La Aldea

Domingo electoral: parteaguas

Más allá de lo que el gobierno, en su posición de poder y ejercicio del presupuesto ha operado, queda la evidencia de una oposición pobre, débil, frágil, que no trabajó lo suficiente.

No vayan a decir después que no tuvieron oportunidades, que los partidos de oposición sufrieron mucho desgaste con las ‘batallas legislativas’ (reforma eléctrica, rechazada/reforma electoral, rechazada). No vayan a argumentar que el embate continuo del gobierno (auténtico) y de Morena impidieron hacer mejores campañas.

El domingo será un momento capital para medir la fuerza de Morena sin AMLO en la boleta, aunque presente –como a él le gusta– a manera de espíritu gobernante.

Será esencial porque permitirá medir, sin esquivos ni sombras distractoras, la auténtica potencia de la oposición como alianza, su capacidad movilizadora, su operación en campo después de las aplastantes victorias morenistas recientes.

Y a juzgar por los números, no pinta bien para la alianza Va por México en colectivo, pero tampoco para el PRI, PAN y PRD en lo individual como fuerza política.

En noviembre de 2021, el marcador era 6-0 (seis contundentes victorias del partido en el poder contra cero de la oposición).

Para diciembre ya se esbozaba un 5-1, con una pírrica pero emblemática victoria para el PAN (Aguascalientes), que, hasta la fecha, parece mantener.

Para febrero y marzo, se consideraba un 4-2 e incluso, milagroso, un 3-3, lo que parecía indicar que la oposición había movilizado a sus huestes, operado en campo, construido candidaturas sólidas.

A unos cuantos días de la jornada, todo pinta para una victoria contundente de Morena.

Sí, hay mucho dinero repartido –pensiones adelantadas, adultos mayores, jóvenes, madres– pero nada que el PRI y el PAN no conocieran. Es decir, Morena ha sabido construir su clientelismo.

Más allá de lo que el gobierno, en su posición de poder y ejercicio del presupuesto ha operado, queda la evidencia de una oposición pobre, débil, frágil, que no trabajó lo suficiente.

Vamos por partes. El PRI parece haberse concentrado en la añeja negociación a puerta cerrada, a cambio de votos para iniciativas de ley. Mucho se dijo acerca de la defensa del histórico bastión hidalguense, que hoy jueves, parece perdido para el tricolor por primera vez en su historia en esa entidad. Los caballeros priistas de Hidalgo, los Osorio Chong, los Núñez Soto, Penchyna… desaparecidos. El señor Fayad –actual gobernador– cargará a cuestas con el sanbenito de haber entregado la plaza a Morena.

Alito Moreno, enfrascado como está en grabaciones propias y ajenas, soportando el fuego del oficialismo poderoso ante el incumplimiento de promesas, propias y del gobierno, perdió el foco en su defensa, en aguantar la metralla, en administrar la derrota mediante la negociación por Hidalgo. El resultado es deplorable: el PRI perderá todo, según los números.

Y en Oaxaca, el señor Murat –el joven, no se olvide del viejo tigre de mil batallas– presumirá de su sabiduría para hacer política –y de la buena, dijo– pero el hecho es que también entregó la plaza. Dicen que quiere ser embajador, como Quirino.

Un legado de este domingo será un PRI pateado, ninguneado, que olvidó cómo conectar con la ciudadanía y cómo presentar candidatos medianamente atractivos. Una banderilla más a un toro muy mareado en la arena, con mucha sangre perdida y pullas debilitantes.

Alito podrá envolverse en la bandera y entregarse en el altar del sacrificio para enfrentar procesos criminales, o esconderse en una madriguera –nacional o extranjera– para lamerse las heridas de su fracaso y su pobre liderazgo.

¿Queda algo para el PRI después de un domingo de derrotas?

Olvidar sus tiempos de gloria y fuerza mayoritaria, el soberbio orgullo de poner y quitar en todo el país, para conformarse con un rol semejante al del Verde en tiempos recientes.

La historia del PAN tampoco es halagüeña. Si consolida su victoria en Aguascalientes –como se pronostica– saldrá con un simbólico resultado después de perder Quintana Roo y Tamaulipas. Es decir, otra fuerza política que extravió el toque, la cercanía, el discurso, el contacto con la ciudadanía. Carecen de narrativa, no quieren enfrentarse de frente como oposición.

Del PRD, mejor ni para qué dedicarle un poco de tinta, puesto que no pinta ni en las boletas.

Difiero de los morenistas orondos, presumidos y pagados de sí mismos –hay muchos– quienes darán lectura a los números del domingo como un inconfundible resultado plebiscitario a la supuesta transformación y a la gestión de AMLO.

No es verdad. Hay mucho dinero invertido en programas sociales, mucho gasto ‘ajustado’, según reportes de Hacienda, de dineros para varios presupuestos, que fueron destinados a otros fines justo en esta temporada electoral. Morena operó, movió sus fichas, aceitó la maquinaria y demostró que en esto de las elecciones, sabe cómo se ‘motivan’ las voluntades. El clientelismo a su máxima expresión.

Pero el parteaguas consiste en demostrar que ni el PRI ni el PAN fueron capaces de “aventar la casa por la ventana” para prevenir, neutralizar y evitar una victoria de Morena que afiance su paso hacia 2024.

Así, señores de la oposición, ni cómo hacerle.

Pobres campañas, candidatos medianos, alianza débil, puede todo junto pavimentar las victorias de Morena este domingo.

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