, hierática, sin expresión y con frecuencia enojada, ahora observamos declaraciones diarias enmarcadas en una sonrisa generosa.
No siempre creíble, puesto que sale un poco forzada, pero hoy luminosa y rebosante a diferencia del pasado.
Siempre ayuda una imagen cálida, cordial y amable frente al electorado que pretende y pretenderá, de forma intensiva, conquistar en el futuro.
Con frecuencia la jefa Sheinbaum transmitía la carga de una enorme responsabilidad que costaba soportar, o más aún, intolerante o despectiva ante las críticas constantes de todos esos ‘opinadores’ que cuestionamos las contradicciones de la 4T.
Este cambio, sin embargo, no sucede de forma gratuita.
La anticipada carrera por la sucesión, destapada por el presidente, ha echado a correr mucha tinta, expectativas, estrategias y oficiosos equipos que se concentran en el diseño de campañas, construcción de candidatos y carreras –para algunos– repletas de obstáculos.
A la jefa Claudia le han asignado a un asesor de cabecera, un avezado operador político con las confianzas del jefe supremo: Julio Scherer ha recibido la encomienda de coordinar la campaña de la jefa de gobierno, supervisar al equipo y dirigir los esfuerzos conjuntos para convertirla en la primera presidenta de la nación.
Así lo ha dispuesto el supremo.
En el naciente equipo de la futura candidata, figuran pesos completos en la operación, la estrategia y la imagen. Baste mencionar a la dupla Scherer y Scherer, Julio y Hugo, a quienes la vida les ha permitido y los ha convocado a superar añejas rencillas y remar para el mismo equipo.
Estas acciones para fortalecer y empoderar la campaña de la, aún, aspirante a candidata, no están exentas de daños colaterales. Al ex consejero jurídico de la Presidencia lo unen viejos lazos, operaciones y actividades con Marcelo Ebrard, quien ahora inevitablemente será un contrincante. La política casi nunca es recta, lineal ni mucho menos justa.
Para quienes han tenido acceso a los peritajes de la Línea 12 en el Senado, señalan que la mayor carga de responsabilidad por la tragedia sucedida apunta a la administración que la construyó: la de Marcelo Ebrard. De ahí que la orientación que toma la investigación, además de los 10 exfuncionarios llamados a declarar, está dirigida precisamente a los colaboradores de aquel gobierno. Algo que, a los ojos de algunos, podría inhabilitar un desafío electoral del señor canciller.
Otro camino que parece se aplana y se libera para la jefa de gobierno, es el del otro aspirante y potencial contrincante, el senador Monreal. La caída en desgracia y precipitada salida de Santiago Nieto de la UIF debilita los amarres, las lealtades y protecciones que, desde ahí, se habían tejido para fortalecer al ‘jefe Monreal’, en palabras del señor Nieto.
Entre los expedientes que deja y que algunos han tenido oportunidad de ver, está el notable y abultado (4 carpetas) del señor Álvarez Puga, cuyas cuentas, transferencias y ligas cruzan gobiernos estatales, municipales y el federal. En una de esas carpetas aparecen los nombres de dos cercanos parientes del senador, contra quienes hay evidencias de operaciones financieras oscuras.
Esto, eventualmente, a los ojos del supremo, significaría también la inhabilitación de cualquier aspiración por parte del eficiente y experimentado senador.
Por cierto que se hará oficial muy pronto la separación formal y defensa independiente del Mai Álvarez Puga y su hasta ahora esposa, Inés Gómez Mont. Han optado por litigar sus asuntos jurídicos por separado. Alto riesgo para el abogado, porque imagine usted la resistencia de la señora Gómez Mont a la categoría de testigo de oportunidad: ¿15 minutos?
Tal parece que los astros se alinean en el camino de doña Claudia, para iluminar una ruta sin tropiezos hacia Palacio Nacional, por lo menos, así lo planea, lo opera y lo amarra el que todo decide.
Por eso llama la atención el permiso otorgado –si acaso se le concedió– a la hoy exsecretaria de Turismo capitalino, Paola Félix Díaz, quien se ausentó para la boda de todos conocida, el mismo fin de semana del Gran Premio de la Ciudad de México. ¿No era importante su presencia? ¿No tenía responsabilidad en el evento de mayor derrama económica a la ciudad?
A pesar del pequeño incidente que rápidamente resolvió la jefa Sheinbaum prescindiendo de los servicios de su secretaria de Turismo, sirvió para lanzar la filípica conocida de: ‘Aquí no hay privilegios’.
No en balde hoy es Claudia sonrisas.
Consulta más columnas en nuestra versión impresa, la cual puedes desplegar dando clic aquí