Sobremesa

Cuando los enojados salen a votar cambian la historia

Muchas personas votan no sólo a favor de alguien; también, y ese es un gran motivador, la gente vota porque está enojada.

¿La elección ya está definida? Obvio no, pues a pesar de todas las encuestas (falsas la mayoría, pues son propaganda), no sabemos lo que en realidad piensan los votantes. ¡Así como lo están leyendo!

Acomódese bien y agarre su tacita de café

Una de las principales razones es porque, en la mayoría de las encuestas, las preguntas se hacen buscando una respuesta que agrade a quien la mandó a hacer, léase la pagó, y otra es porque también siempre se hace la pregunta clave en forma positiva.

Pongan atención

Le preguntan ¿por quién va a votar?, o ¿quién cree que gane la elección? Pero, y ese pero siempre debemos considerarlo, mucha gente vota no sólo a favor de alguien; también, y ese es un gran motivador, la gente vota porque está enojada, porque está a disgusto con lo que pasa en su país, porque se siente engañada, porque todas las cosas van mal y quiere un cambio.

La gente está muy enojada. Ya vimos a la ‘marea rosa’ en el Zócalo y en más de 100 ciudades, pero también hay quienes no lo dicen en público porque tienen miedo de que les quiten los programas sociales, tienen miedo de que el gobierno los acuse de algo, de que los persiga, de que los maltrate, de que los corran de su trabajo.

El momentum en México es de cambio y de enojo

Tal cual pasó con la salida del PRI (2000), posteriormente con la del PAN (2012), luego otra vez con la del PRI (2018), los mexicanos queríamos que las cosas mejoraran realmente, no que solamente nos dijeran que estaban mejor o, como en la actualidad, que con absoluto cinismo únicamente nos dicen que tienen otros datos, nos ponen pantallas verdes para imaginar trenes que no existen, o que hay menos violencia pero más asesinatos o que la salud estará como en Dinamarca mientras vemos morir a nuestros hijos, a nuestros familiares y que, con absoluta cara dura, nos dicen que ahora todo está mejor; con asombro nos preguntamos: ¿cómo es que cuando nos dicen que estábamos peor yo vivía mejor y ahora que estamos mejor no tengo ni medicamentos y la inflación se come todo mi salario y el dizque apoyo que nos venden como si nos lo diera el Presidente de su bolsa también se lo come? Un mundo al revés donde el gobierno vive de querer engañar al pueblo.

Piquete al café

Así pues, quiénes y cuántos son los enojados, cuántos son los que quieren un cambio, cuántos votarán por el cambio, aunque no se atrevan a decirlo fuerte, con un grito de enojo o desesperación. Estoy segura de que son millones, ¿o no?

La lista de enojados es enorme: iniciando por los enojados con el primer engaño de que no había gasolina porque estaba combatiendo el huachicol, cuando lo que pasó fue una ineptitud de no haber comprado gasolina a tiempo; las madres a las que les cerró las estancias infantiles y las escuelas de tiempo completo; las familias de las personas con cáncer que no tienen medicinas; aquellos a quienes les quitaron el Seguro Popular; los médicos y enfermeras que, sin apoyos ni instrumentos necesarios, los hicieron enfrentar la pandemia del covid y muchos perdieron la vida, además de familiares de los más de 800 mil muertos en este misma pandemia que no tendrían que haber fallecido, y pasó sólo por ineptitud de los encargados; los estudiantes, los maestros y los padres de familia que les cambiaron los libros de texto de la SEP por unos panfletos que más bien son propaganda, o a los que dejaron varados en el extranjero; los perseguidos con órdenes de aprehensión del Conahcyt, a quienes les cancelaron las becas, o los del CIDE. Todos los que sufrimos apagones. A los que vemos azorados el gasto en Pemex, dinero tirado a la basura por una ideología sin sustento; los que sufrimos por la falta de agua o el agua contaminada; los medioambientalistas al destruir las selvas y los cenotes de Quintana Roo, Yucatán y Campeche por su Tren Maya, que no sirve y que no transporta a nadie y que ha costado más de cinco veces de lo presupuestado, pero es gran botín para sus hijos. Los de Dos Bocas, que también costó más de cinco veces lo presupuestado, pero gran botín de la Nahle, y aunque lo han inaugurado N número de veces, todavía no refina ni un barril, o los del cierre del NAIM por una ‘encuesta’ a mano alzada donde se perdieron más de 300 mmdp y se construyó un aeropuerto regional, vamos, de cuarta como son. Los burócratas que les impusieron jefes que no entienden los temas en que trabajan (90 por ciento lealtad, sólo 10 por ciento conocimientos) y que les quitaron las prestaciones que son por ley. Las Fuerzas Armadas humilladas por los maleantes, por sus ‘abrazos, no balazos’, y por AMLO que los utiliza de peones, albañiles, etcétera, y no les da ni instalaciones dignas. Los usuarios del Metro y sus damnificados por el austericidio aplicado por Sheinbaum. Los de Acapulco tras Otis. La prensa, políticos de oposición y académicos perseguidos por la FGR o la fiscal carnal o Cuitláhuac García, por no pensar como ellos. La ministra presidenta Norma Piña y la SCJN, menos la plagiaria Esquivel, la del ‘pueblo’ Batres, Loreta Ortiz y Zaldívar, que inconstitucionalmente renunció a su cargo para hacer campaña. Los acosados por la UIF de Santiago Nieto. Los campesinos también están enojados. Las madres buscadoras, a quienes ni la cara les dan. Los papás de los 43, y qué decir de las mujeres violentadas; hasta los migrantes están enojados, 43 murieron calcinados por su ineptitud, y así podría seguir casi ad infinitum. Ah, y cómo no decirlo, todos los mexicanos que votaron por él, creyéndole que acabaría con la corrupción y la impunidad, y, lejos de atacarla, la hicieron suya.

Esta elección será, sin duda, un plebiscito de este gobierno, será una decisión entre cambio o continuidad de esta vileza.

Cuando los enojados salen a votar hay cambio de gobierno.

Si salimos a votar los botamos, pues #VotarEsDeChingones.

Las encuestas tampoco han podido resolver cómo demostrar o medir el voto oculto y nos presentan resultados con un abstencionismo de 50 por ciento, sí, de encuestados que prefirieron no contestar. ¡Obvio, son los enojados!

Les repito, cuando sale a votar más de 65 por ciento de la población, el gobierno en turno no se queda, viene el cambio; qué mejor ejemplo que Turquía o Argentina.

Hagamos unas cuentas, si el padrón son 100 millones y sólo votan 50 millones, es muy probable que pueda ganar la continuidad de esta barbarie, porque una buena parte son acarreados o burócratas o quienes dependen de los programas sociales y los han convencido que los perderán o quienes se vuelven cómplices al vender su voto.

Justo ahí es donde está la fuerza de los enojados.

Otra vez, por las razones antes expuestas, imagínense 25 millones de votos del oficialismo, más los votos MC, que ojalá pierdan el registro por esquiroles, que son para Morena, estaríamos hablando de 30 millones, léase…

Fanfarrias y redoble de tambores

Sólo faltarían 35 o 40 millones; entonces, si sale más de 65 por ciento ganarán los enojados, ganará el cambio y hay de dónde y de sobra.

Hagámoslo por México, por nosotros, por nuestros hijos, nietos, amigos, por la libertad.

Votemos de rosa, activemos la ’marea rosa’ y convirtámosla en tsunami.

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