Tras una conversación con su homólogo estadounidense el fin de semana pasado, el presidente Andrés Manuel López Obrador desestimó el plan bipartidista de seguridad fronteriza acordado en el Senado del país vecino, al que calificó de mera “propaganda político-electoral” destinada al fracaso. Aunque acertó al prever el fracaso del plan, el tenor de la discusión, las medidas propuestas y la razón por las que se descarriló, no deben ser motivo de tranquilidad ni para el actual gobierno de México ni para el próximo.
El tema de la migración y el control de la frontera, así como el del fentanilo y la devastación humana que está provocando, no desaparecerán después de las elecciones, pues ambos están entre las principales preocupaciones de los estadounidenses. Más preocupante aún es que ambos temas se examinan ahora bajo el prisma crítico de la seguridad nacional, y las propuestas son cada vez más radicales, lo que inevitablemente impactará a México. Sería un grave error tratar de hacerse de la vista gorda ante esta realidad.
La aceptación de la política de inmigración de puertas abiertas se ha erosionado. Los niveles históricos de detenciones y las imágenes de miles de migrantes en las calles de Nueva York o Chicago han hecho que el problema trascienda la frontera. Las encuestas muestran una preocupación creciente por esta situación, al tiempo que registran el temor a que Estados Unidos pierda su identidad si no se controla el flujo de migrantes. Los datos indican que se les confía mucho más a los republicanos para manejar este tema y que el presidente Joe Biden sale particularmente mal evaluado (PBS News Hour/NPR/Marsit Poll, febrero 2024).
Esto explica el rechazo de Donald Trump al plan del Senado, aun cuando contaba con el apoyo de algunos republicanos y el sindicato de la Patrulla Fronteriza. Tampoco le importó que la junta editorial del conservador Wall Street Journal lo respaldara, argumentando que era la propuesta “más restrictiva en décadas”.
Trump enterró el plan, pues no se le hizo lo suficientemente extremo y tampoco quiso darle al presidente Biden la oportunidad de argumentar que algo se está haciendo para controlar la frontera. Para los republicanos, el tema migratorio es absolutamente central. De hecho, en las asambleas de Iowa y las elecciones de Nuevo Hampshire, los electores lo consideraron casi tan importante como la economía. De ahí que Ron DeSantis, Nikki Haley y Chris Christie, al igual que Trump, se manifestaran a favor de deportaciones masivas, el uso de las Fuerzas Armadas en la frontera y la conclusión del muro fronterizo.
El rechazo de Trump al plan bipartidista y la mano dura de los republicanos no sorprende tanto como que el hecho de que los demócratas en el Senado hayan avalado la agenda republicana. Biden mismo afirmó que, de aprobarse el plan, cerraría inmediatamente la frontera. Y es que los demócratas también están leyendo las encuestas y Biden sabe lo que esto le puede costar en las elecciones.
Si bien el plan bipartidista del Senado fue rechazado, ahí quedan sus acuerdos como una suerte de piso en el abordaje del tema migratorio en Estados Unidos, gane o pierda Trump. El plan fracasó, pero el desafío sigue en condiciones que no auguran nada bueno para México, ni mucho menos para los migrantes en busca de un mejor futuro.
Los “bad hombres” de Trump de hace ocho años son quienes ahora dice están “envenenando la sangre de nuestro país”. El tono sube y, en el contexto actual, incluso permea más allá de sus seguidores. Una encuesta de enero pasado revela que 82 por ciento de los republicanos, 19 por ciento de los demócratas y 44 por ciento de quienes se identifican como independientes están de acuerdo con semejante afirmación (CBS You Gov, enero 2024).
El panorama no luce mejor si consideramos la crisis de opioides. Se trata, sin duda, de un tema de salud pública de la máxima importancia, pues tan solo el año pasado hubo más de 100 mil muertes por fentanilo. Las encuestas registran el tema en esta perspectiva, pero también muestran que la mayoría de los estadounidenses responsabiliza no solo a los usuarios de la droga, sino también en los cárteles mexicanos (Morning Consult, agosto 2023).
Como era de esperarse, Trump y los republicanos tienen la mira puesta en México. DeSantis, Halley, Christie y, obviamente, Trump, se han manifestado a favor del uso de fuerzas especiales para combatir a los cárteles. Si bien los demócratas no han llegado a esos extremos, la relación bilateral ya está siendo tensionada por el tema. En la medida en que la discusión en Estados Unidos se vuelque más sobre la oferta que la demanda, lo que ya está sucediendo, la presión sobre México será mayor.
Así que, aunque Trump no obtenga la victoria, la perspectiva para México y su gobierno no es alentadora. Aun cuando el plan bipartidista sobre migración haya fracasado, sería un gran error desestimar la peligrosa realidad política subyacente.