Hemos adelantado ya que el presidente número 47 de los Estados Unidos, el hoy presidente electo Donald Trump, jurará como presidente el 20 de enero del 2025.
Lo hará como sucede en las tradiciones de cambio de poder norteamericano, en la terraza Este del edificio del Capitolio, la sede del Congreso. Justamente la que se orienta hacia el Mall, el gran parque “central” de Washington DC, donde confluyen los monumentos a George Washington (el Obelisco) y los de Lincoln y Jefferson ya bañados por las aguas del Potomac.
Trump jurará como señala la Constitución sobre una biblia de su elección, y otras histórica -la de Washington- y pronunciará un discurso.
Inmediatamente después recibirá la salutación de las fuerzas Armadas y de los integrantes del Congreso.
Alrededor de la 1 pm ofrecerá un almuerzo de Toma de Posesión en la Rotonda, ese espacio histórico y emblemático, justamente bajo la cúpula del Capitolio.
Hacia las 4 pm estará sentado frente al venerable “Resolution Desk” en la oficina Oval de la Casa Blanca. Y ahí empezarán los actos de gobierno y los anuncios oficiales.
Trump firmará una serie de órdenes ejecutivas, lo más semejante a decretos presidenciales, mediante los cuales marcará su voluntad, decisión y ejercicio absoluto de la autoridad presidencial.
Su sueño de ser dictador por un día, tal vez se cumpla en esa fecha.
Cuatro decretos fundamentales para México incluirán la imposición unilateral de aranceles, algunos clave, y por supuesto no del nivel del 25% como amenazó hace unos días.
Se ha insistido en numerosos textos y análisis, pero reiteramos que los aranceles son sólo un instrumento de presión al gobierno mexicano para conducirlo a la mesa de negociaciones comerciales en una posición de debilidad. Pero sobre todo, para obtener las condiciones migratorias que pretende para frenar la oleada de inmigrantes en territorio norteamericano. Trump quiere el control total sobre la frontera, ya en el pasado lo logró con AMLO, ¿por qué no conseguirlo, incluso en mejores condiciones con su sucesora?
El segundo decreto referido a México estará relacionado con la frontera compartida. Probablemente ordenará un cierre parcial -sólo a artículos y mercancías- por algunos días, para hacer sentir nuevamente “quién está a cargo” y que todas las condiciones son nuevas.
El tercero podrá ser uno de sus favoritos: la declaratoria de terroristas a todos los narcotraficantes mexicanos. Una categoría peligrosa por lo que toca a la persecución y “cacería” en cualquier rincón del planeta.
Es decir Trump está decidido a concluir con el tráfico de fentanilo proveniente de México, a detener la entrada de otras drogas y a golpear -tal vez de forma definitiva- a las que considera las organizaciones criminales más dañinas para los estadounidenses.
Así que no debe extrañarnos que firme ese documento y, a partir de ahí, el gobierno mexicano deberá buscar las mejores condiciones, incluso la coordinación para que los operativos de captura y detención en territorio mexicano, sean, lo menos perjudicial para nuestros conciudadanos.
Trump no confía en México, como quedó claramente demostrado en el caso genérico de Washington frente a la detención-sustracción del Mayo Zambada.
Así que se ve difícil que quieran compartir inteligencia o información confidencial de la realización de esos operativos. Algo extremadamente delicado para el gobierno de México y de Claudia Sheinbaum.
El último, enormemente sensible y delicado en términos sociales, la orden de deportación automática a todo trabajador, inmigrante indocumentado, ciudadano extranjero cuya estancia en territorio americano no esté avalada por documentos, visas, permisos. Este será tal vez el más impactante para miles de méxico-norteamericanos, trabajadores, migrantes de múltiples actividades, que entraron hace años, que trabajan incansablemente, pero no han conseguido regularizar su permanencia legal en Estados Unidos.
Prepararnos con previsión, formar equipos especializados por sector, estudiar todas las aristas y repercusiones, pudiera significar el arribar a las mesas de diálogo y negociación con mejores argumentos y estrategias.
Este es ya en opinión de varios expertos, el desafío más grande para México en los últimos 50 años y lo será también por muchos más.
Está no será una larga negociación que podamos ganar con retórica, discursos o consignas nacionalistas. Habrá que estudiar con cuidado y detenimiento los sectores afectados de aquél lado de la frontera, buscar alianzas, construir redes de apoyo y defensa.
A diferencia de la afirmación de un patético senador por Tabasco, México no puede substituir su integración comercial con Estados Unidos, con una relación comercial con China. Todo producto, mercancía o actividad compartida, se ubica a más de 12 mil kilómetros de distancia del potencial mercado asiático. Es un absurdo.
Hay docenas de países en el mundo que darían lo que fuera por tener el 10% de frontera que nosotros tenemos con la economía más grande del mundo.
Hay que diseñar estrategias, contratar expertos -algo que se le atora a la 4T porque creen, como su fundador, que lo saben todo- definir campos y terrenos de acción, mejorar condiciones, ofrecer garantías…. y cumplirlas.
2025 será un año complicado, de subidas y bajadas en la economía y en nuestra relación bilateral. Ojalá y tengamos a los funcionarios correctos para este reto.