Este domingo se llevará a cabo el segundo debate presidencial, donde se abordarán temas económicos, de desarrollo sustentable y de pobreza y desigualdad. La moderación incluirá preguntas del público, previamente grabadas en diversas plazas del país y en algunas ciudades de Estados Unidos. Parece que será más ordenado, ya que se ha predeterminado que el debate se estructurará en torno a ocho preguntas, y seguramente se corregirán los errores técnicos que entorpecieron el primer encuentro.
Mejor estructurado y producido, este debate podría permitir apreciar con mayor claridad cómo cada candidata y el candidato plantean sus propuestas, las contrastan con las de sus oponentes y demuestran sus habilidades dialécticas. Xóchitl Gálvez ha dicho que un formato más claro y flexible le permitirá ser “dueña de mi tiempo”. Tal vez así, el impacto en las preferencias electorales sea mayor que el registrado por las encuestas tras el primer debate.
El cambio más significativo que se aprecia en la encuesta de Mitofsky publicada esta semana es el crecimiento de Jorge Álvarez Máynez de casi 5 puntos porcentuales en las preferencias electorales brutas, alcanzando casi el 10 por ciento de intención de voto. Las preferencias por las dos candidatas mostraron variaciones menores después del debate: Claudia Sheinbaum pasó de 50.5 por ciento a 51.4 por ciento, mientras que Gálvez descendió de 28.8 por ciento a 26.7 por ciento.
Es difícil determinar a qué se debe específicamente el crecimiento de Máynez. Un factor que pudo haber influido es el éxito de la canción ‘Máynez presidente’, que llegó a estar entre los temas más virales de Spotify. Otro factor que su campaña seguramente estará considerando es su desempeño en el primer debate. Si su interpretación es que eso le ayudó al candidato, seguramente lo veremos, una vez más, risueño y tratando de mostrarse como el más propositivo.
La principal diferencia ahora podría ser que Máynez, sin dejar de proponer, sea aún más crítico con Gálvez, pues solo puede crecer a costa de quienes todavía no han definido su voto, que son cada vez menos, o de la candidata opositora. No parece probable que Máynez le reste votos a Sheinbaum, ya que en los ojos del electorado él se sitúa más bien en el campo opositor. El domingo veremos si, efectivamente, va tras algunos de los votos de Gálvez.
Dada la distancia que la separa de Sheinbaum, creo que Gálvez no tiene otra opción más que, de nuevo, salir a la ofensiva para resaltar los puntos débiles de la puntera, procurando que se desbalancee y cometa errores. La experiencia del primer debate le servirá de referencia para afinar su estrategia y ejecutarla con mayor contundencia y autenticidad. Esta misma semana, la candidata adelantó que será más incisiva y “cuestionante” con su adversaria, quien, según anticipa, no tendrá respuestas y mentirá. Además, mencionó que no seguirá los consejos de sus asesores y que usará un huipil, ya que el uso de un traje sastre fue “un fracaso”.
El desafío de Gálvez es que los temas que se abordarán el domingo no son aquellos en los que el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador está peor calificado. En casi todos ellos, la candidata Sheinbaum tiene elementos para construir argumentos a su favor, aun cuando también en todos ellos hay focos rojos o amarillos. Así, por ejemplo, si bien hay bombas de tiempo en el área económica, como el elevado déficit fiscal, en la calle hay dinero y no se vive una situación de crisis. De igual manera, aunque las carencias sociales han aumentado, dramáticamente en el caso de salud, hay datos sobre reducción a la pobreza que seguramente usará.
Ninguno de los temas de este debate ofrece a la candidata opositora flancos tan evidentes para el ataque como el deterioro en la salud, la educación o la violencia contra las mujeres, que se discutieron en el primer debate, ni la inseguridad que se tratará en el último. Habrá que ver si la candidata de la alianza opositora se ciñe a los temas predefinidos para el debate o si se desvía para explotar aquellos temas en los que cree que puede anotarse más puntos. Sospecho que optará por lo segundo.
La candidata Sheinbaum no tendría por qué cambiar su planteamiento estratégico, pues el primer debate no parece haberle afectado; se mantiene a la cabeza, con una ventaja cómoda. Saldrá a mostrarse presidencial, a manipular los datos a su conveniencia y a darles la vuelta a temas espinosos. Será interesante ver si acusa recibo de la queja del Presidente porque, según él, nadie habló de sus logros en el primer debate. Si es así, veremos a Sheinbaum defendiendo a la 4T y al Presidente con más fuerza.
En un contexto de campañas más bien planas, sin grandes sorpresas o sobresaltos, los debates se colocan claramente en el centro de la contienda. Si va a haber un vuelco en las preferencias electorales, el espacio natural para que esto ocurra sería en los debates. El primero no tuvo ese efecto. Habrá que ver si el segundo sacude el panorama electoral.