La administración del presidente Andrés Manuel López Obrador pasará a la historia como una de las más destructivas de México.
Destruyó valor económico e inversión en el país; causó un deterioro sensible a la autonomía de las instituciones del Estado mexicano; destruyó ahorro y reservas en fideicomisos y partidas presupuestales de la nación, cuyo destino, por cierto, sigue sin explicarse; provocó un descenso catastrófico en la calidad educativa del país, eliminando planes, programas, capacitación docente; dinamitó el Sistema Nacional de Salud, al designar a un conjunto de incompetentes al frente del ramo que desfondaron el presupuesto del sector y provocando el mayor desabasto de medicinas en la historia reciente de México.
El recuento histórico se realizará en los meses y años por venir, al evaluar los profundos daños causados por la 4T a la administración pública.
Pero uno de los más serios, de los más graves y de los que mayores consecuencias tendrán hacia el futuro, es la institucionalidad de las Fuerzas Armadas.
La reciente tragedia en Guerrero por la furia de Otis, exhibió de forma criminal la tardía, omisa e incapaz acción preventiva de la Marina y del Ejército. No hubo avisos, advertencias, despliegue para evacuación, protección de la vida humana.
Están publicados, en el recuento (minuto a minuto de la omisión) de los hechos, las notificaciones del Centro Nacional de Huracanes de Miami en Estados Unidos. La información estaba disponible 12 horas antes del desarrollo peligroso de la tormenta. Pasaron seis horas de la alerta sobre la dimensión destructiva de Otis con categoría 5 y nadie hizo nada.
La Marina tuvo acceso a esa información indiscutiblemente por la naturaleza de su trabajo, peor aún, porque está en control de las capitanías de puerto de todo el país. No emitieron aviso ni advertencia ninguna.
Con seis horas de anticipación, una alerta a las 100 —escuche usted con atención—, repito las 100 embarcaciones hundidas en la bahía y el Club de Yates de Acapulco, con un número indeterminado de capitanes y navegantes a bordo, hubiera bastado para poner a personas y embarcaciones a resguardo en otro puerto. La Marina no hizo nada.
El secretario general de Gobierno de Guerrero inauguró la Convención Minera en el Hotel Princess de Acapulco, invitó a todos a reunirse a la mañana siguiente, brindó a las 9:30 de la noche —tres horas antes del impacto de Otis— y no sabía nada del huracán.
Esta es una larga cadena de incompetencias e irresponsabilidades criminales que han causado la pérdida de vidas de muchos mexicanos.
El Ejército y la Marina no salieron de inmediato a resguardar el puerto, rescatar sobrevivientes, recoger cuerpos en vías públicas, ofrecer ayuda de emergencia. Ha tardado más de una semana el despliegue de efectivos de las Fuerzas Armadas, lo atestiguan los pobladores de Acapulco y zonas aledañas afectadas.
¿Qué pasó con los cuerpos profesionales de nuestro orgulloso Ejército? ¿Qué pasó con la eficiencia y pericia de la Marina en situaciones de desastre? El gobierno incompetente, ¿también destruyó su experiencia y su conocimiento?
Ha corrido la versión de que AMLO ordenó no detener a la población, en los saqueos, durante las peligrosas y criminales noches del miércoles, jueves y viernes siguientes al meteoro.
La rapiña y el saqueo ejercieron su ley en el puerto, con militares rezagados en cuarteles y bases. ¡Que la población se defienda sola, en la oscuridad, a punta de machete y cuchillo! Fue la realidad dominante.
El presidente oculta un estrepitoso fracaso de su gobierno en prevenir, atender y rescatar a la población del fenómeno natural.
El plan de 20 puntos, al puro estilo de López Obrador, extiende reconocimientos a la CFE y a las Fuerzas Armadas, para encubrir la torpeza de sus acciones antes y después.
Cuatro días tardó en llegar una planta de luz al Servicio Médico Forense (Semefo) de Acapulco, porque la cámara de refrigeración para cadáveres estaba sin energía y el proceso de descomposición avanzaba con rapidez.
Pareciera que las Fuerzas Armadas han desarrollado habilidades y competencias en otros ramos, como la construcción, las aerolíneas comerciales y los trenes que no circulan, o las aduanas, que se han vuelto las más porosas en contrabando y mercancías ilegales.
Los empresarios de la industria textil aseguran que nunca como ahora, entra al país tanto producto de contrabando que daña y perjudica a la producción nacional.
“No nos fue tan mal”, dijo Andrés Manuel, debería grabarse con letras doradas en el monumento de la incompetencia de su administración.
En los años por venir se evaluarán los daños causados por la 4T a la administración pública.
La tragedia en Guerrero por Otis, exhibió la incapaz acción preventiva de la Marina y del Ejército.