Era la última opción. La esperanza final, la velita encendida después de largos devaneos, cambios de ruta, impugnaciones a Morena que no acaban —ni acabarán por resolverse—. En el estilo críptico de señales cruzadas que tanto gusta a Dante Delgado, Movimiento Ciudadano había alimentado la alternativa de una candidatura externa: Marcelo Ebrard.
Con la confirmación ayer de la licencia otorgada por parte del Congreso de Nuevo León al gobernador Samuel García para postularse y contender por la presidencia de la República, esa velita para Marcelo parece apagarse por completo.
Tanto empujaron Dante y sus huestes a Samuel para convertirlo en candidato, que ahora resultaría absurdo que le nieguen la candidatura.
El riesgo era perder el gobierno de Nuevo León ante una licencia indefinida y sin fecha de retorno. Ni Samuel ni MC aceptaban esa condición.
El Congreso pretendía evitar la deshonrosa historia de El Bronco, cuando fue, compitió, perdió y le permitieron regresar a un gobierno estatal fallido y desprestigiado.
El propio Samuel, joven, pero marrullero, construyó su campaña criticando a Jaime Rodríguez, El Bronco, por la señalada licencia en 2018, lo acusó de irresponsable y dijo que él jamás haría una cosa así.
¿Qué cree? Tan chiquito y tan mentiroso. Ya pidió licencia, ya la obtuvo en las condiciones que pretendía, seis meses justos, del 2 de diciembre del 2023 al 2 de junio de 2024.
Les dijo a sus coetáneos, permítanme tantito: solo voy, concurso, pierdo y me regreso. Una calamidad de las leyes estatales y de los congresos. Lo único que obtuvieron los grupos parlamentarios del PRI y del PAN en Nuevo León, fue que ellos designaron a su sucesor, y no Samuel, como pretendía.
Pero en los hechos, son solo seis meses, y el niño gobernador se saldrá con la suya, porque volverá al gobierno estatal.
¿Qué gana MC? En números concretos, es temprano aún afirmarlo, qué tal si resulta un fenómeno de campaña, pero creo que no llegará más allá del 12 por ciento en los votos totales por la presidencia de la República. Arrastrará campañas de diputados y senadores.
Dante se sale con la suya —como siempre—, no cede a la presión de Alfaro y otras corrientes naranjas, que buscaban apoyar al Frente y a Xóchitl.
Para Marcelo es la despedida final, final —como decía Raúl Astor—.
Ya no hay más. No candidatura ciudadana, se cerró el plazo, no al Frente —porque “no traicionaré a Andrés”, afirmó— y su regreso a Morena está dinamitado por heridas, raspones, acusaciones y traiciones. Difícil camino de regreso para Ebrard.
Tal vez logre negociar alguna posición internacional que le permita un retiro digno, en un puesto de prestigio, mantenerse en el presupuesto y cerrar su carrera política y su indudable talento —que no electoral— en algún paraíso diplomático del mundo.
Una pena la brújula descompuesta de Marcelo, que se negó a ver lo que el país entero y su partido sabían: es Claudia. Ni hablar.
Y ya que mencionamos a Claudia, revise usted el fiasco enorme del evento del martes pasado en el Estadio Azul. Vaya ridículo de la maquinaria morenista. Sillas vacías, movilización fracasada, búsqueda de culpables y la evidencia de varios hechos:
1. Eso de que Claudia es invencible, y de que son millones los seguidores, el estadio vacío del martes con la aspirante furibunda detrás del escenario por el innecesario ridículo infringido, demuestra lo contrario.
2. Los jalones y rupturas iniciales de Morena en la Ciudad de México empiezan a asomarse: morenistas reacios a la campaña de García Harfuch —favorito de Claudia, afirman— le enviaron un mensaje ‘Claro’ y ‘Brugado’: Omar es ajeno, Clarita es de nuestras filas.
3. Mario Delgado demostró, por enésima ocasión, la abundancia rebosante de su incompetencia. Quién sabe a quién le encargaron el evento, quiénes eran responsables y a quiénes les jalaron las orejas ¡fuerte!, pero descuidó el acto masivo y para colmo, típico de Mario abyecto, le echó la culpa al INE.
4. Por último, como en todo acto, si no hay dinero, si no se reparten las cuotas, se ‘aceitan’ los liderazgos, pues no hay movilización. Alguien falló con la distribución de los dineros el domingo, o se hicieron perdedizos, provocando el vacío insultante a la doctora.
¡Hombre! No hay necesidad, si no la quieren, pues nada más digan y que no haya evento.
¡A la fuerza, ni los zapatos entran!